Flash Litúrgico: ¿Cambios en el Oficio divino?


Un lector muy amable nos ha hecho llegar esta duda: si se pueden cambiar los textos a rezar en la Liturgia de las Horas a gusto del consumidor. O sea, que este salmo no me mola, pues tomo otro; que este es demasiado largo, pues fuera; que esta lectura breve no hay quien la entienda, venga, agarro mi Biblia y leo otra página, etc.

Pues, claro, así, en este plan, la respuesta a la duda es un no más alto que la Torre Eiffel. No es ninguna novedad que en liturgia no puede cada uno guiarse por su capricho o por el cosquilleo espiritualoide del momento. La oración de la Iglesia es eso, de la Iglesia, no mía o tuya o del grupito. Por eso el Concilio (sí, el Vaticano II) dijo que de manosear las celebraciones litúrgicas en sus ritos y sus textos nanay del Paraguay. ¿Que dónde? ¿Me preguntas dónde dice eso el Concilio? ¡Pues sí que estamos bien! Cincuenta años hace ya y tú sin enterarte. ¡Un poco más y te llegan antes los de la funeraria que la noticia! En fin, pues en Sacrosanctum Concilium 22. Ahí lo tienes… clarito clarito.

O sea, que la liturgia es una realidad objetiva y no admite cambios a la carta. Pero… ¡ay los peros! No hay que temer. Tranquilos. Afortunadamente, la misma Institutio de la Liturgia de las Horas concede la facultad de elegir algún Oficio y formularios distintos a los asignados en algunos días, y ello por causas públicas o por devoción.

Lo podemos leer en los números 244 al 252 del documento citado. En este último se nos dice: «Aunque todos deben tener en la mayor estima la observación de todo el curso del Salterio distribuido a lo largo de las semanas, sin embargo, si fuese oportuno desde el punto de vista espiritual o pastoral, se pueden decir en lugar de los salmos asignados a un día determinado, los salmos de la misma Hora, correspondientes a otro día». Y, además de los salmos, habla también, en los párrafos anteriores, de los otros elementos que constituyen el Oficio, con sus posibles y legítimas variaciones.

En fin, ¡si es que tenemos una liturgia que no nos la merecemos! ¡Una completa preciosidad! ¡¡Guapa!!

Jaume González Padrós