«El legado litúrgico de Benedicto XVI» (VII)

Cuestiones concretas aquí planteadas

“En el culto pueden considerarse, el mismo culto, los que celebran el culto y las mediaciones o instrumentos cultuales. El mismo culto consiste de modo especial en los sacrificios, que se ofrecen para la reverencia de Dios. Las mediaciones cultuales pertenecen al campo de lo sagrado, como es el tabernáculo, los vasos y otras cosas del mismo género. Por parte de los que celebran el culto se pueden considerar dos cosas: a saber, su institución para el culto divino, se hace por alguna consagración o del pueblo o de los ministros, a lo que pertenecen los sacramentos; y además, la especial conversación de ellos por la que se distinguen de quienes no dan culto a Dios, y a esto pertenecen las observancias, por ejemplo, en la alimentación y en el vestido, etc. [1]” 
En este campo teológico litúrgico es fundamental recordar los principios esenciales de la constitución sobre la liturgia, que deberán iluminar en la teoría y en la práctica nuestras cuestiones concretas y, sobre todo, nuestras celebraciones cultuales, de tal manera que lleguen a la mente y al corazón de los fieles por sus formas bellas y por su gran riqueza espiritual; ello provocará amor y respeto a la sagrada liturgia. Sabemos que el mal ha provenido de la precipitación en ciertos cambios en la liturgia, limitados a veces a la mera exterioridad. Continuarán a existir acentos teológicos y espirituales diferentes y tendremos que aceptarlos mientras no sean dos formas opuestas de vivir la fe, sino patrimonio de la misma y única fe. Tengamos paciencia y ejercitemos también la confianza en Dios que conduce y protege su Iglesia y hallemos en la liturgia la fuerza para dar testimonio de la fe en nuestro tiempo.  

Pedro Fernández Rodríguez, OP



[1] S. TOMÁS DE AQUINO, Summa theologiae, I-II, 101, 4c.