Del Breviarium
Romanum (1913) a la Liturgia Horarum (1970).
Itinerario
histórico
En
1911 san Pío X nombra una comisión para que ejecute una revisión en vistas a
reformar el Oficio divino. Tuvo como resultado la publicación en 1913 del Breviarium
Romanum con una nueva distribución de la salmodia, que adoptó los criterios
siguientes:
a.)
Recitar
semanalmente todo el salterio bíblico sin repeticiones
b.)
Disminuir los salmos
de Maitines, dividiendo en más partes los salmos más largos
c.)
Constar cada
nocturno de tres unidades sálmicas
d.)
Mantener, en lo
posible, el criterio romano antiguo [1]
Otro momento importante fue en
1955 cuando el venerable Pío XII aplica dos nuevas medidas al Breviarium:
la aplicación de una nueva versión y una simplificación de las rúbricas [2].
Cinco años después, el beato Juan XXIII promueve un nuevo corpus rubricarum.
Finalmente tenemos las directrices que emanaron del Consilium ad exsequendam
durante el Concilio y en el inmediato posconcilio de 1967 [3].
2. Concilio y liturgia
inmediatamente posconciliar (1962-1965)
Uno de los argumentos que se iba
progresivamente repitiendo con respecto a la necesidad de reforma ritual en
todos los campos era la visión pesimista con que se dibujaba la situación
referente a la celebración litúrgica del Oficio divino en la vida clerical. Se
llegó a definir como «estado de crisis» tanto objetiva como subjetiva [4].
Ya iniciado el Concilio, se constituye el Consilium ad exsequendam. En abril de
1971 aparece el primer volumen [5].
En lo que se refiere al salterio, fue en esta etapa cuando surgen más
seriamente y formalmente los interrogantes sobre si deben recitarse todos los
salmos, o no.
a.) Primera fase (1963-1966)
El 22 de diciembre de 1963 fue
aprobado definitivamente el capítulo IV de la constitución Sacrosanctum
Concilium [6]. El
15 de marzo de 1964 Pablo VI aprobaba el plan de reforma litúrgica con un
apartado dedicado al Breviario. Constaba de nueve puntos de los cuales los tres
primeros se referían al salterio [7].
El 15 de febrero de 1964 se formó el «Grupo del salterio», que se reunían dos
veces por semana, y el 11 de marzo del mismo año se sugiere la primera
propuesta de revisión con un esquema de los diez primeros salmos, enviándolos a
30 peritos en exégesis; filología, literatura, liturgia y canto [8].
La segunda quincena de septiembre de 1964 se trata casi totalmente sobre la
misa y el oficio divino. Sobre este último los días 28 de septiembre al 1 de
octubre [9],
tratando cinco puntos: (a) conservar íntegro el salterio u omitir algunos más
difíciles o imprecativos; (b) himnos; (c) esquema de vísperas; (d) unicidad de
oficio para todos: clero, monacato y (e) la composición de lecturas
patrísticas. La semana del 26 al 30 de abril de 1965 se trabajaron sobre 113
esquemas sobre calendario; oficio divino; lecturas patrísticas, himnos, cantos
del oficio y otras materias [10].
En el fragor del trabajo de
reforma se debe añadir una presencia importante, la de observadores que
colaboraban con sus apreciaciones. En lo referente al salterio y la
distribución de la salmodia del Oficio, la Comunión Anglicana proponía la
confección de un esquema común para el salterio en el oficio divino y de
lecturas para la Liturgia, como modo de ayuda psicológica y espiritual para la
plena unión. El 14 de diciembre de 1965, Pablo VI dio permiso para ello. En
esta idea los ortodoxos no quisieron colaborar [11].
El íter que condujo a la actual distribución de los salmos consta de
tres fases comprendidas entre los años 1964 y 1971 [12].
Para solucionar la quaestio de
psalmis imprecatoriis se miró a otras confesiones cristianas. La Comunión
Anglicana omite totalmente el salmo 57, mientras que deja a los otros entre
corchetes los siguientes versos: salmo 108, 5-19. La comunidad evangélica
reformada omite algunos totalmente y abrevia otros. Taizé excluía algunos
totalmente (57,78,82,127,132) y abreviaba el 108 quedando 22ss y el salmo
136,1-6. Con la afluencia de jóvenes tan masiva, aún seleccionaron más
(extirparon totalmente los imprecatorios, por supuesto) [13].
Todo quedó en reflexiones y en ideas al vuelo, sin mayores concreciones
respecto a los imprecatorios. En el bienio de 1966-1967 hubo un replanteamiento
de la situación. Pablo VI recibió el informe de la Comisión el 18 de marzo de
1966. Envió su respuesta por escrito el 5 de abril del mismo año [14]. La receptio de esta información y otras se
hizo en el otoño de aquel año, con reflexiones y puntos de trabajo para
sucesivas reuniones.
b.) La segunda fase (1966-1967)
Pasado el verano de 1966 se reúne
la Comisión y abordan la cuestión de la estructura del Oficio divino. Su fruto
se obtuvo con la exposición del 10 de noviembre de aquel año presentada al
Romano Pontífice [15]. En
lo que respecta al salterio se toman dos decisiones: se subdivide en cuatro
semanas el curso casi íntegro del mismo, y los salmos imprecatorios se reservan
para las horas más destinadas al clero (maitines y horas menores), pudiéndose
omitir en la celebración cum populo de la Liturgia de las Horas.
Un momento decisivo fue el Sínodo
de los Obispos de 1967 [16].
Este tuvo lugar en octubre de 1967. Previamente se había confeccionado un
esquema experimental de salmodia en una sola semana. En cuanto se refiere al
empleo de salmos imprecatorios e históricos la respuesta fue una aplastante
aceptación de su inclusión en el rezo litúrgico, con algunas modalidades:
«Psalmi “imprecatorii” retineantur, facta tamen
facultate iis quibus id placuerit, eos substituendi per alios psalmos singulis
locis indicatos» [17].
Se hizo un vaciado de las
diversas aportaciones que fue entregado al Papa el 10 de diciembre de 1967,
manifestando por medio de una nota cómo hacían dificultoso la distribución
salmódica con estos salmos más «difíciles» [18].
A principios de 1968 Pablo VI responde favorablemente para que se omitan los
salmos imprecatorios totalmente y se empleen los históricos en un tiempo
congruo. En febrero del mismo año se reúne la Comisión y G. Martimort expone
nuevamente la problemática sobre dichos salmos. No cabe decir lo difícil que resultó
al comité vaticano renunciar al empleo de los imprecatorios e históricos. Los
motivos que apoyaban a mantenerlos son:
a.) tradición de la integridad del Salterio
bíblico
b.) peligro de caer en el subjetivismo
c.) menoscabo en el conocimiento de la historia
salvífica
d.) omisión de versículos y sustitución de los
salmos imprecatorios
En el Sínodo de los Obispos la
respuesta fue más favorable a mantener dicha pareja de salmos. En cuanto a los
fragmentos de dicho género literario se propone que se mantengan en la edición
y que se distingan tipográficamente para poderlos omitir. Con todo la
Secretaría de la Comisión litúrgica se resistía a dicha aceptación como ya
hiciere con el voto máximo de los demás miembros [19].
Esta posición fue acogida por el Papa en mayo de 1968. De este modo se concluyó
la discusión sobre el empleo de los salmos imprecatorios e históricos.
c.) La tercera fase (1968-1972)
La tercera fase comienza con la
disposición de algunos temas colaterales, pero sobre todo la estructuración
definitiva de la Liturgia Horarum, con un nomenclatura ya definitiva [20].
En ese mismo año, se presenta un espécimen con una propuesta de oficio
renovado, acompañada de una explicación. En ella se argumenta –en su punto IV– De
psalmis in Officio [21]
y aborda la temática de los imprecatorios [22]. No obstante, en el
siguiente punto describe un elemento que fundamenta la decisión vaticana sobre
la extirpación de estos tres salmos del salterio en curso: el mejor
conocimiento de los géneros literarios [23].
Hubo algunas respuestas a la
propuesta de la Comisión y también el ruego de los obispos de proponer
prontamente una solución. Algunos monasterios deseaban agregarse a dicha
propuesta con favorable acogida y con reticencias por otro lado. En 1970 se
avanzó en la confección de la edición típica, llegando en julio a la presencia
de Pablo VI para últimos retoques. El 3 de octubre fue aprobado por Secretaría
de Estado tanto la Institutio generalis Liturgiae Horarum como la misma Liturgia
Horarum, siendo rubricada por el Papa el 1 de noviembre de dicho año [24].
3. Aparición de la Liturgia Horarum
(1970-1974)
Con la edición de la Liturgia
Horarum de 1970 la Iglesia de rito romano propone una consideración
diferente hacia las partes de la Biblia que se emplean en la realización del Opus
Dei, concretamente tres salmos que no se utilizan en los actos litúrgicos
desde entonces en ninguna ocasión, a saber, los salmos 58 (57); 83 (82), y 109
(108). La motivación que se da a dicha selección se apoya en diversos
argumentos:
«Tres vero
psalmi 57, 82 et 108, in quipus praeponderant indoles imprecatoria, omittuntur
in Psalterio currente. Item aliqui versus nonnullorum psalmorum praetermissi
sunt, ut indicatur initio singulorum. Quorum textuum omissio fir ob quandam
difficultatem psychologicam, etsi psalmi ipsi imprecatorii in pietate Novi
Testamenti occurrunt, exempli gratia Ap 6,10, nulloque modo intendunt ad
maledicendum inducere» [25].
Marcos Aceituno Donoso
[1] Cf. J. Gibert
Tarruel, «L'uso dei salmi nelle liturgie
occidentali», 200.
[2] In cotidianis
precibus.
[3] Tres abhinc
annos.
[4] Objetivamente hablando, el laicado no se
planteaba ni siquiera la cuestión de participar en la celebración de la
alabanza divina, considerándola como meramente clerical; las comunidades de
religión se mantenía principalmente de formularios de devoción que muy
tangencialmente tocaba la vida y misión de su inserción en la Iglesia. El mismo
clero secular se resentía de dicha situación ya que percibía grosso modo
con una estructura que pertenecía a otra época. Subjetivamente, en cambio, se
acentuaba en exceso la disposición jurídica de su munus sanctificandi,
además de una deficiente formación de espiritualidad litúrgica que incluyese
dicha oración eclesial como elemento importante de su vida de oración. Las
consecuencias de esta situación –según afirma dicho autor– es el continuo
abandono. Cf. C. Braga, «Dal
“Breviarium” alla “Liturgia Horarum”», EphLit 85 (1971) 184.
[5] La española provisional
en 1972 y la definitiva en 1979. Cf. J. López
Martín, La Oración de las Horas, 71.
[6] Cf. A. Bugnini, La reforma litúrgica,
32.
[7] Eran la revisión del
salterio, la distribución de los salmos y los cantos en el oficio. Cf. A. Bugnini, La reforma litúrgica,
57-58.
[8] Con esto se inauguraría
el proceso a seguir con los otros 140. Durante la cuarta reunión general de
septiembre-noviembre de 1964 el Comité de ejecución de la constitución Sacrosanctum
Concilium debe tener en cuenta los compromisos de quienes eran también
Padres del Concilio. Cf. A. Bugnini,
La reforma litúrgica, 122.
[9] Cf. A. Bugnini, La reforma litúrgica,
126-127.
[10] Otras cuestiones
respecto al salterio eran la petición del uso de la lengua vernáculo en el
oficio divino y la supresión de Prima. En octubre-diciembre de 1965 se vuelve a
revisar el trabajo realizado sobre la revisión del salterio, siendo definitivos
en cuanto a peritos significaba. Hubo una filtración en La Croix de los experimenta
sobre la Misa y el pre-Ordo missae Novus. Esto hizo que se frenaran algunos
procesos de estudio y experimento. Además, cuando en Notitiae 1965 se
publica cómo iba a ser el esquema del Oficio divino, se elevaron quejas por su
conservadurismo en las formas todavía, poco adaptada a la situación del clero cum
cura animarum. El documento en cuestión se titula «De psalmis
distribuendis» y fue confeccionado por Mons. J. Pascher. Constaba de dos partes
con diversas secciones cada una de ellas. La primera parte, titulada «De
principiis generalibus», proponían un ciclo de dos semanas y una reducción del
volumen de salmos en el curso habitual del Oficio divino. Además del dato
teológico-litúrgico que animaba los cambios del orden sálmico, informa en parte
5 («De integritate psalterii distribuendi in cyclo hebdomadario») que
mantendría los 150 salmos, notando que el Concilio no solicita extirpar ningún
salmo, afirmando que «omnes psalmi vero, ut oratio Christi et Ecclesiae,
recitari possunt in Ecclesia Novi Testamenti, etiam imprecatorii». Las quejas
se concretaban en: el salterio en dos semanas; La conservación de los salmos
imprecatorios e históricos, y en el uso de salmos largos en Laudes y Vísperas.
Cf. A. Bugnini, La reforma
litúrgica, 129-1332. (Id., «De
psalmis», 155). Cf. Pascher, J.,
«De psalmis distribuendis», Notitiae 1 (1965) 152-156.
[11] Cf. A. Bugnini, La reforma litúrgica,
171-173.
[12] Inicialmente la idea fue
la de retocar el Breviario sin cambios sustanciales en la estructura del mismo,
pero rápidamente salieron voces discordantes. El 1 de octubre de 1964 se
abordaron algunas cuestiones suscitadas: una mayoría optaba por no abreviar la
oración y otro sector se manifestaba proclive a una revisión más a fondo de la
cuestión y de la forma. Se abordó la cuestión de suprimir los salmos
imprecatorios. Esta cuestión surgió en el Aula conciliar de mano de los
cardenales Baggio y Rufini, debido a la dificultad (psicológica) que suponían.
En la comisión se buscó otras vías de uso de los salmos imprecatorios, pero al
final en el voto salió el uso íntegro del mismo. En 1965 ya había experimentos
sobre el oficio divino en vistas a comprobar algunos elementos y factores en el
mismo de cara a la versión oficial típica. En medio de las amplias discusiones
que se sostenían sobre el tema del breviario, los salmos, en principio, se
mantenían todos pero con una organización más libre. Cf. A. Bugnini, La reforma litúrgica,
436.
[13] Cf. A. Bugnini, La reforma litúrgica,
438.
[14] Con referencia a los salmos imprecatorios,
la propuesta del Papa Montini fue la de seleccionen los imprecatorios para
ciertos momentos del año litúrgico, mientras que os históricos que se usen como
lectura: «Para el oficio divino el Santo Padre se inclinaba por una solución
pastoral: “Parece oportuno preferir la selección de Salmos más adaptados a la
oración cristiana, omitiendo los imprecatorios y los históricos (exceptuando
para los segundos la oportunidad de usarlos en ciertas ocasiones
particulares)”» (A. Bugnini, La
reforma de la liturgia, 151.
[15] Se condensaba el empleo
de salmos a tres con adaptaciones para que el Pueblo de Dios pudiese ejercer su
ministerialidad de modo más fácil. En Laudes y Vísperas se incorporan elementos
de Prima (abolida según el criterio de Sacrosanctum Concilium, 89d) que
hacen referencia a la santificación del trabajo. Se incorporaba la presencia de
cánticos del Nuevo Testamento. Las horas menores se mantienen para que se
escoja una que mejor se acorde con el momento del día (cf. A. Bugnini, La reforma litúrgica,
440-441).
[16] Cf. «De Liturgia in prima Synodo Episcoporum»,
351-370.
[17] Algunas
advertencias se las hicieron a Martimort antes de comenzar el Sínodo con
algunos comentarios y reflexiones. Con todo fueron presentados a los
participantes del Sínodo algunos interrogantes sobre el tema. Cf. «De Liturgia in prima Synodo Episcoporum», 361;
A. Bugnini, La reforma
litúrgica, 445.
[18] Dicha dificultad viene descrita como: (a)
las expresiones de ira y venganza causan malestar espiritual, aunque
exegéticamente puedan ser legítimamente explicadas. Además de que falta una
cultura bíblica suficiente para que sea comprendido por el Pueblo de Dios; (b.)
Quienes más dificultad encontrarían –es una suposición– es la generación más
joven; (c) Juan XXIII ya solicitó una selección de salmos más bellos y
significativos del Salterio bíblico para la oración litúrgica, bajo el criterio
de manifestar el progreso de la revelación cristiana; (d) y el empleo de
recursos como paréntesis, el empleo del cursivo para su omisión, no aparecen como
suficiente. Se mantienen dichos versos por puro formalismo, no por necesidad.
[19] Cf. A. Bugnini, La reforma litúrgica,
448. De hecho hay que decir Secretaría de la Comisión es decir A. Bugnini.
[20] Cf. V. Raffa,
Liturgia delle Ore, Brescia 1959; A. Bugnini, La reforma litúrgica, 449.
[21] Cf. «Descriptio Officii Divini», 79-80.
[22] «Tres psalmi qui magis imprecatorii videntur (scil.
57, 82 et 108) omittuntur in cursu psalterii, ob difficultates, quae praecipue
in celebratione populari occurrere possunt. Item aliqui versus duriores (qui
quidem occurrunt etiam in psalmis celeberrimis) eadem ratione praetermissi
sunt» («Descriptio Officii Divini 44,c», 79).
[23] Cf. «Descriptio Officii Divini 44,c», 80.
[24] Cf. Sacra
Congregatio pro Cultu Divino, Decretum «Horarum Liturgia», Prot 1000/71;
AAS 63 (1971) 527-535; Notitiae 7 (1971) 145-214.
[25] Cf. Institutio Generalis Liturgiae Horarum,
131