Los «Salmos Imprecatorios» (IV)


El salmo 109

1. Salmo 109 (108). Al director. Salmo de David

Invocación inicial
1b Dios de mi alabanza, no estés callado,
    que bocas malvadas y fraudulentas 
    se abren contra mí 
    y me hablan con lengua mentirosa.

Causa de la aflicción
Me cercan con palabras odiosas 
    y me combaten sin motivo.
En pago de mi amor me acusan, 
    aunque yo oraba por ellos;
me devuelven mal por bien 
    y odio a cambio de mi amor.

Palabras del fiel, víctima, y su réplica
«Suscita contra él un malvado, 
    que un acusador se ponga a su derecha.
Cuando sea juzgado, salga culpable, 
    y su apelación se resuelva en condena.
Que sus días sean pocos 
    y otro ocupe su cargo.
Queden huérfanos sus hijos 
    y viuda su mujer.
10 Vayan sus hijos errabundos mendigando 
    y sean expulsados lejos de sus ruinas.
11 Que un acreedor se apodere de sus bienes 
    y los extraños se adueñen de sus sudores.
12 ¡Jamás le brinde nadie su favor, 
    ni se apiade de sus huérfanos!
13 Que su posteridad sea exterminada 
    y en una generación se borre su nombre.
14 Recuerde el Señor la culpa de sus padres, 
    y no borre el pecado de su madre:
15 estén siempre ante el Señor 
    y borre de la tierra su memoria».
16 —«Porque no se acordó de actuar con misericordia, 
    persiguió al humilde y al pobre, 
    al de corazón abatido para matarlo;
17 ya que amó la maldición, ¡recaiga sobre él!; 
    despreció la bendición, ¡aléjese de él!
18 Se vistió la maldición cual manto, 
    que penetre en su interior como agua, 
    y en sus huesos como aceite;
19 sea cual vestido que lo cubre, 
    como un cinturón que lo ciñe siempre.
20 Pague así el Señor a los que me acusan, 
    a quienes hablan mal de mí».

Súplica confiada del fiel a Dios
21 Pero tú, Señor, Dueño mío, 
    trátame conforme a tu nombre, 
    líbrame por tu bondadoso amor.
22 Porque yo soy humilde y pobre, 
    y mi corazón ha sido traspasado;
23 me desvanezco como sombra que declina, 
    me espantan como a la langosta;
24 se doblan mis rodillas por el ayuno, 
    y, sin grasa, enflaquece mi carne.
25 Soy despreciable para ellos; 
    al verme, menean la cabeza.
26 ¡Ayúdame, Señor, Dios mío; 
    sálvame según tu misericordia!
27 Sepan que tu mano hizo esto, 
    que tú, Señor, lo hiciste.
28 Maldigan ellos, mas tú bendecirás; 
    levántense y sean confundidos, 
    que tu siervo se alegrará.
29 Vístanse de oprobio mis acusadores, 
    que su infamia los cubra como un manto.

Movimiento final: promesa del fiel al Señor
30 Daré gracias al Señor a boca llena, 
    y en medio de la muchedumbre lo alabaré,
31 porque él se pone a la derecha del pobre, 
    para salvar su vida de los que lo condenan.

2. La paradoja de un salmo duro empleado en el Nuevo Testamento

Es este un salmo ciertamente difícil en su lectura, pero es de los más fecundos en la incipiente lectura tipológica referida a Cristo. En efecto, Hechos 1,20 emplean este salmo para interpretar cristianamente el suicidio de Judas Iscariote (cf. Hch 1,16-18). Más tarde se aplica directamente a Cristo, en la línea de los Sal 22 y 69 para describir proféticamente los dolores del Señor en su Pasión.

Como señalan L. Alonso Schökel – C. Carnitti, la repetición de la raíz alabar (cf. Sal 110,1.30) produce una inclusión de todo el texto en la alabanza. Otro eje que atraviesa todo el salmo es la petición de misericordia (cf. Sal 11,12.21.26): lo que los hombres niegan, lo concederá el Señor[1].

Ahora bien, la decisión de extirparlo del Salterio cristiano ha sido hecha por exegetas católicos de corte metodológico crítico, como señala el mismo G. Ravasi de Alfons Deissler, que llegó a afirmar:

“Sería mejor erradicarlo del salterio de los cristianos”. El consejo de A. Deissler fue escuchado de tal manera que la Liturgia de las Horas, nacida del Concilio Vaticano II, ha sencillamente borrado el salmo 109 de la lista del salterio litúrgico, como otros fragmentos imprecatorios de la colección sálmica[2].


La distribución que ofrecemos es fundamentalmente la de L. Alonso Schökel en su obra. Él, siendo también exegeta católico con un fino análisis filológico y crítico no se le ocurre la omisión de este salmo, aun asumiendo las dificultades que entraña de interpretación debido a la serie de 20 imprecaciones que se hallan en él[3].

3. Avanzamos nuestra propuesta

En contra de lo que propuse, en este salmo especialmente deseo detenerme para ofrecer ya una propuesta a nivel litúrgico-celebrativo. Parto de tres experiencias aprobadas por la Santa Sede que siguen los criterios emanados de la Sacrosanctum Concilium y de los órganos de aplicación del mismo. Por un lado, está la Liturgia Ambrosiana delle Ore (1983), la cual en el tiempo de Semana Santa, en Sábado Santo, incluye el salmo 109 (108) con la oportuna selección de salmos que evocan el sentido que ya Lagrange le diere en 1932, de expresiones que el orante dirige a Dios exponiéndole lo que le acusan y sus sentimientos de víctima pacífica, pese a la violencia del lenguaje[4]. Esta misma línea práctica siguen algunos monasterios de la Orden del Císter, sean de la común que de la Estrecha Observancia). Finalmente, la Confederación alemana de la Orden de San Benito, ha hecho en su Monastisches Stundenbuch, la propuesta de ofrecerlo en las Vigilias (Vigil), seguido de un salmo alternativo para aquellas comunidades que no lo desean seguir.

Teniendo, pues, un abanico variado, actual y coherente con las directrices emanadas de la propuesta posconciliar a la Reforma deseada por la Iglesia y el Venerable Pablo VI, papa, en la década de los ’60, podemos plantearnos una triple posibilidad de solución:

a.) Resérvese para los tiempos fuertes, en los volúmenes I–II de la actual Liturgia Horarum (19862, 1970), en los viernes y sábados de las semanas III–IV, como se hace actualmente con los salmos históricos.
b.) Inclúyase en el Oficio de lecturas habitual, seleccionando los versículos que eleven el alma del fiel a confiar en Dios cuando se halla en dificultades.
c.) Prodúzcase el mencionado ya entonces –y nunca acabado de ejecutar– volumen V de la Liturgia Horarum, donde se proponga íntegro para poderlo incluir en los espacios de la Salmodia que disponga la Congregación pro Cultu divino et Disciplina Sacramentorum.
d.) Déjese libertad explícitamente para incluirlo en aquellos días donde se repite en el Oficio de lecturas los salmos (v.gr. el salmo 43; 49; 131; 135).

Marcos Aceituno Donoso



[1] Cf. L. Alonso Schökel – C. Carniti, Los Salmos, II, 1360.
[2] Cf. G. Ravasi, Il libro dei Salmi. Volume III (101-150), 234.
[3] Cf. L. Alonso Schökel – C. Carniti, Los Salmos, II, 1360-1361; G. Ravasi, Il libro dei Salmi. Volume III (101-150), 234-238.
[4] Cf. G. Ravasi, Il libro dei Salmi. Volume III (101-150), 236.