¿Dónde los presbíteros?

Flash litúrgico publicado en Liturgia y Espiritualidad.

Pues aunque pueda parecer imposible, en el presbiterio. ¡Qué cosas eh! ¡Quién lo iba a decir! Si es que todo cambia de una manera...

Por una parte está el sacerdote que preside. Él debe ocupar la sede, que según nuestra querida Institutio del misal, «su puesto más apropiado será de cara al pueblo al fondo del presbiterio, a no ser que la estructura del edificio o alguna otra circunstancia lo impida; por ejemplo, si, a causa de la excesiva distancia, resulta difícil la comunicación entre el sacerdote y la asamblea congregada o si el sagrario ocupa un lugar central detrás del altar» (núm. 310). Así, pues, y en coherencia con esto, si está el sagrario no puede estar, delante de él, la sede. Sede que, nos dice el mismo documento, no debe tener apariencia de trono, como es lógico.

Pero, ¿y los concelebrantes? Pues también, en el presbiterio (que por algo lleva este nombre). Ah, pero no solo ellos. Nos dice el texto antes citado, en el mismo número, que también ocupan este espacio aquellos sacerdotes que, revestidos de hábito coral, se hallan presentes en la concelebración, pero no concelebran.

Es cierto que esta circunstancia se da cada vez menos, a causa de una «concelebritis aguda» que sufrimos de unos años acá. Pero no deja de ser significativa esta indicación. Se trata, sin duda, de una medida coherente con el hecho de que la asamblea orante y el espacio litúrgico que ocupa, son un signo de la Iglesia Cuerpo de Cristo, donde cada miembro tiene su lugar, sin mezcla ni confusión. Un sacerdote es sacerdote, concelebre o no. Ergo, también en este último caso –debidamente vestido, como hemos leído– su lugar es el presbiterio.

En fin... que en la sagrada liturgia todo tiene su significado. Y si nos empeñamos en mezclar todo sin orden ni concierto, al final, el resultado es que, al concierto, no vienen ni los músicos.
Que la belleza, de la que todos decimos ser tan forofos, también pasa por aquí.


Jaume González Padrós