José Antonio Goñi
Artículo publicado en Phase 280 (2007), 329-340.
DESDE LA MUERTE HASTA LA RESURRECCIÓN
expresión litúrgica del «estado intermedio»
La existencia de una vida después de la muerte es uno de los
fundamentos de la fe cristiana. Del mismo modo que la muerte no retuvo
en el sepulcro a Cristo, quien crea en él también vivirá para siempre.
Así lo dirá el propio Jesús a Marta tras la muerte de su hermano Lázaro:
«Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera,
vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.» ( Jn 11,
25-26). Y en otro pasaje dirigiéndose a la multitud: «Esta es la
voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida
eterna, y yo lo resucitaré en el último día» ( Jn 6, 40).
Ahora bien, Jesús no explicó cómo será esa vida del más allá, qué sucede tras la muerte. Fue en la época patrística [1] cuando,
basándose en algunos textos neotestamentarios, se plasmó teológicamente
la cuestión que posteriormente, la escolástica desarrollaría y
sistematizaría. Se fijó así la escatología de doble fase (individual,
tras la muerte, y universal, al final de los tiempos). La cual obtuvo,
además, un respaldo magisterial con la publicación de la constitución
dogmática Benedictus Deus (29 de enero de 1336) [2] del
papa Benedicto XII (1334-1342) que formuló como verdad de fe la
inmediatez de la retribución después de la muerte (bienaventuranza o
castigo).
Este planteamiento escatológico de doble fase que la tradición nos ha
legado sería el siguiente: Nada más morir, el alma inmortal abandona el
cuerpo sin vida. Seguidamente el alma se presenta ante Dios para un
juicio individual y privado. Tras el cual pasa a la bienaventuranza o a
la condenación, según sea el caso. Si no ha expiado durante su vida
terrenal las penas por sus pecados pasa un tiempo de purificación,
entrando después en la bienaventuranza. Al llegar el último día de la
historia y del mundo resucitan los cuerpos y cada uno se une a su alma
respectiva. Después todos los hombres, con cuerpo y alma, y a la vista
de los demás, se presentarán al juicio universal (que sería personal, no
colectivo), también conocido como juicio final, tras el cual habrá
bienaventuranza eterna o condenación eterna. [3] El
tiempo que dista entre ambos juicios, y cuyo protagonista es el alma
inmortal separada del cuerpo mortal, se conoce como «estado intermedio».
Veamos cómo la lex orandi es expresión de la lex credendi , esto es,
cómo se refleja en la liturgia actual, concretamente en las misas de
difuntos del Misal romano [4] y en el Ritual de exequias [5] ,
este planteamiento escatológico. Para ello deberemos tomar las ideas
que se encuentran repartidas en las oraciones de difuntos y reconstruir,
como si de un puzzle se tratase, el itinerario completo. Cada oración
nos ofrece dos o tres ideas con las que no es posible plasmar la
totalidad del pensamiento eclesial sobre la realidad post mortem . Serán
necesarias varias oraciones que al complementarse las unas con las
otras nos permitirán hacer esta reconstrucción. Queremos indicar,
además, que el pensamiento escatológico que emerge de la eucología no es
plenamente uniforme, sino que, en ocasiones, encontramos diferencias
entre ellos al presentar una misma realidad. Esto se debe a que tanto el
Misal como el Ritual contienen eucología de diferentes momentos de la
historia de la Iglesia: unas oraciones proviene de la patrística, otras
se remontan al medioevo, otras son de creación reciente. Y, por tanto,
reflejan el sentir de una época diferente.
Como frontispicio de nuestro recorrido queremos proponer la primera
oración para rezar en la casa del difunto que figura en los textos
complementarios para las exequias, situados en el capítulo VI de la
edición típica latina del Ritual de exequias . Este texto, que se
remonta al siglo VII [6] ,
recoge prácticamente los sucesos que vive el ser humano cuando muere
según el planteamiento tradicional. Ofrecemos el texto latino junto a la
traducción castellana [7] . Así lo haremos también para el resto de oraciones.
«Te, Domine, sancte Pater, omnipotens aeterne Deus, supplices deprecamur pro anima famuli tui N., quem de hoc saeculo ad te v enire iussisti; ut ei digneris dare locum refrigerii, lucis et pacis. Liceat ei portas mortis sine offensione transire et in mansionibus sanctorum et in luce sancta permaneat, quam olim Abrahae et eius semini promisisti. Nullam eius anima sustineat laesionem, sed, cum magnus dies ille resurrectionis et remunerationis advenerit, resuscitare eum, Domine, una cum sanctis et electis digneris; dimittas ei omnia delicta atque peccata, tecumque immortalitatis vitam et regnum consequatur aeternum.» (OE 1 n. 167) | «Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, humildemente te suplicamos por tu siervo N., a quien has llamado de este mundo: dígnate llevarlo al lugar del descanso, de la luz y de la paz. Concédele franquear victoriosamente las puertas de la muerte, para que habite con tus santos en el cielo, en la luz que prometiste a Abrahán y su linaje. Que su alma se vea libre de toda pena, y, cuando llegue el gran día de la resurrección y del premio, resucítale entre tus santos y elegidos. Olvida sus culpas y pecados, para que, junto a ti, goce de la vida inmortal en el reino eterno.» (RE 1 n. 74) |
La oración nos presenta un Dios que tiene el poder sobre la vida y
sobre la muerte. Él es quien decide cuando acaba nuestro peregrinar por
esta tierra llamando al hombre a su presencia: «quem de hoc saeculo ad
te venire iussisti / a quien has llamado de este mundo ». Una vez que el
hombre a muerto, su alma es conducida, por Dios en este caso (en otras
oraciones, como veremos, serán los ángeles quienes la lleven), a un
lugar cuya permanencia no es definitiva, al lugar prometido a Abrahán y
su descendencia, al lugar anterior en el que todavía no se participa de
la vida glorificada de Cristo: «ei digneris dare locum refrigerii, lucis
et pacis / dígnate llevarlo al lugar del descanso, de la luz y de la
paz »; « in luce sancta permaneat, quam olim Abrahae et eius semini
promisisti / que habite en la luz que prometiste a Abrahán y su linaje »
. A ese lugar sólo se accede limpio de pecado: «liceat ei portas mortis
sine offensione transire / c oncédele franquear victoriosamente las
puertas de la muerte »; «nullam eius anima sustineat laesionem / q ue su
alma se vea libre de toda pena »; «dimittas ei omnia delicta atque
peccata / o lvida sus culpas y pecados ». En este lugar habitan también
los santos, así que ya una retribución porque los santos contemplan a
Dios y pueden interceder por nosotros, podríamos decir que es la
antesala de la vida eterna: «liceat ei in mansionibus sanctorum
permaneat / que habite con tus santos en el cielo ». Y finalmente, el
día de la resurrección, los difuntos, y también los santos, resucitan y
reciben el premio eterno, se supone que tras el juicio final: «cum
magnus dies ille resurrectionis et remunerationis advenerit, resuscitare
eum, Domine, una cum sanctis et electis digneris / cuando llegue el
gran día de la resurrección y del premio, resucítale entre tus santos y
elegidos ».
Completemos ahora este recorrido ilustrándolo con otras oraciones de la liturgia exequial.
El tránsito de este mundo
Decíamos que el alma era conducida por Dios al más allá y así lo
expresaba la oración que acabamos de comentar. Otras oraciones van
también en esta misma dirección recogiendo esta idea.
«ut animam famuli tui N., quam de hoc saeculo migrare iussisti , in pacis ac lucis regione constituas …» (OE 1 n. 33) | «…a quien has llamado de este mundo, dígnate llevarlo al lugar de la luz y de la paz…» (RE 1 n. 105) |
«…ut suscipi iubeas animam famuli tui N. in sinum amici tui patriarchae Abrahae…» (OE 1 n. 174) | «que el alma de tu siervo N. sea llevada a la morada de nuestro padre Abrahán, tu amigo…» (RE 1 n. 325) |
«…ut anima famuli tui N. ad redemptionis aeternae perveniat , te ducente , consortium.» (MR 3 lat. p. 1194) | «…concédenos que el alma de tu siervo N., conducida por ti, participe de la redención eterna.» [8] |
Si n embargo, también encontramos la idea de que los ángeles, como
compañeros que han sido del hombre en su vida terrena, asisten al alma
en su tránsito de este mundo. Esta idea está expresada explícitamente
solo en las antífonas que se proponen para ser cantadas en diferentes
momentos de la liturgia exequial.
«Subvenite, Sancti Dei, occurrite, Angeli Domini: Suscipientes animam eius: Offerentes eam in conspectu Altissimi. Suscipiat te Christus, qui vocavit te: et in sinum Abrahae Angeli deducant te.» (OE 1 n. 47) | «Venid en su ayuda, santos de Dios; salid a su encuentro, ángeles del Señor. Recibid su alma y presentadla ante el Altísimo. Cristo que te llamó, te reciba, y los ángeles te conduzcan al regazo de Abrahán.» (RE 1 n. 119) |
«In paradisum deducant te Angeli : in tuo adventu suscipiant te Martyres, et perducant te in civitatem sanctam Ierusalem.» (OE 1 n. 50) | «Al paraíso te lleven los ángeles , a tu llegada te reciban los mártires y te introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén.» (RE 1 n. 121) |
«Chorus Angelorum te suscipiat, et cum Lazaro quondam paupere aeternam habeas requiem.» (OE 1 n. 50) | «El coro de los ángeles te reciba, y junto con Lázaro, pobre en esta vida, tengas el descanso eterno.» (RE 1 n. 121) |
El lugar donde reposan las almas tras la muerte
Tras la muerte las almas son llevadas a un lugar que es designado de
diversas formas en las oraciones exequiales: lugar de descanso, lugar de
la paz, lugar de la luz, paraíso, seno de Abrahán… Podríamos afirmar
que todas ellas tienen en común un mismo rasgo: se trata de un lugar
transitorio ya que normalmente se hace referencia a una posterior
resurrección que implicaría el acceso a un estado definitivo.
«…in pacis ac lucis regione constituas…» (OE 1 n. 33) |
«…dígnate llevarlo al lugar de la luz y de la paz …» (RE 1 n. 74) |
«…ut portae paradisi aperiantur famulo tuo…» (OE 1 n. 48) | «…para que se abran a tu siervo las puertas del paraíso …» (RE 1 n. 92) |
«…ut ei digneris dare locum refrigerii, lucis et pac is . Liceat ei portas mortis sine offensione transire et in mansionibus sanctorum et in luce sancta permaneat , quam olim Abrahae et eius semini promisisti…» (OE 1 n. 167) | «…dígnate llevarlo al lugar del descanso, de la luz y de la paz . Concédele franquear victoriosamente las puertas de la muerte, para que habite con tus santos en el cielo, en la luz que prometiste a Abrahán y su linaje…» (RE 1 n. 74) |
«…ut suscipi iubeas animam famuli tui N. in sinum amici tui patriarchae Abrahae …» (OE 1 n. 174) | «…que el alma de tu siervo N. sea llevada a la morada de nuestro Padre Abrahán , tu amigo…» (RE 1 n. 325) |
Purificación de los pecados
Al lugar donde van las almas tras la muerte solo se accede limpio de
pecado. Por eso encontramos oraciones exequiales que piden a Dios que
absuelva al difunto de sus pecados. Más aún se aplica la eucaristía por
él, citando su nombre en la plegaria eucarística, para que, por medio de
los efectos redentores de la muerte de Cristo que se actualizan en la
celebración eucarística, le sean perdonadas las culpas que cometió
mientras el difunto vivía en este mundo y acceda así a la vida eterna.
«…Illi ómnia peccáta dimítte , Dómine…» (OE 1 n. 169) | «… perdona a nuestro hermano sus pecados …» (RE 1 n. 319) |
«…si quid de regione mortali tibi contrarium contraxit, tua pietate ablue indulgendo .» (OE 1 n. 174) | Si ha pecado contra ti durante esta vida, que tu amor lo purifique y perdone .» (RE 1 n. 325) |
«… miseratiónum tuarum largitátem concédas, ut, quidquid terréna conversatióne contráxit, tua pietáte emundétur …» (OE 1 n. 175) | «…le concedas la abundancia de tu perdon, dígnate purificarle de todo lo que le manchó en este mundo…» (RE 1 n. 326) |
«…ut, si qua ei peccáti mácula inhaésit aut vítium humánum infécit, dono tuae pietátis indúlgeas et abstérgeas .» (MR 3 lat. p. 1193) | «y, si en algo quedó manchado por el pecado o por debilidad de su condición humana, que tu misericordia le perdone y le purifique .» (MR 2 cas. p. 999) |
El momento de la resurrección
Varias oraciones de la liturgia exequial nos informan del momento que
tendrá lugar la resurrección: el último día. Hay otras que solamente
hablan del día de la resurrección sin precisar que se trata del último
día. No obstante, en estas ocasiones consideramos que se sobreentiende
que se trata del día del fin del mundo. Algunas añaden, además, que
juntamente con la resurrección acontecerá el juicio final tras el cual
cada uno, según haya sido su actuación en la tierra, recibirá premio o
castigo.
«… sicut omnes in Christo defúnctos, cum Christo esse resurrecturum in novissimo die …» (OE 1 n. 48) | «…resucitará con Cristo en el último día con todos los que en Cristo han muerto…» (RE 1 n. 92) |
«…cum magnus dies ille resurrectionis et remunerationis advenerit, resuscitare eum, Domine…» (OE 1 n. 167) | «…cuando llegue el gran día de la resurrección y del premio , resucítale entre tus santos y elegidos…» (RE 1 n. 74) |
«…resuscitandam in die novissimo magni iudicii …» (OE 1 n. 174) | «…resucite en el día grande del juicio …» (RE 1 n. 325) |
«…ut in res urrectionis die vivat…» (MR 3 lat. p. 1207) | «…para que en el día de la resurrección universal alcance la vida…» (MR 1 cas. p. 1021) |
Debemos señalar también que ciertas oraciones hablan de la
resurrección de modo genérico sin ningún tipo de precisión que permita
suponer el momento en el que acontecerá.
«…concede propitius, ut in hoc sepulcro famulus tuus cum pace dormiens requiescat, donec eum tu resuscitans illuminaveris, qui es resurréctio atque vita, ut in lúmine vultus tui vídeat in caelo lumen aetérnum.» (OE 1 n. 71) | «…concede a tu siervo reposar en la paz de este sepulcro hasta que tú , resurrección y vida de los hombres le resucites y le lleves a contemplar la luz de tu rostro.» (RE 1 n. 97) |
«…concede propitius, ut hoc mysterio famulus tuus N., qui in illo dormivit, per illum resurgere laetetur .» (OE 1 n. 170) | «…concede a tu siervo, que ha participado en la muerte de Cristo, participar también en su resurrección .» (RE 1 n. 321) |
«qui (hodie) de hoc sæculo migravit … resurrectionis suscipiat gaudia sempiterna.» (MR 3 lat. p. 1193) | «a quien has llamado (hoy) de este mundo, y lo admitas a las alegrías de la resurrección .» (MR 2 cas. 999) |
«…ut famulus N. … aeterno resurrectionis munere ditari mereatur.» (MR 3 lat. p. 1200) | «…que tu siervo N. … merezca recibir el don de la resurrección ». [9] |
A este grupo de oraciones ambiguas debemos añadir otras oraciones
cuya ambigüedad todavía es mayor ya que no solo no precisan el momento
sino que utilizan términos genéricos para referirse a la resurrección.
De tal modo que no se sabe si se pide a Dios que el difunto pase al
estado de espera de la resurrección tras la purificación de los pecados,
esto es, a la situación en la que se encuentran los santos, o si la
demanda es que se le conceda la resurrección, esto es, el estado
definitivo de gloria. Y tampoco queda claro el cuándo: si ya ahora o al
final de la historia.
«…ut, sicut hic eum vera fides iunxit fidelium turmis, ita eum illic tua miseratio societ angelicis choris .» (OE 1 n. 56) | «…la verdadera fe lo unió aquí, en la tierra, al pueblo fiel, que tu bondad le una ahora al coro de los ángeles y elegidos .» (RE 1 n. 100) |
«… transitum mereatur ad vitam .» (OE 1 n. 175) | «… merezca pasar a la vida .» (RE 1 n. 326) |
«…meque eos in aeternae claritatis gaudio fac videre.» (OE 1 n. 181) | «…y haz que me reúna un día con ellos en la claridad de tu gloria .» (RE 1 n. 337) |
«Tibi, Domine, commendamus animam famuli tui N., ut defunctus saeculo tibi vivat …» (OE 1 n. 192) | «Te pedimos, Señor, que tu siervo N., muerto ya para este mundo, viva para ti …» (RE 1 n. 92) |
«…ut in te cum sanctis tuis sine fine laetetur .» (OE 1 n. 193) | «…para que pueda alegrarse en ti con tus santos por toda la eternidad.» (RE 1 n. 355) |
«da famulo tuo N., cuius depositionis hodie pia officia praestamus, cum sanctis atque electis tuis beati muneris portionem .» (OE 1 n. 196) | «…concede a tu siervo, cuyo cuerpo acabamos de depositar en la tierra, participar con tus santos y elegidos de la recompensa de la gloria .» (RE 1 n. 100) |
«…concedas eum ad veram patriam perduci, et gaudiis perfrui sempiternis .» (MR 3 lat. p. 1191) | «…condúcelo a la patria verdadera para que goce contigo de la alegría eterna .» (MR 2 cas. p. 997) |
La retribución inmediata
No podemos afirmar, con los textos litúrgicos en la mano, la
retribución inmediata del alma. La oraciones nos ofrecen planteamientos
contradictorios, pues unas señalan que el alma está ya en la compañía de
Cristo, otras, en cambio, que accederán a la presencia del Señor el día
de la resurrección universal, si bien estas últimas son menor en
número. A este respecto debemos señalar además que en varias oraciones
se pide que el alma del difunto sea agregada al coro de los santos.
Éstos contemplan a Dios, pues pueden interceder ante él. Así que en
estas ocasiones se supone también que el alma del difunto contemplaría a
Dios.
- Retribución inmediata
«…ut, quia prima iam transierunt, illum in paradisum tuum benigne perducas , ubi neque luctus, neque clamor, neque dolor erit ultra, sed pax et gaudium, cum Filio tuo , et Spiritu Sancto, in saecula saeculorum.» (OE 1 n. 168) | «…ya que este primer mundo acabó para él, admítelo en tu paraíso , donde no hay ni llanto, ni luto, ni dolor, sino paz y alegría, con tu Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.» (RE 1 n. 317) |
«fratrem nostrum N. … ad tuum credamus transisse consortium .» (OE 1 n. 180) | «…con la esperanza de que tu hijo N., vive ya en tu compañía .» (RE 1 n. 336) |
«…ut, sicut hic eum vera fides iunxit fidelium turmis, ita eum illic tua miseratio societ angelicis choris .» (OE 1 n. 56) | «…la verdadera fe lo unió aquí, en la tierra, al pueblo fiel, que tu bondad le una ahora al coro de los ángeles y elegidos .» (RE 1 n. 100) |
Las oraciones destinadas a las exequias de los niños son un
testimonio férreo de la retribución inmediata tras la muerte. Los niños,
al no tener conciencia de pecado, no necesitan ningún tipo de
purificación para participar de la gloria eterna. Por lo que su acceso
es inmediato, como lo manifiestan los textos litúrgicos. Podríamos
concluir consecuentemente que el adulto, una vez que está limpio de
pecado, también accede a esa retribución anterior a la resurrección
universal.
«… in regno tuo iam credimus commorari , nos etiam aeternae vitae tribuas esse aliquando consortes.» (MR 3 lat. p. 1195) | «…reúnenos un día con él en tu gloria donde creemos que vive ya contigo .» (MR 2 cas. p. 1028) |
«…praesta, ut, quem iam hac vita defunctum, te disponente, deflemus, aeternam in caelo sedem credamus adeptum .» (MR 3 lat. p. 1196) | «…concede a quienes acatamos con dolor tu voluntad de llevártelo el consuelo de creer que vive eternamente contigo en la gloria .» (MR 2 cas. p. 1029) |
- Partícipes de la compañía de los santos
«…in pacis ac lucis regione constituas, et sanctorum tuorum iubeas esse consortem .» (OE 1 n. 33) | «…dígnate llevarlo al lugar de la luz y de la paz, para que tenga parte en la asamblea de tus santos .» (RE 1 n. 74) |
«… ut in te cum sanctis tuis sine fine laetétur .» (OE 1 n. 193) | «…para que pueda alegrarse en ti con tus santos por toda la eternidad.» (RE 1 n. 355) |
«…ut, qui de hac vita in tui nominis confessione discesserunt, sanctorum tuorum numero facias aggregari .» (MR 3 lat. p. 1216) | «…que dejaron este mundo confesando tu nombre, y admítelos en la asamblea de tus santos .» (MR 2 cas. p. 1025) |
- Retribución tras la resurrección universal
«…concede propitius, ut in hoc sepulcro famulus tuus cum pace dormiens requiescat, donec eum tu resuscitans illuminaveris , qui es resurrectio atque vita, ut in lumine vultus tui videat in caelo lumen aeternum .» (OE 1 n. 53) | «…concede a tu siervo reposar en la paz de este sepulcro hasta que tú , resurrección y vida de los hombres, le resucites y le lleves a contemplar la luz de tu rostro .» (RE 1 n. 97) |
«…ut eum, a mortalitatis nexibus absolutum, in die resurrectionis ante faciem tuam praesentari concedas .» (MR 3 lat. p. 1192) | «…que en el día de la resurrección universal , libre ya de la corrupción de la muerte, disfrute de la claridad de tu presencia .» (MR 2 cas. p. 998) |
Conclusión
El análisis escatológico que ha ocupado este breve estudio pone ante
nuestros ojos la teología que está en la base de la eucología exequial
que tantas veces escuchamos sin percatarnos de su contenido. Esto es
debido a que una oración exequial nos ofrece solo una parte del conjunto
del planteamiento escatológico que la tradición nos ha legado. Y por
ello, como hemos visto, es necesario relacionarlas para ver la totalidad
del «mapa». No obstante, cada una de ellas, vista de modo
independiente, nos transmite el contenido esencial de la realidad post
mortem y que tan bien expresa el primer prefacio de difuntos: «la vida
de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al
deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el
cielo».
[1] Cf.
C. Tibiletti, « Le anime dopo la morte: Stato intermedio o visione di
Dio? (dalla Patristica al sec. XIV)», Augustinianum 28 (1988) 631-659.
[2] Cf.
Benedicto XII , Constitución Benedictus Deus (29 de enero de 1336), en
El magisterio de la Iglesia: Enchiridion symbolorum definitionum et
declarationum de rebus fidei et morum , eds. H. Denzinger-P. Hünermann ,
Herder, Barcelona 2000, 1000-1002.
[3] Cf.
Cathecismus catholicae Ecclesiae. Editio typica latina (15 de agosto de
1997), Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 1997, nn.
997-998. 1020-1050.
[4] Missale
romanum ex Decreto Sacrosancti Œcumenici Concilii Vaticani II
instauratum auctoritate Pauli Pp. VI promulgatum, Ioannis Pauli Pp. II
cura recognitum. Editio typica tertia (20 de abril de 2000), Typis
Vaticanis, Città del Vaticano 2002. [MR 3 lat.]
Misal romano reformado por mandato del Concilio Vaticano II y
promulgado por su santidad Pablo VI. Edición típica aprobada por la
Conferencia Episcopal Española , Coeditores litúrgicos, Barcelona 1988.
[MR 2 cas.]
[5] Rituale
Romanum ex Decreto Sacrosancti Œcumenici Concilii Vaticani II
instauratum auctoritate Pauli Pp. VI promulgatum. Ordo exsequiarum.
Editio typica (15 de agosto de 1969), Typis Poliglottis Vaticanis, Città
del Vaticano 1969. [OE 1 ]
Ritual de exequias reformado según los decreto del Concilio Vaticano
II, aprobado por el Episcopado Español y confirmado por la Sagrada
Congregación para el Culto Divino. Primera edición , Coeditores
litúrgicos, Madrid 1971. [RE 1 ]
[6] Cf.
Liber sacramentorum Romanae Aeclesiae ordinis anni circuli (Cod. Vat.
Reg. Lat. 316 / Paris Bibibl. Nat. 7193, 41/56) (S acramentarium
Gelasianum) , eds. L.C. Mohlberg – L. Eizenhöfer – P. Siffrin ( Rerum Ecclesiasticarum Documenta. Series Maior. Fontes 4 ), Herder, Roma 1960, n. 1617.
[7] Para
los textos castellanos seguiremos la primera edición del Ritual de
exequias por corresponder con mayor fidelidad a la edición típica
latina.
[8] Texto nuevo de la editio typica tertia del Misal romano del que no hay todavía una traducción oficial.
[9] Texto nuevo de la editio typica tertia del Misal romano del que no hay todavía una traducción oficial.