Crónica de las XLIII Jornadas de la AEPL.


Como es ya habitual, en los últimos días del mes de agosto han tenido lugar las Jornadas de la Asociación Española de Profesores de Liturgia en su cuadragésima tercera edición. Del 28 al 30 de agosto los miembros de la AEPL se congregaron en el Centro de Espiritualidad del Corazón de Jesús, de Valladolid, para reflexionar y dialogar con solidez teológica y entusiasmo cordial sobre La Prex eucharistica, momento cumbre de la Liturgia de la Iglesia en el que se renueva el sacrificio de la salvación y se unen el cielo y la tierra.

Las Jornadas dieron inicio la mañana del martes 28, memoria de san Agustín, maestro de la mistagogía litúrgica, con las palabras de acogida y presentación del Presidente de la Asociación. En su intervención, el Dr. Jaime González Padrós invitaba a los presentes a aprovechar estos días de modo distendido y fraternal a la vez que destacaba la relevancia del tema escogido para las Jornadas de este año.

Tras el acto de inauguración, tuvo lugar la primera de las ponencias con el título Marco histórico y teológico, a cargo de D. Manuel González López-Corps, profesor de la Universidad Eclesiástica san Dámaso de Madrid. Su intervención, fruto de una laboriosa aproximación a las hipótesis planteadas en las investigaciones y estudios de las fuentes litúrgicas más recientes, ponía de manifiesto nuestro desconocimiento acerca de la configuración de la Plegaria eucarística en los primeros siglos de la Iglesia. Con suma humildad, sabedor del carácter precario en el que se mueve la historiografía respecto a esta cuestión, el Dr. González López-Corps formulaba la posibilidad de que, en los primeros tres siglos del cristianismo, la Plegaria eucarística se asemejara a un prefacio carente de epíclesis y sin que se pronunciaran las palabras de Jesús en la Última Cena. Una Iglesia que se entiende permanentemente guiada por el Espíritu Santo no precisa de momentos de especial ruego de su intervención. Por otro lado, se trata de una Iglesia que interpreta el mandato del Señor en la Última Cena no como reproducción de sus palabras sino como realización de aquellos gestos en los que se plasmaban y consumaban sus palabras. En cualquier caso, para llegar a conclusiones más definitivas es preciso continuar sumergiéndose en el estudio de las fuentes.

Si la Iglesia respira por dos pulmones, por la tarde tuvimos la excepcional oportunidad de oxigenar nuestra fe gracias a los alvéolos del pulmón del Oriente Católico de la mano del Exarca Apostólico en Grecia S.E.R. Manuel Nin, que nos ofreció una ponencia sobre Las Plegarias eucarísticas orientales. Comenzaba subrayando la íntima vinculación existente entre los Padres y la Liturgia. Los tratados, las homilías e incluso las afirmaciones conciliares con el objetivo de evitar la herejía, hallan su contexto en la Liturgia. A continuación nos presentó con brevedad las tres familias anafóricas: alejandrina, antioquena y siro-oriental. El resto de su intervención se centro en la descripción de la Anáfora de Santiago, hermano del Señor, cuyo origen tiene como marco la Iglesia de Jerusalén. Se comprende, por ello, su evidente sabor judeo-cristiano, con referencias a personajes del Antiguo Testamento, a los salmos y también a los santos lugares.

Esta misma tarde, pudimos escuchar tres comunicaciones sobre cuyos contenidos el segundo día se formarían grupos de trabajo con el objetivo de permitir que los asistentes participaran más directamente ofreciendo sus reflexiones y observaciones. El Dr. Jordi Font disertó sobre las Raíces bíblicas de la Plegaría eucarística. El profesor Luis Rueda sobre la Plegaria en la Liturgia hispana. Y, por último, D. Pedro M. Merino, nos ofreció una pedagógica lección de carácter pastoral sobre el Uso de las plegarias del Misal romano.

La mañana del segundo día, memoria del martirio de san Juan Bautista, D. Aurelio García, miembro de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, nos deleitó con una conferencia sobre la Dimensión espiritual de la Plegaria eucarística. Con la metodología de la catequesis mistagógica de los Padres, nos fue adentrando en el sentido espiritual de los elementos que componen la Plegaria, de la que afirmó que debe ser el modelo de toda oración cristiana. Añadió que la Plegaria nos conforma a Cristo en su Misterio Pascual. En conclusión, el creyente encuentra en la Plegaria eucarística la expresión e inspiración de su vida toda.

Por la tarde de este segundo día, tras la Asamblea Ordinaria de la AEPL, realizamos una visita al Museo Nacional de Escultura, que reúne la más valiosa colección de escultura española. Y, a continuación, pudimos admirar la imagen de la Virgen de las Angustias en la Iglesia de las Angustias. Más allá del admirable valor artístico de las obras, pudimos empaparnos en las aguas de la honda espiritualidad que destilaban.

El jueves 30, último día de las Jornadas, nos dirigió su palabra el profesor Guiseppe Midili, carmelita calzado, docente del Pontificio Instituto Litúrgico “Sant’Anselmo” de Roma. Su ponencia se centró en la Dimensión celebrativa de la Plegaria eucarística y, por ello, presentaba un perfil señaladamente pastoral, que el orador condensó en el principio conciliar de la participación. En continuidad con la Constitución conciliar sobre la sagrada Liturgia, el padre Midili se preguntaba sobre la participación de los fieles en la Plegaria eucarística. Reflexionaba sobre las dificultades y el modo de facilitar esa participación sin que la Plegaria pierda su unidad.

Como no podía ser de otro modo, en el transcurso de estos días también dedicamos amplios espacios de tiempo a la oración, la celebración de la Liturgia de las Horas y de la Eucaristía. Terminábamos las Jornadas con la Eucaristía presidida por el Cardenal Arzobispo de Valladolid D. Ricardo Blázquez en el santuario de la Gran Promesa. Tal y como nuestro presidente hacia notar en su discurso de clausura, el ambiente distendido, agradable y fraternal han reinado durante estas Jornadas, lo cual hace de nuestra Asociación un signo de la vocación propia de la Iglesia, llamada por el Señor a conformar su cuerpo místico.

Antonio Astigarraga Mateos