Proemio
Tres
son los motivos que me mueven a reflexionar sobre lo que podríamos llamar
el «Magisterio Litúrgico» del Papa Francisco. Primero, la celebración de
clausura del Cónclave (14-III-13); segundo, la vigilia de oración por la paz en
Siria, Oriente Medio y en el mundo entero (7-IX-13) y la “asistencia” a la
Ordenación episcopal del Limosnero de Su Santidad, habida lugar recientemente
(17-IX-13).
Magisterio
quiere decir en primer lugar enseñanza. Dado que el ámbito donde queremos
desarrollar nuestra reflexión es precisamente el Papado, deberíamos tener en
cuenta quién es el Papa, e identificar qué munera tiene, para
finalmente definir qué compete a su Magisterio en el ámbito litúrgico; pero,
dada la ubicación de nuestra reflexión y que muchas veces abusamos de partir
demasiado el discurso, apostamos por una definitio ex partibus ipsis,
a partir de los hechos, sin una introducción que facilite la comprensión. Vaya
por adelantado nuestra disculpa por esta limitación.
1. La mens del papa Francisco in
re liturgica. Notas específicas
La mens del
Papa se deja traslucir en el fuero externo, como es obvio. Y es en este ámbito
donde nos movemos. Esto quiere decir que si él publicase elementos sobre su
pensamiento en materia litúrgica, deberíamos acogernos a la expresión que él
mismo haría de ello. Pero mientras tanto, sólo podemos intuir su pensamiento
litúrgico, a partir de la manifestación externa de sus actos, concretamente
de su magisterium y su modo de celebrar (ars celebrandi).
Partimos
de una clarísima y obvia evidencia: Francisco es sensiblemente diverso a su
predecesor, Benedicto XVI. Hay notas accidentales, secundarias y no esenciales
que no coinciden entre sendos Vicarios de Cristo. Por ello, creemos legítimo
hacernos la pregunta de si el Papa actual tiene un magisterium
liturgicum que se trasluce en su ars celebrandi o bien no,
sobre todo para dilucidar si hay o no divergencia en su magisterio
litúrgico.
1.1.
Definición de «Magisterio Litúrgico»
Francisco
ejerce su munus docendi desarrollando las diversas facetas
desde la que los fieles pueden aprender y acoger el Evangelio del Salvador.
Específicamente, detectamos cuatro. En primer lugar, la homilía,
que dentro de su conjunto celebrativo prolonga el núcleo de la Liturgia
Verbi de los sacramentos para poner de manifiesto la conexión de la
voluntad de Dios con los signos sagrados que en nombre de Cristo se van a
realizar. Principalmente en este punto se debe resaltar la Eucaristía, donde de
modo más preciso y cuidadoso funge este munus. Un segundo lugar es
la catequesis que tiene lugar los miércoles con la audiencia general y
los domingos —y solemnidades de precepto— con la alocución previa al Angelus
Domini (o Regina caeli, en tiempo pascual). Ligándolo a
una línea temática o a algún punto evangélico o a alguna coyuntura social grave
expone su pensamiento cristiano desde la autoridad de su Ministerio petrino.
En
tercer lugar, destacamos un ámbito muy desarrollado por su persona: la influencia
de sus gestos externos. Siendo consciente del eco de sus actuaciones, una
de las facetas que más potencia su liderazgo magisterial es el de obras
especialmente incisivas en la conciencia de los fieles. Por ello, no abunda
tanto en discursos muy elaborados, ya que no ha sido un ámbito que haya
trabajado de manera intensa, cuanto en «escenas» pastorales que tienen la
peculiaridad de «decir mucho sin palabras». Cabe recordar diversos momentos de
este género: la celebración del Jueves Santo en la Misa de inicio del Santo
Triduo Pascual en la cárcel juvenil cercana a Roma; la visita a Lampedusa
tomando contacto con personas venidas en patera, y el encuentro previsto con
gente tocada por la droga en su viaje pastoral a Cerdeña (Italia).
En
síntesis, notamos cómo Francisco busca más bien «hablar desde los hechos, no
tanto desde discursos muy elaborados». Por consiguiente tiene su traducción en
el ámbito litúrgico, donde tendremos que buscar más bien hechos
celebrativos propiamente pontificios, que definan cuál es su
pensamiento sobre este tema, cuál es su mens.
1.2.
Notas del magisterio litúrgico de Francisco
Llegamos
al punto crucial de nuestra reflexión. Sin más dilaciones, procedemos al
análisis y exégesis. Antes de nada tenemos que tener en cuenta que Francisco
distingue dos planos de actuación en lo que a la Liturgia se refiere: por un
lado, cuando se dan celebraciones sagradas que tienen como directo y
explícito receptor la entera Iglesia universal (Canonizaciones, el Año
de la fe…). En un segundo lugar, se situarían las que tienen como directo y
explícito acogedor la Santa Iglesia de Roma, en cuanto diócesis.
Hemos
de ser cuidadosos a la hora de interpretar la mens de
Francisco, porque es muy fina en sus distinguos. Ello se aprecia,
por ejemplo, en la reciente Ordenación episcopal del Limosnero papal, donde se
puede ver cómo distingue entre provisión de cargos que van enriquecidos iure
ecclesiastico con el carácter episcopal y la propria ac vera
cura animarum.
a.) Ejemplaridad
externa
Como
decíamos anteriormente, el papa Francisco aporta notas que aparentemente
podrían ser contrarias a Benedicto XVI, e incluso que no armonizan. Pero más
bien opinamos que la base de su actuación es un axioma implícito: «No pone
interés en lo accesorio, aunque sea legítimo». Ello lleva a un triple
movimiento: la sencillez exterior del porte; reducir a lo esencial el mensaje
que desea comunicar, y la confianza objetiva en la misión recibida de Dios.
La
sencillez como nota principal: Francisco aplica este
criterio a los ornamentos pontificios, que no usa con demasiado ornato; lo
exige de sus ceremonieros que van uniformando el hábito y sus ornamentos
propios de manera sensible, llegando a la omisión del color paonazzo en
algunas celebraciones no eucarísticas.
Lo
esencial: Dado que potencia el factor comunicativo en una
sociedad donde lo audiovisual ha vencido, sabe que no hay espacios
suficientemente aptos donde los fieles (y hombres de buena voluntad) puedan
acoger eficazmente el mensaje sagrado del Evangelio, lo cual se traduce en la
liturgia con una elección de factores breves, no complicados,
sacrificados. Elección, porque se impone una selección de las notas
fundamentales de lo que él desea comunicar; no complicado, ya que resulta
superfluo incluir datos que después no se van a desarrollar y, finalmente,
sacrificado, porque lo óptimo es llegar a lo más y no a lo menos, en cuanto al
anuncio y celebración de la fe católica en Dios y en Jesucristo.
Confianza
objetiva en Dios que le llama: Siempre y cuando el
Papado no es un sacramento en sentido teológico-doctrinal, sí que es una misión
para la cual Cristo llama a un varón bautizado, enriquecido con el Episcopado,
para el gobierno de las almas. Y ello es una vocación específica, singular y
exclusiva, según nos informa el dato evangélico (cf. Mt 16,16; Jn 21,1-11).
Francisco, obviamente, actúa conforme a dicha fe ex opere operantis
Ecclesiae, habida cuenta de que estamos hablando y valorando de
externis y no de internis. En lo litúrgico, pues, de ello
se deduce una cierta libertad en el aparato externo que a veces puede resultar
chocante para la feligresía, sea en positivo, como en negativo.
b.)
Diferenciación celebrativa
Es
éste otro factor a tener en cuenta: Francisco distingue muy bien las
celebraciones a tenor de dos grandes ejes teológico-pastorales: cuando actúa
expresamente como Pastor de la Iglesia universal de cuando obra más
directamente como Obispo diocesano de la Iglesia Romana. Ello conlleva a
remarcar una serie de elementos en cada celebración que pretenden educar y
mostrar cómo la Liturgia del Papa enseña quién es el Romano
Pontífice y cuáles son sus funciones reales. En definitiva, lex
credendi traduciéndose en lex orandi.
Pastor
y Liturgo de la Iglesia universal: En cuanto a
Pastor de la Iglesia universal, tenemos dos tipos de celebraciones: las que se
refieren a lo orgánico y sacramental del Cuerpo entero de la Iglesia, como son:
la misa de inicio de Pontificado, imposición del Palio y recepción del Ánillo
papal; las canonizaciones. Las beatificaciones las sigue delegando al Prefecto
oportuno y a las Iglesias diocesanas en lo que se refiere a la celebración y
proclamación oficial. Otro tipo de celebraciones son de carácter eventual (formato
macro-evento) y dinamizador, como son las jornadas mundiales de la
juventud y el Año de la fe, así como la Vigilia de oración por la paz.
Pastor
y Liturgo de la Santa Iglesia Romana: En este punto debemos
también anotar dos géneros de celebración: los propios referidos a la vida
sacramental-teológica: la toma de posesión de la Iglesia catedral Romana, así
como la Misa del Crisma y el Triduo pascual, y las misas dominicales en las
visitas pastorales diocesanas (donde administra sacramentos). Otro género es el
pastoral-eventual, como son las reflexiones de la misa diaria celebradas cum
populo, así como las dominicales celebradas en la Capilla de la Domus
Sanctae Marthae, en Ciudad del Vaticano.
2. Manifestación litúrgica externa del Papa Francisco
Somos
conscientes del riesgo que supone un elenco de elementos que todavía son muy
recientes y que no han clausurado. Lo asumimos con el objetivo de pretender
ofrecer más datos para una acogida de la mens de Francisco en
su ars celebrandi así como su magisterio ad hoc.
Nos remitimos a tres características, sucintas y provisionales.
2.1.
No siempre preside: usa de la «asistencia coral»
Supone
un elemento, a mi juicio renovador, el hecho de que el Obispo de Roma no
administre todos los sacramentos, dando pie a descubrir otros modos de actuosa
participatio del Papa en la Liturgia ecclesialis. Una
específica es la asistencia coral a una Eucaristía, como cuando asistió
a la Ordenación episcopal de su Limosnero. Otro momento fue el del Oficio de
lecturas prolongado en la vigilia del domingo XXIII del tiempo ordinario. Con todo,
se resalta el aspecto de que no todo debe tener el mismo rango de presidencia
por parte del Papa, ya que él, en cuanto fiel, también tiene una gran variedad
de modus assistendi a la Oración de la Iglesia-Esposa dirigida
por Cristo-Cabeza y Esposo a Dios Padre.
2.2.
No siempre se celebra la Eucaristía: también se da el Oficio divino
Volviendo
al hecho de la vigilia de oración del 7 de septiembre, notemos cómo el Romano
Pontífice no siempre «usa» del sacrificio del Altar para convocar al Pueblo de
Dios a la oración, hay muchas maneras litúrgicas y devocionales. Aquella
vigilia contuvo tanto el Santo Rosario como la Adoración de la Especie
eucarística del Pan consagrado, así como el Oficio divino, con la Hora canónica
oportuna: el Officium lectionis. De este modo se revaloriza otro
modo litúrgico de actualizar la presencia orante de la Iglesia universal en
comunión con las Divinas Personas.
2.3.
La oración piadosa tiene una especial presencia en la pastoral del Papa
Y,
finalmente, notamos lo que antes señalábamos: la cada vez más pulida armonía
entre expresión litúrgica y expresión devocional de la oración del Pueblo de
Dios, del Christus totus, cabeza y cuerpo, dirigiéndose a Dios,
Padre eterno. La pastoral litúrgica del Santo Padre no excluye la devoción
surgida y consolidada por siglos de buenos hábitos y costumbres cristianos de
orar sin cesar, aun fuera de un ámbito específicamente litúrgico-celebrativo,
cumpliendo el precepto apostólico de orar sin intermisión (cf. 1Ts 5,1).
Conclusión
La
primera conclusión que obtengo después de esta consideración, muy sucinta y de
carácter provisional, es la de que efectivamente Francisco tiene una mens efectiva
sobre materia litúrgica, aunque no la verbalice siempre. Principalmente se
expresa a través de un magisterio indirecto y de carácter ejemplar, partiendo
del ejemplo de su actuar, que influye en pastores y fieles de la Iglesia
entera.
En
segundo lugar, tenemos que defender a Francisco de una eventual acusación de
carácter marcionita: no hay dos liturgias, la de Benedicto XVI (tradicional y
respetuosa de elementos más sacrales de la celebración), y la de Francisco
(sencilla, humilde, abierta a nuevas expresiones, más actuales y menos
complejas). Celebran la única Liturgia de la Iglesia, concretamente la del Rito
Romano, y dentro de éste, la Liturgia papal. Si bien, es cierto
que en la ordenación específica de cada celebración sendos
Pontífices escogen una serie de elementos u otros, siempre legítimos, aunque no
siempre de igual rango o importancia. Así pues, en el uso de las
vestiduras, Francisco omite el uso de la dalmática y del fanón, así como la
férula papal de Benedicto XVI, reservado algunos para celebraciones
excepcionales. En cuanto al idioma de la Liturgia, Francisco restringe más el
uso del latín prefiriendo las lenguas vernáculas, con traducciones debidamente
autorizadas, como es claro. Finalmente, el ritmo es más acomodado a la
mentalidad occidental: rapidez y sobriedad ritual en el desarrollo, de modo que
no se tiene la percepción psicológica —y a veces cronológica— de lentitud o una
excesiva protractación de la celebración.
En
definitiva, y para concluir, tenemos que decir que aunque han pasado más de
seis meses, aún es pronto: faltan momentos litúrgico-celebrativos importantes
para tener un cuadro más definido de la mens de
Francisco in re liturgica, así como su magisterio explícito sobre
la misma, y su ars celebrandi que, si bien ya se va viendo,
aún tiene que consolidarse. Por ello, repetimos una vez más, nuestro
juicio es meramente provisional: aún faltan momentos celebrativos de
carácter litúrgico importantes, tanto para la Iglesia universal como para la
Iglesia romana: por ejemplo, la provisión de clero a la Iglesia diocesana por
medio de la Ordenación diaconal y presbiteral. Tampoco nos consta que se haya
puesto a confesar sacramentalmente a sus fieles, aunque ya habrá ocasiones para
ello. Y tantos otros.
Oremus
pro Pontifice nostro Francisco. Dominus conservet eum, et vivificet eum,
et beatum faciat eum in terra, et liberet eum ab anima inimicorum eius.
Marcos
Aceituno Donoso