El "Vía Crucis"
«Cristo del Consuelo» del Escultor Ruíz Montes |
132. El Vía Crucis es la síntesis de varias
devociones surgidas desde la alta Edad Media: la peregrinación a Tierra Santa,
durante la cual los fieles visitan devotamente los lugares de la Pasión del
Señor; la devoción a las "caídas de Cristo" bajo el peso de la Cruz;
la devoción a los "caminos dolorosos de Cristo", que consiste en ir
en procesión de una iglesia a otra en memoria de los recorridos de Cristo
durante su Pasión; la devoción a las "estaciones de Cristo", esto es,
a los momentos en los que Jesús se detiene durante su camino al Calvario, o
porque le obligan sus verdugos o porque está agotado por la fatiga, o porque,
movido por el amor, trata de entablar un diálogo con los hombres y mujeres que
asisten a su Pasión.
En su forma actual, que está ya atestiguada en la
primera mitad del siglo XVII, el Vía Crucis, difundido sobre todo por
San Leonardo de Porto Mauricio (+1751), ha sido aprobado por la Sede
Apostólica, dotado de indulgencias y consta de catorce estaciones.
133. El Vía Crucis es un camino trazado por
el Espíritu Santo, fuego divino que ardía en el pecho de Cristo (cfr. Lc
12,49-50) y lo impulsó hasta el Calvario; es un camino amado por la Iglesia,
que ha conservado la memoria viva de las palabras y de los acontecimientos de
los último días de su Esposo y Señor.
En el ejercicio de piedad del Vía Crucis
confluyen también diversas expresiones características de la espiritualidad
cristiana: la comprensión de la vida como camino o peregrinación; como paso, a
través del misterio de la Cruz, del exilio terreno a la patria celeste; el
deseo de conformarse profundamente con la Pasión de Cristo; las exigencias de
la sequela Christi, según la cual el discípulo debe caminar detrás del
Maestro, llevando cada día su propia cruz (cfr. Lc 9,23)
Por todo esto el Vía Crucis es un ejercicio
de piedad especialmente adecuado al tiempo de Cuaresma.
134. Para realizar con fruto el Vía Crucis
pueden ser útiles las siguientes indicaciones:
- la forma tradicional, con sus
catorce estaciones, se debe considerar como la forma típica de este ejercicio
de piedad; sin embargo, en algunas ocasiones, no se debe excluir la sustitución
de una u otra "estación" por otras que reflejen episodios evangélicos
del camino doloroso de Cristo, y que no se consideran en la forma tradicional;
- en todo caso, existen formas
alternativas del Vía Crucis aprobadas por la Sede Apostólica o usadas
públicamente por el Romano Pontífice: estas se deben considerar formas
auténticas del mismo, que se pueden emplear según sea oportuno;
- el Vía Crucis es un ejercicio de
piedad que se refiere a la Pasión de Cristo; sin embargo es oportuno que
concluya de manera que los fieles se abran a la expectativa, llena de fe y de
esperanza, de la Resurrección; tomando como modelo la estación de la Anastasis
al final del Vía Crucis de Jerusalén, se puede concluir el ejercicio de
piedad con la memoria de la Resurrección del Señor.
135. Los textos para el Vía Crucis son
innumerables. Han sido compuestos por pastores movidos por una sincera estima a
este ejercicio de piedad y convencidos de su eficacia espiritual; otras veces
tienen por autores a fieles laicos, eminentes por la santidad de vida, doctrina
o talento literario.
La selección del texto, teniendo presente las
eventuales indicaciones del Obispo, se deberá hacer considerando sobre todo las
características de los que participan en el ejercicio de piedad y el principio
pastoral de combinar sabiamente la continuidad y la innovación. En todo caso,
serán preferibles los textos en los que resuenen, correctamente aplicadas, las
palabras de la Biblia, y que estén escritos con un estilo digno y sencillo.
Un desarrollo inteligente del Vía Crucis,
en el que se alternan de manera equilibrada: palabra, silencio, canto,
movimiento procesional y parada meditativa, contribuye a que se obtengan los frutos
espirituales de este ejercicio de piedad.
[Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio
sobre la Piedad popular y la Liturgia. Ciudad del Vaticano 2002]