El salmo
83
1. Salmo 83 (82). Cántico. Salmo
de Asaf
Cese del silencio
2 Oh Dios, no estés
callado,
no estés
mudo e inactivo, oh Dios.
Presentación del enemigo y sus planes
3 Mira que tus enemigos se
amotinan,
y los
que te odian levantan la cabeza.
4 Se conjuran contra tu
pueblo,
conspiran
contra tus protegidos.
5 Dicen: «Vamos a borrarla
como nación,
que
nunca se recuerde el nombre de Israel».
6 Así han decidido
unánimemente
concertar
un pacto contra ti:
7 las tiendas de Edón y los
ismaelitas,
Moab y
los agarenos,
8 Guebal, Amón y
Amalec,
los
filisteos con los habitantes de Tiro;
9 también Asur se alió con
ellos,
prestando
ayuda a los hijos de Lot. (Pausa).
Dios interviene y vence al enemigo
10 Trátalos como a Madián,
como a Sísara,
como a
Yabín en el torrente Quisón:
11 fueron exterminados en
Endor,
y
sirvieron de estiércol para el campo.
12 Trata a sus caudillos como
a Oreb y Zeeb,
y a sus
capitanes como a Zébaj y Salmuná,
13 que decían:
«Conquistaremos
los
campos de Dios».
14 Dios mío, conviértelos en
vilanos,
en tamo
a merced del viento;
15 como fuego que quema el
bosque,
como
llama que abrasa los montes,
16 persíguelos así con tu
tormenta,
atérralos
con tu huracán.
17 Cúbreles el rostro de
ignominia;
para que
busquen tu nombre, Señor.
18 ¡Avergonzados y aterrados
para siempre,
queden
humillados y perezcan!
Exaltación de Dios
19 Y reconozcan que tu nombre
es «el Señor»,
que tú
solo eres Altísimo sobre toda la tierra.
2. Comentario exegético
Con este salmo nos encontramos
con una súplica a Dios ante una amenaza bélica gravísima[1].
Se inspira en su descripción en diversas épocas de la historia de Israel,
especialmente del tiempo de los Jueces. En 83,2, Asaf increpa al silencio de
Dios es un motivo habitual en el salterio bíblico[2].
En 83,3-9 se presenta una confabulación hostil que se resuelve en 83,10-18,
cuando Dios actúa teniendo como única arma la tormenta (cf. Sal 83,16). Además
aparece el resultado victorioso del Señor (aquí se emplea el nombre salvífico
de Dios en la Pascua hebrea): los enemigos salen aterrados, desbaratados;
llenos de ignominia, desconcertados y confundidos. Nos queda finalmente Sal
83,19 que sirve de epifonema de todo el salmo: aquí se recoge en síntesis la
reacción final de los enemigos los cuales, a su pesar, reconocen el nombre
salvífico del Dios de Israel (el Señor) y que tiene un dominio universal
sobre la creación, incluidos los planes humanos adversos contra su Pueblo.
La redacción incluye elementos
tradicionales que se retrotraen a la época de los jueces, por lo tanto
predavídica[3]. La
lista de los diez enemigos es una composición que tiene algunos puntos de
contacto con la predicación profética, aunque se separa cuando cree conveniente
(cf. Is 13–23; Jr 25; 46–52; Ez 25–32; Am 1–2; Sof 2)[4],
que se insertan dentro de una primera parte dramática: una coalición
internacional contra Israel, y en definitiva contra Dios mismo[5].
A continuación sigue un segundo movimiento en el que hallamos doce
imprecaciones, manifestando las victorias históricas del Señor (cf. Sal
83,10-13); el juicio liderado por el Señor tanto cósmico (cf. Sal 83,14-16)
como moral (cf. Sal 83,17-19)[6].
En el contexto del salterio
bíblico, la colección de Asaf muestra un especial interés por la suerte de las
naciones[7].
En el salmo 83 por sus características específicas y comunes con otras
composiciones del género, tenemos que nos hallamos antes un salmo genérico pro
tempore belli[8], con
expresiones estereotipadas, que tuvieron quizá un origen históricamente concreto,
pero que rápidamente se liturgizaron. Además presenta algunos elementos que
recuerdan a otros salmos, como indican J.S. Kselman – M. L. Barré
acerca del salmo 2,1-2[9].
3. Bibliografía
L. Alonso – C. Carniti, Salmos. Traducción,
introducciones y comentario, I–II, Estella (Navarra) 1993.
J.S. Kselman – M.
L. Barré, «Psalms», R.E. Brown, ed. – al., The New Jerome
Biblical Commentary, Londres 1968, 21990, 523-552.
G. Ravasi, Il Libro dei Salmi. Commento e attualizzazione, I–III, Lettura pastorale della
Bibbia 12.14.15, Bologna 1983.
Marcos Aceituno
Donoso
[1] Cf. L. Alonso – C. Carniti, Salmos,
II, 1089.
[2] Cf. Sal 28,1; 35,22;
39,13; 109,1. Además de ello, Juega con la aliteración hebrea y con la
inclusión del nombre de Dios al inicio y al final del estico. Cf. L. Alonso
– C. Carniti, II, 1092.
[3] Cf. L. Alonso –
C. Carniti, Salmos, II, 1093.
[4] Cf. L. Alonso –
C. Carniti, Salmos, II, 1090.
[5] Cf. G. Ravasi,
Il Libro dei Salmi, II, 732.
[6] Cf. G. Ravasi,
Il Libro dei Salmi, II, 728-729.
[7] Cf. G. Ravasi,
Il Libro dei Salmi, II, 725.
[8] Pace
G. Ravasi, Il Libro dei
Salmi, II, 726, que prefiere ver en el salmo una ocasión histórica y no
tanto una composición genérica.
[9] Cf. J.S. Kselman – M. L. Barré, «Psalms», NJBC,
540.