Los «Salmos Imprecatorios» (II)


El salmo 58
 
1. Salmo 58 (57). Al director: «No destruyas». Epigrama de David
 
Acusación contra los regentes y jueces
¿De verdad, poderosos, emitís sentencias justas?, 
    ¿juzgáis equitativamente a los humanos?
¡No!, que cometéis crímenes a conciencia 
    imponiendo en la tierra la violencia de vuestras manos.
 
Descripción de la tribulación  
4 Se pervirtieron los malvados desde el vientre materno, 
    los mentirosos se extraviaron desde el seno.
Tienen veneno como veneno de serpiente, 
    de víbora sorda que se tapa el oído,
para no oír la voz del encantador, 
    del experto hacedor de hechizos.
 
Imprecaciones
Oh Dios, rómpeles los dientes en la boca; 
    quiebra, Señor, los colmillos a los leones.
Que se evaporen como agua que fluye, 
    que se marchiten como hierba que se pisa.
Sean como limaco que se deslíe al deslizarse; 
    como aborto de mujer, que no llega a ver el sol.
10 Antes de que echen espinas, como la zarza 
    verde o quemada, arrebátelos el vendaval.
11 Goce el justo viendo la venganza, 
    bañe sus pies en la sangre del malvado;
12 y la gente dirá: «¡El justo cosecha su fruto; 
    sí, hay un Dios que juzga en la tierra!».
 
2. Comentario exegético
 
Parece ser que este salmo era utilizado como oración para que Dios perdonase al rey y el pueblo[1]. Su título (miktam) designa a otros seis salmos más[2], aunque se ignora el significado preciso del mismo, al igual que su fecha de composición[3]. La posibilidad que apoyamos en esta presentación es la que parte de la raíz hebrea ktm, que significa «oro»[4], y en la presente construcción (con la m-) procede entenderlo como genitivo de materia: es decir, es un cántico dorado, precioso en su composición. Nos encontramos ante un lamento: se compone con un estilo triste y oscuro[5]. Por lo que se refiere a David, la construcción hebrea permite diversas interpretaciones. Apostamos por la lectura de referencia honorífica: este cántico valioso se dedicará a David y hablará de él.

Si atendemos a la historia de las formas, se obtiene que, en una primera mirada al salmo nos revela un lenguaje ampuloso y rudo que contiene imágenes drásticas. Sus versos son largos y emula un estilo claramente arcaizante, lo que hace que su forma literaria es difícil de comprender. Nos encontramos ante una acusación–maldición contra las deidades paganas en un primer momento, que posteriormente en el estadio en el que lo tenemos versa sobre una lamentación que contiene invectivas de regusto profético del siglo VIII a.C. El salmista la dirige contra los políticos y magistrados corruptos y su pésimo gobierno.

– 58,2-3. Equiparación del político y juez corrupto a los criminales[6]. El vocablo hebreo poderosos es de difícil comprensión. En nuestro contexto parece más bien indicar una acusación a jueces que silencian la justicia por diversos motivos, que viene ejemplificados con tintes divinizantes. La versión oficial española, siguiendo a la Neovulgata, cambia el acento en la traducción: pasa de llamarlos, «hijos de Adán», con la doble connotación de «hombres mortales» y de degradación de rango social, «simples plebeyos», a «poderosos», casi «seres divinos»[7]. Quizá se debiera mantener el sujeto de filii Adam.

– 58,3-6. Descripción por parte del salmista y su situación de tribulación. Describe anónimamente a los «malvados», personajes muy recurrentes en Biblia, sobre todo en literatura sálmica y sapiencial, con más de un centenar de frecuencias. Sus rasgos en esta composición poética son altamente negativos: se han pervertido desde el seno materno, en contraposición con Jeremías que es fiel desde antes de nacer (cf. Jer 1,5); viven de pronunciar mentiras en contra de la ley sinaítica (cf. Ex 20,16; Dt 5,20). Se les compara con las serpientes con su veneno mortífero, imagen esta tampoco positiva, pos su trasfondo, ya que se dedicaba a Israel o a cualquier ente enemigo, sea político sea preternatural[8].

– 58,7-12. Críticamente el texto es muy difícil por hallarse corrupto en los manuscritos. Consiste en una serie de maldiciones apelando a la intervención divina directamente. No pide la victoria sobre ellos, sino la aniquilación de todos los poderes demoníacos.

3. Bibliografía
 
Cantera, F. – Iglesias, M., Sagrada Biblia. Versión crítica sobre los textos hebreo, arameo y griego, BAC Maior 10, Madrid 1975.
Kraus, H.J., Los salmos, I–II, BEB 53–54, Salamanca 1993.
G. Ravasi, Il libro dei Salmi. Commento e attualizzazione, I–III, Lettura pastorale della Bibbia 12.14.15, Bologna 1983.

 Marcos Aceituno Donoso


[1] Cf. Sal 59,1; 75,1; Zorell, 836.
[2] Cf. Sal 16,1; 56,1; 57,1; 58, 1; 59,1; 60,1; Is 13,12. Podemos advertir cómo entre éstos no aparecen los salmos 83 ni 109.
[3] Cf. Cantera – Iglesias, 635.
[4] Cf. Sal 45,10; Job 28,16.19; 31,24; Prov 25,12; Ct 5,11; Is 13,12; Lm 4,1; Dn 10,5. Estas son todas las frecuencias del término. Ciertamente son pocas. Ha habido varias soluciones: la versión LXX se apoya en Is 38,9 para interpretarlo como inscripción. Término que traduce explícitamente miktam. Jerónimo, en su versión a partir del hebreo, repropone totalmente el título: «Al vencedor, para que no disperses a David, humilde y sencillo». En efecto lo lee a modo de oración gramatical, incluyendo material que no se encuentran ni en hebreo ni en griego, al menos hasta el día presente. Cf. Zorell, 378.
[5] Cf. Zorell, 436.
[6] Cf. Ravasi, II, 177.
[7] Algunos han leído aquí «dioses», mientras que en Sal 56,1 la misma palabra ha sufrido traducciones clásicas dispares. LXX la lee como «a favor del pueblo alejada de los santos (o del Santuario)». Jerónimo en su traducción según la veritas Hebraica propone a su vez: «paloma muda», porque lee las consonantes hebreas con otras vocales. Cf. H. Bardtke, «Liber Psalmorum», BHS, 1137; Zorell, 58.
[8] Sin olvidar el trasfondo de adivinación y también de otras lenguas semitas limítrofes, que tiene por sentido «molestar». Cf. Gén 3,1; 49,17; Núm 21,6-7.9; Dt 8,5; Eclo 11,29; Is 14,29; 65,25; Jr 8,17; Am 5,19; Miq 7,17.