Paso alegórico de la «Santísima Trinidad» (Sevilla) |
Illatio
del III Domingo de Adviento
Es justo y necesario, digno y honroso, Señor
Jesucristo, Dios nuestro, recordar con esta solemne celebración la venida de tu
gloria y el misterio de tu nacimiento en la carne, y proclamar con ánimo alegre
la magnificencia de nuestra salvación manifestada en tan grandes
acontecimientos. Pero, ¿quién podrá cantar las justas alabanzas que mereces, si
al contemplar tus obras ni se pueden enumerar tus maravillas ni ensalzar
debidamente toda tu potencia? Ninguna fórmula de fe se atrevería a expresar
cuán grande o cómo eres, porque tu magnitud y tu manera de ser no las puede
conocer la sabiduría. Si la capacidad de la mente humana no logra abarcar tu
inmensidad, esto muestra que hemos de creer con simplicidad y proclamar en
verdad la Trinidad en la divinidad así como tu omnipotencia. Tú, pues, Dios
clementísimo, multiplica el crecimiento de la verdadera fe en nuestro ánimo, y
restaura cada vez más en nosotros la forma de tu imagen y semejanza. Así, tal
como creemos que viniste hace tiempo para remedio de los que estaban bajo
cautiverio, que podamos verte venir con majestad, con toda firmeza, en tu
segunda venida, habiendo obtenido el perdón de los pecados. Concédelo, Dios
nuestro, tú que eres la Unidad estable y la Trinidad indivisa, a quien no cesan
de alabar las legiones múltiples e inefables del cielo, todos los millares de
Ángeles y Arcángeles, con los Ancianos y las Virtudes, los Tronos y las
Dominaciones; a quien ensalzan los cuatro Animales provistos de seis alas,
llenos de ojos por dentro y por fuera, que junto con los Querubines cantan el
himno nuevo, alabando y diciendo:
Oratio Admonitionis del Domingo de Ramos
Queridos hermanos, practicando la fe católica
con toda la fuerza de nuestros corazones, confesemos a Dios Padre, Dios Hijo,
Dios Espíritu Santo. Lejos de nosotros decir al modo de los paganos, que son
varios dioses; adoremos en los tres con fe y confianza a un solo Dios, pues la
Trinidad es una en su esencia, no hay otro ser creador y eterno. Nadie, pues,
imagine temerariamente, que hay diferentes potestades, donde bien sabemos que
hay una sola potestad. Nadie introduzca desigualdades donde se encuentra la
suma igualdad. No es el Padre anterior al Hijo porque lo engendró; ni el Hijo
es posterior al que le engendra. No hay tampoco poder diferente en la
naturaleza, ni voluntad distinta del donante y del donado. Al mismo tiempo la
indivisible Trinidad creó los tiempos; al mismo tiempo restauró lo que había de
perecer; al mismo tiempo el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo vienen a los fieles;
al mismo tiempo abandonan a los impíos; al mismo tiempo descansan sobre los
humildes. Estemos dispuestos a mantener esta fe con alegría, hasta derramar la
sangre, si queremos ser herederos de Dios Padre, para que fortalecidos con esta
firmeza de la fe, lleguemos ilesos al reino celestial. R. Amén.
Por la misericordia de Dios, nuestro Dios, que
es bendito, y vive y todo lo gobierna por
los siglos de los siglos.
R. Amén.
Illatio
del III Domingo de Cotidiano
Es justo y necesario alabarte siempre, Dios
eterno y omnipotente, y darte gracias sin cesar con todas nuestras fuerzas, a
ti, que con tu Unigénito Hijo, Señor nuestro, y con el Espíritu Santo, eres un
único Dios en tres personas y un sólo Señor en la Trinidad. Y lo que creemos de
tu gloria, Porque tú lo revelaste lo afirmamos también sin distinción de tu
Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y también del Espíritu Santo; de modo que,
confesando la verdadera y eterna Divinidad, adoramos lo que es propio de cada
persona divina, la unidad en la majestad y la igualdad en la divinidad. Por ti,
único y verdadero Dios, la fe adquiere constancia; por ti la debilidad obtiene
la fortaleza, y, cuanto es despiadado en las persecuciones y terrible en la
muerte, lo haces superar felizmente con la confesión de tu nombre; por esto,
todos los ángeles y arcángeles no cesan de alabarte, diciendo:
Post Pridie del Domingo VIII de Cotidiano
Señor, nos alegramos en tus alabanzas, creyendo
todas las obras portentosas de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, y confesando
su encarnación y la potencia de su divinidad; al ofrecerte el sacrificio de
alabanza, suplicamos de tu clemencia, Dios, inmensa Trinidad e infinita
majestad, que esta oblación, depositada sobre tu santo altar, sea agradable en
tu presencia y aceptable como expiación de nuestros pecados; dígnate bendecirla
enviando tu santo Espíritu septiforme, de manera que Tú, Dios, te manifiestes
en ella; para que, si alguien toma parte en ella, con tu bendición le concedas
remedio en esta vida y pueda obtener después la vida eterna. R. Amén.
Illatio
del Domingo IX de Cotidiano
Es justo y necesario, es en verdad nuestro deber
y salvación alabarte siempre y darte gracias, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno; que eres único en la divinidad y trino en la majestad,
inseparable por naturaleza, indisoluble en cuanto a persona, Dios único pero no
solitario, unidad triple y Trinidad simple, sabiduría múltiple, unidad sin
confusión, distinción sin separación, a quién confesamos uno en la substancia y
proclamamos trino en las personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que eres
reconocido trino en la unidad y adorado uno en la Trinidad. A quien los ángeles
y arcángeles alaban unánimes diciendo: