El Año Litúrgico y el Calendario.

José Antonio GOÑI, El Año Litúrgico y el Calendario (1969-2019), CPL (Cuadernos Phase, n. 247), Barcelona 2019, 148 págs.

José Antonio Goñi, profesor de liturgia en varios centros teológicos, entre ellos el Pontificio Instituto Litúrgico San Anselmo de Roma, es un gran conocedor del año litúrgico y calendario romano. Ya en 2010 publicó un exhaustivo estudio sobre el tema, Historia del Año Litúrgico y del Calendario Romano, en el que presentaba la evolución del calendario litúrgico romano desde sus primeras fuentes hasta la fecha.

El Cuaderno que reseñamos es una compilación de los documentos eclesiales que afectan al calendario romano en los últimos cincuenta años, material necesario para comprender cómo evoluciona la configuración de dicho calendario desde el concilio Vaticano II. Junto con esa selección, el autor incluye, a modo de presentación, una descripción del «proceso de revisión y reforma del Año Litúrgico y del Calendario Romano General partiendo de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium, la gestación tanto de las Normas Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario como del Calendario Romano General, y su evolución a lo largo de los cincuenta años que han pasado desde su aprobación y promulgación» (pág. 7).

La presentación de estos documentos no es un valor añadido sino en cierto modo una clave de lectura y síntesis histórica de principios teóricos y resultados. Entre los principios destacan los deseos de un santoral más diverso en cuanto a las regiones de procedencia y reducir las fiestas de devoción, además de conservar todos los apóstoles y evangelistas, mártires de la antigüedad con culto o interés universal, etc. (cf. pág. 10).

El análisis histórico hecho por el autor nos muestra que, en general, estos principios fueron aplicados acertadamente en mayor o menor medida. El único revés que, por otro lado es frecuente y casi connatural con la evolución histórica del calendario litúrgico, es la reintroducción de santos y fiestas de devoción. La misma Constitución Sacrosanctum Concilium había pedido una reducción del santoral del Calendario, pues «hasta entonces un gran número de fiestas de santos prevalecían sobre la celebración dominical» (pág. 8). Aunque no se ha llegado todavía a esos extremos, se nota ya la muy rápida introducción de nuevos santos en el Calendario, mayor que en el mismo espacio de tiempo después del concilio de Trento. Otro aspecto a subrayar y que recoge el autor en su introducción es el principio de reducir las fiestas de devoción, que «son aquellas que no celebran un misterio de la historia de la salvación sino un título o un aspecto del Señor, de la Virgen o de un santo» (pág. 13). Este principio no se ha realizado del todo, e incluso dos fiestas de devoción suprimidas en la primera edición del misal romano han vuelto a aparecer en su tercera edición.

Muchos otros datos de la introducción y de los mismos documentos presentados darían para comentar y resaltar, especialmente por su trasfondo teológico y consecuencias eclesiológicas y litúrgicas. Se trata, por lo tanto, de una obra de referencia necesaria no solo para delegados de liturgia y estudiosos, sino también para todo aquel que quiera comprender mejor cómo la liturgia moderna comprende la celebración litúrgica de los santos y su lugar dentro del año litúrgico. Un material conveniente para conmemorar una efeméride (14 de febrero de 1969) que marca uno de los hitos de la reforma litúrgica querida por el concilio Vaticano II.

Adolfo Ivorra