J. González Padrós, La liturgia desde dentro. Romano Guardini. Joseph Ratzinger, CPL, Barcelona 2018, 86 págs.
En este Cuaderno Phase encontramos publicada la lección inaugural que pronunció el profesor Jaume González en el Ateneo Universitario San Paciano en octubre de 2017 en Barcelona, titulada en ese acto In spiritu et virtute Liturgiae. Romano Guardini-Joseph Ratzinger. Esta breve obra gira en torno a las aportaciones litúrgicas de Romano Guardini y Joseph Ratzinger en sendos libros que llevaron el mismo título: El espíritu de la liturgia. La razón fundamental para escoger este tema tiene que ver con el hecho de que en 2018 se cumplen cien años de la publicación del libro de Guardini.
El libro del profesor González tiene cuatro apartados. En los dos últimos trata la aportación teológico-litúrgica de los dos autores citados, mientras que en los dos primeros se sientan las bases para comprender mejor su significado. La lección inaugural encuentra su justificación en la educación litúrgica del clero, una petición hecha en concilio Vaticano II y que tiene todo su sentido en el ámbito académico. Como es lógico, esta educación litúrgica no se limita al clero sino que va más allá: es la razón de ser del Movimiento Litúrgico, que el autor concibe como «un gran esfuerzo intelectual y pastoral para comprender y, así, comunicar a todos los bautizados el verdadero espíritu y la fuerza de la celebración litúrgica para la vida cristiana» (pág. 12).
El segundo apartado entra de lleno en el significado del Movimiento Litúrgico. El autor señala una influencia que se suele perder de vista: la manera en que la Ilustración intentó su proyecto litúrgico en el s. XVIII y cómo, a pesar de su fracaso, volvió de forma renovada a finales del s. XIX. La simplificación, el carácter comunitario, la comprensión y la edificación (cf. pág. 17) son las ideas que sobrevivieron y encontraron su eco en el Movimiento. La vuelta a la liturgia romana pura con Guéranger representa otra forma de enfocar la reforma de la liturgia, que buscaba la unidad litúrgica, el aprecio por la lengua latina, etc. Los misales bilingües de finales del s. XIX fueron una vía intermedia entre el conocimiento y el referente unitario de la prexromana. El excursussobre Antonio Rosmini muestra otra faceta de las dificultades pastorales que existían.
La presentación de la obra de Beauduin y Casel dan el contexto necesario para comprender la orientación del Movimiento Litúrgico en la primera mitad del s. XX. El principio teológico del ejercicio del sacerdocio de Jesucristo en la liturgia (cf. pág. 32s) en Beauduin y la doctrina de los Misterios de Casel como «ontología de la liturgia» (cf. pág. 36) muestran la nueva orientación teológica del Movimiento.
La teología litúrgica de Guardini se presenta en el apartado tercero, subrayando cómo la liturgia es toda ella simbólica, no dada a la utilidad, y que guarda cierta relación con el arte y el juego en su carácter de gratuidad. En este sentido, Guardini rehúsa toda valoración ilustrada de la liturgia como significado que debe ser leído y prefiere ver en ella algo que tiene su fin en sí misma: la liturgia «mira a Dios, es contemplación de su gloria» (pág. 49). Esta es precisamente la percepción compartida entre Guardini y Ratzinger: «Ambos, al tratar de la liturgia, no pretenden otra cosa que ser fieles al primado que Dios debe tener en la vida humana, si en ella se quiere descubrir fundamento y sentido» (pág. 63).
En Ratzinger se aprecian otras aproximaciones a la cuestión litúrgica, propias de los tiempos, semejantes pero a la vez diferentes de los que vivió Guardini. La necesaria vinculación con la teología dogmática, el verdadero sentido de lo festivo y de la liberación que comporta la liturgia son aspectos que llaman la atención del teólogo alemán antes de llegar al papado. La orientación en la oración litúrgica, la esencia de la liturgia en la Constitución conciliar y el sentido mismo de la reforma litúrgica son las nuevas cuestiones a las que Ratzinger intentó dar respuesta. Su aportación durante su pontificado, sin embargo, no fue la de cambios sustanciales, debido uno de sus presupuestos teológicos: la liturgia es algo dado y no debe darse en ella una «revolución permanente» (pág. 79).
Con esta exposición sintética, el profesor Jaume González cumple con creces su propósito de mostrar la importancia de educar en el símbolo, tema de su conclusión. De alguna forma este breve texto ofrece todavía más, pues da las claves para comprender la historia reciente de la liturgia y para hacer una idea clara del status quaestionis de la teología litúrgica de nuestro presente. En suma, un buen ejercicio pedagógico para introducir a profanos y cultores de la liturgia en autores y temas que siguen siendo actuales.
Adolfo Ivorra