Transfiguración, Monasterio del Sinaí (s. VI) |
Hoy la naturaleza humana ha adquirido de nuevo toda su belleza...
La Transfiguración es una de las
doce grandes fiestas del calendario bizantino; tiene un día de pre-fiesta, el 5
de agosto, y una octava que concluye el 13 del mismo mes.
La iconografía de la fiesta toma
la narración evangélica colocando al Señor transfigurado en el centro del
icono, envuelto en luz; Moisés y Elías a los lados y bajo él a Pedro, Santiago
y Juan que casi no osan mirar la luz resplandeciente que viene del Señor.
El oficio bizantino tiene en las
Vísperas de las grandes fiestas dos momentos que de cualquier modo lo
caracteriza: litia y artoclasia. La liti - palabra que significa "súplica" - es la procesión
y las letanías que se llevan a cabo en las Vísperas tras las lecturas bíblicas
y los troparios que le siguen; tiene lugar en la nave de la iglesia, delante
del iconostasio, y concluye con la artoclasia,
es decir, con la fracción y distribución del pan, que ha sido bendecido junto
al aceite y al vino.
En la fiesta de la Transfiguración
del Señor encontramos durante la liti un largo tropario, anónimo, que resume
toda la teología de la fiesta. Se trata de una verdadera y propia mistagogia,
para la misma Iglesia que lo canta, del misterio celebrado, es decir, Cristo
glorioso transfigurado en el Tabor ante sus discípulos, en presencia de los
profetas Moisés y Elías.
Ofrecemos el texto del tropario
dividido en varias partes, para facilitar el comentario, aunque forme una
unidad casi indivisible.
"Cristo, esplendor anterior
al Sol, mientras todavía estaba corporalmente en la tierra, cumpliendo
divinamente antes de la cruz todo lo que se refiere a la tremenda economía, hoy
sobre el monte Tabor muestra místicamente la imagen de la Trinidad".
La primera parte del tropario sitúa
la escena de la Transfiguración dándole ya una interpretación alegórica. Dos
aspectos son importantes: la Transfiguración de Cristo sucede antes de su
crucifixión y, de cualquier modo, prepara a los discípulos para ésta. Varios
troparios de vísperas destacan, de hecho, éste "antes de su cruz...".
La Transfiguración del Señor, la manifestación de su divinidad, prepara y
sostiene a los discípulos en vistas a otra gran manifestación, la de su
humanidad en el Calvario.
"Conduciendo consigo aparte
a los tres discípulos elegidos, Pedro, Santiago y Juan, oculta un instante la
carne asumida y se transfigura ante ellos, manifestando la belleza arquetípica,
aunque no en su pleno fulgor: de hecho, la ha manifestado para darles plena
certeza, aunque no totalmente, para guardarlos de que, a causa de la visión, perdiesen
la vida, y ésta se adaptase sobretodo a las posibilidades de sus ojos
corporales".
La segunda parte del tropario
coloca la presencia de los tres discipulos en el Tabor. La Transfiguración será
para ellos un vislumbrar la naturaleza divina del Verbo encarnado; la carne que
el Verbo ha asumido - y el tropario usa aquí un lenguaje cristológico
fuertemente alejandrino -, es colocada casi entre paréntesis para mostar a
Pedro, Santiago y Juan la belleza de la naturaleza divina. Como si en el
tropario se quisiera contrastar con aquella manifestación plena de la
naturaleza más humana que nunca que del Verbo en el huerto de Getsemaní, también
ante estos tres discípulos. En el Tabor, la visión es de todos modos velada,
parcial, como lo fue la de Moisés en el Sinaí.
''Del mismo modo tomó Cristo a
los más grandes entre los profetas, Moisés y Elías, como testigos de su
divinidad, para que atestiguaran que él es la verdadera irradiación de la
esencia del Padre, el que reina sobre vivos y muertos. Por ello también la nube
como una tienda lo envuelve, y a través de la nube resonó de lo alto la voz del
Padre que confirmaba su testimonio, diciendo: Este es aquél que, sin mutación,
de las entrañas, antes de la estrella de la mañana, he engendrado, mi Hijo
amado; es aquél a quien he enviado para salvar a cuantos sean bautizados en el
Padre, en el Hijo y en el Espiritu Santo y con fe confiesen que es indivisible
el poder único de la Deidad: escuchadlo!".
La tercera parte del tropario se centra
en la presencia de Moisés y Elías en el Monte Tabor que se convierte en un
nuevo Sinaí. El texto es una paráfrasis de Ex 24 - la nube que envuelve el
monte durante la teofanía - y Ex 33 - la voz de Dios en el Sinaí - que son versículos
que forman parte de las lecturas de las mismas Vísperas. Moisés y Elías se
convierten en testigos de la divinidad de Cristo: "verdadera irradiación
de la esencia del Padre, aquél que reina sobre vivos y muertos", casi una paráfrasis
de la profesión de fe "luz de luz". La voz del Padre desde lo alto
del Tabor se convierte, por tanto, en una profesión de fe de toda la Iglesia,
en el Dios uno y trino; en el Hijo enviado para la salvación de todos los hombres.
"Tú, oh Cristo Dios amigo de
los hombres, ilumínanos con la luz de tu gloria inaccesible, y haznos dignos
herederos, tú que eres bondadoso, del reino que no tiene fin". El texto
concluye con una oración a Cristo, que será retomada en el tropario de la
fiesta: "Te has transfigurado en el monte, oh Cristo Dios, haciendo ver a
tus discípulos tu gloria, en cuanto les era posible. Haz resplandecer también
sobre nosotros pecadores tu eterna luz, por intercesión de la Madre-de-Dios, oh
dador de la luz: gloria a ti".
[Publicado por Manuel Nin en l'Osservatore Romano del 5-6 de agosto de
2013; traducción del original italiano: Salvador Aguilera López]