«San Juan Pablo II» de Raúl Berzosa
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22 de octubre
SAN JUAN PABLO II, PAPA
Memoria
libre
Misa
Del Común
de pastores: para un papa.
Oración Colecta
Oh Dios, rico en misericordia,
que has querido que san Juan Pablo II, papa,
guiara toda tu Iglesia,
te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas,
nos concedas abrir confiadamente nuestros corazones
a la gracia salvadora de Cristo, único redentor del hombre.
Él, que vive y reina.
que has querido que san Juan Pablo II, papa,
guiara toda tu Iglesia,
te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas,
nos concedas abrir confiadamente nuestros corazones
a la gracia salvadora de Cristo, único redentor del hombre.
Él, que vive y reina.
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Leccionario
Del Común
de pastores: para un papa.
Primera Lectura: Is 52, 7-10: «Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios».
¡Qué
hermosos son sobre los montes los pies del mensajero...
Salmo responsorial: Sal 96 (95), 1-2a. 2b-3. 7-8a. 10
R/.
(3): Contad las maravillas del Señor a todas las naciones
Aleluya: Jn 10, 14: Yo soy el buen Pastor
-
dice el Señor -
conozco
mis ovejas, y las mías me conocen
Evangelio: Jn 21, 15-17: «Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas».
Habiéndose aparecido Jesús a sus
discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro...
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Liturgia
de las Horas
Carlos José Wojtyla nació en
Wadowic, Polonia, el año 1920. Ordenado presbítero y realizados sus estudios de
teología en Roma, regresó a su patria donde desempeñó diversas tareas
pastorales y universitarias. Nombrado Obispo auxiliar de Cracovia, pasó a ser
Arzobispo de esa sede en 1964; participó en el Concilio Vaticano II. Elegido
Papa el 16 de octubre de 1978, tomó el nombre de Juan Pablo II, se distinguió
por su extraordinaria actividad apostólica, especialmente hacia las familias,
los jóvenes y los enfermos, y realizó innumerables visitas pastorales en todo
el mundo. Los frutos más significativos que ha dejado en herencia a la Iglesia
son, entre otros, su riquísimo magisterio, la promulgación del Catecismo de la
Iglesia Católica y los Códigos de Derecho Canónico para la Iglesia Latina y
para las Iglesias Orientales. Murió piadosamente en Roma, el 2 de abril del
2005, vigilia del Domingo II de Pascua, o de la Divina Misericordia.
Del Común
de pastores: para un papa.
Oficio
de lectura
Segunda lectura
De la Homilía de san Juan Pablo II,
papa, en el inicio de su pontificado
(22 de
octubre 1978: AAS 70 [1978] 945-947)
¡No
tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo!
¡Pedro vino a Roma! ¿Qué fue lo que
le guió y condujo a esta Urbe, corazón del Imperio Romano, sino la obediencia a
la inspiración recibida del Señor? Es posible que este pescador de Galilea no
hubiera querido venir hasta aquí; que hubiera preferido quedarse allá, a
orillas del Lago de Genesaret, con su barca, con sus redes. Pero guiado por el
Señor, obediente a su inspiración, llegó hasta aquí.
Según una antigua tradición
durante la persecución de Nerón, Pedro quería abandonar Roma. Pero el Señor
intervino, le salió al encuentro. Pedro se dirigió a El preguntándole: «Quo
vadis, Domine?: ¿Dónde vas, Señor?». Y el Señor le respondió enseguida: «Voy a
Roma para ser crucificado por segunda vez». Pedro volvió a Roma y permaneció
aquí hasta su crucifixión.
Nuestro tiempo nos invita, nos
impulsa y nos obliga a mirar al Señor y a sumergirnos en una meditación humilde
y devota sobre el misterio de la suprema potestad del mismo Cristo.
El que nació de
María Virgen, el Hijo del carpintero – como se le consideraba –, el Hijo del
Dios vivo, como confesó Pedro, vino para hacer de todos nosotros «un reino de
sacerdotes».
El Concilio Vaticano II nos ha
recordado el misterio de esta potestad y el hecho de que la misión de Cristo
–Sacerdote, Profeta-Maestro, Rey– continúa en la Iglesia. Todos, todo el Pueblo
de Dios participa de esta triple misión. Y quizás en el pasado se colocaba
sobre la cabeza del Papa la tiara, esa triple corona, para expresar, por medio
de tal símbolo, el designio del Señor sobre su Iglesia, es decir, que todo el
orden jerárquico de la Iglesia de Cristo, toda su "sagrada potestad"
ejercitada en ella no es otra cosa que el servicio, servicio que tiene un
objetivo único: que todo el Pueblo de Dios participe en esta triple misión de
Cristo y permanezca siempre bajo la potestad del Señor, la cual tiene su origen
no en los poderes de este mundo, sino en el Padre celestial y en el misterio de
la cruz y de la resurrección.
La potestad absoluta y también dulce
y suave del Señor responde a lo más profundo del hombre, a sus más elevadas
aspiraciones de la inteligencia, de la voluntad y del corazón. Esta potestad no
habla con un lenguaje de fuerza, sino que se expresa en la caridad y en la
verdad.
El nuevo Sucesor de Pedro en la Sede
de Roma eleva hoy una oración fervorosa, humilde y confiada: ¡Oh Cristo! ¡Haz
que yo me convierta en servidor, y lo sea, de tu única potestad! ¡Servidor de
tu dulce potestad! ¡Servidor de tu potestad que no conoce ocaso! ¡Haz que yo
sea un siervo! Más aún, siervo de tus siervos.
¡Hermanos y
hermanas! ¡No tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!
¡Ayudad al Papa
y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir
al hombre y a la humanidad entera!
¡No temáis! ¡Abrid, más todavía,
abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los
confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos
campos de la cultura. de la civilización y del desarrollo. ¡No tengáis miedo!
Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo El lo conoce!
Con frecuencia el hombre actual no
sabe lo que lleva dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas
veces se siente inseguro sobre el sentido de su vida en este mundo. Se siente
invadido por la duda que se transforma en desesperación. Permitid, pues, – os lo
ruego, os lo imploro con humildad y con confianza – permitid que Cristo hable
al hombre. ¡Sólo El tiene palabras de vida, sí, de vida eterna!
Responsorio
R/. No tengáis miedo:
el Redentor del hombre ha revelado el poder de la cruz y ha dado la vida por
nosotros. * Abrid de par en par las puertas
a Cristo.
V/. Somos llamados en
la Iglesia a participar de su potestad. * Abrid.
Oración
Oh Dios, rico en
misericordia, que has querido que san Juan Pablo II, papa, guiara toda tu
Iglesia, te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas, nos concedas abrir
confiadamente nuestros corazones a la gracia salvadora de Cristo, único
redentor del hombre. Él, que vive y reina.
Fuente: Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
Fuente: Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos