Dos nuevas misas de vigilia en el Misal romano
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Entre
las aportaciones eucológicas de la tercera edición del Misal romano, publicado
en el año 2002, encontramos la misa de vigilia de la Epifanía del Señor[1]
y la misa de vigilia de la Ascensión del Señor[2].
De este modo ya son ocho las solemnidades[3]
que cuentan con un doble formulario para su celebración, uno para la misa de
vigilia y otro para la misa del día. También debemos señalar que las seis misas
de vigilia existentes en la segunda edición típica del Misal (año 1975), además
de eucología propia, tienen lecturas específicas para la liturgia de la palabra,
diferentes de las lecturas bíblicas asignadas a la misa del día. De momento no
sabemos qué ocurrirá con la liturgia de la palabra de
las dos misas de vigilia recién incorporadas –Epifanía y Ascensión–, aunque lo
lógico es que, siguiendo el criterio de las otras misas de vigilia, estas dos
también tengan lecturas propias.
Grados
celebrativos de las solemnidades
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De
algún modo, se podría decir que se ha aumentado el rango litúrgico de estas dos
celebraciones, Epifanía y Ascensión. Si bien en las Normas universales sobre el
año litúrgico y el calendario (nn. 10-14) se establecen tres categorías
celebrativas –memoria, fiesta y solemnidad–, dentro de cada una de ellas podemos
diferenciar diversos grados. Así, en las solemnidades, que es lo que en este
caso nos interesa, distinguimos, de mayor a menor importancia, entre
solemnidades con misa de vigilia y octava[4],
solemnidades con misa de vigilia[5]
y solemnidades[6].
Por
tanto, al incorporar una misa de vigilia a la Epifanía del Señor y a la
Ascensión del Señor, se han destacado estas celebraciones del resto de
solemnidades.
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Posibles causas que han llevado a añadir estas dos misas de vigilia
Posibles causas que han llevado a añadir estas dos misas de vigilia
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El
motivo por el cual se han incorporado estos dos nuevos formularios eucológicos
en el Misal romano no lo tenemos del todo claro.
En
la asamblea plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos de septiembre de 2001, el que fuera secretario de esta
congregación, monseñor Francisco Pío Tamburrino,
informó sobre las novedades y modificaciones de la tercera edición típica del
Misal romano. Afirmó entonces que se introducía una misa de vigilia para el día
de la Ascensión porque esta era la única solemnidad del Señor que no tenía misa
de vigilia[7].
No dijo nada sobre la Epifanía del Señor[8],
solemnidad a la que también se le ha incorporado una misa de vigilia. Ahora
bien, es evidente que ese argumento es insostenible, pues sí que hay
solemnidades del Señor que no tienen misa de vigilia, como la Anunciación del
Señor, el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el Sagrado Corazón de Jesús o
Jesucristo rey del universo. Por lo que no es cierto que la Ascensión sea la
única solemnidad del Señor que no cuenta con misa de
vigilia.
Podríamos
pensar que la motivación era resaltar con una misa de vigilia las diferentes
solemnidades del Señor que a lo largo del año litúrgico celebran los misterios
de la vida de Cristo: Nacimiento, Epifanía, Resurrección, Ascensión. Sin
embargo, la solemnidad de la Anunciación del Señor, que forma parte de este
grupo, carece de misa de vigilia. Por tanto tampoco nos sirve esta
justificación.
Una
respuesta lógica que encontramos, y que podría ser válida, es que la inserción
de estas dos misas de vigilia sigue una línea litúrgica, en cierta medida
involucionista, que trata de recuperar elementos del Misal tridentino que la
reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II había suprimido. En la
edición típica del Misal de Pablo VI (año 1970) se habían mantenido, modificando
los textos eucológicos, todas las misas de vigilia que, para las celebraciones
del Señor, tenía el Misal de san Pío V, exceptuando dos: la de la Epifanía del
Señor y la de la Ascensión del Señor. Creemos, pues, que la inserción de estas
dos misas de vigilia pretende asemejar el Misal de Pablo VI al de san Pío V en
la estructura externa del año litúrgico. Los textos eucológicos se han tomado de
los antiguos sacramentarios.
Además,
para refrendar esta argumentación, podemos señalar que, en la tercera edición
del Misal de Pablo VI encontramos otros añadidos que también recuperan
celebraciones o textos del Misal tridentino: la inserción en el Calendario
romano general como memorias libres de las celebraciones del Santísimo Nombre de
Jesús (3 de enero) y del Santísimo Nombre de María (12 de septiembre); la
introducción, en la sección de misas pro
variis necessitatibus,
de un segundo formulario para la misa pro
remissione peccatorum y
de un nuevo formulario titulado ad postulandam continentiam,
procedentes ambos del Misal de san Pío V; la incorporación de un texto
alternativo para la oración colecta de la solemnidad de la Ascensión, misa del
día, que está tomado de la oración colecta de esa misma celebración en el Misal
de san Pío V…
Las misas de vigilia a lo largo de la historia
La
primera vigilia de oración que se organizó en la Iglesia fue la noche de Pascua
para celebrar la resurrección de Cristo. Con el paso del tiempo se fueron
estableciendo otras celebraciones nocturnas, a imitación de esta, como
preparación de las fiestas más importantes.
En
el Sacramentario gelasiano tres celebraciones tienen misa de vigilia: la
Natividad del Señor, la Pascua de la Resurrección del Señor y
Pentecostés.
El número de misas de vigilia aumenta
en el Sacramentario gregoriano: la
Natividad del Señor, la Epifanía, la Pascua de la Resurrección, Pentecostés, la
Natividad de san Juan Bautista, San Pedro y san Pablo, la Asunción de la Virgen
María y San Mateo. Este libro litúrgico cuenta además con formularios comunes de
misa de vigilia para los apóstoles, para un mártir, para varios mártires, para
un confesor, para varios confesores y para vírgenes.
En
el Misal de san Pío V son dieciocho
las misas de vigilia que encontramos: la Natividad del Señor, la Epifanía, la
Pascua de la Resurrección, la Ascensión, Pentecostés, San Matías, la Natividad
de san Juan Bautista, San Pedro y san Pablo, Santiago, San Lorenzo, la Asunción
de la Virgen María, San Bartolomé, San Mateo, San Simón y san Judas, Todos los
santos, San Andrés, la Inmaculada Concepción de la Virgen María y Santo Tomás.
También tiene un formulario común de misa de vigilia para los
apóstoles.
En el Misal de Pablo VI se redujeron a seis
las celebraciones a las que se les incorporó misa de vigilia con formulario
propio: la Natividad del Señor, la Pascua de la Resurrección, Pentecostés, la
Natividad de san Juan Bautista, San Pedro y san Pablo, la Asunción de la Virgen
María. En la última edición típica, la tercera, del Misal de Pablo VI se han añadido a esta lista la Epifanía del Señor y la Ascensión
del Señor.
Sentido de la misa de vigilia
La
palabra “vigilia” se refiere a la acción de estar la noche en vela. Este
vocablo, en el contexto religioso, nos remite a pasar la noche, o parte de ella,
en oración.
La
oración nocturna ha sido apreciada siempre en la Iglesia, a imitación de las
vírgenes prudentes que esperaban la llegada del novio[9].
La reforma conciliar mantuvo esta práctica ofreciendo una celebración
prolongada, de carácter nocturno, del Oficio de lectura para todos los domingos,
solemnidades y fiestas[10].
Además, ciertas solemnidades tienen una misa de vigilia con formulario propio,
como ya hemos indicado.
En
rigor son misas de vigilia, así las denomina el Misal[11],
por lo que todas ellas deberían tener carácter nocturno. Sin embargo la
nocturnidad que debiera caracterizar a estas celebraciones tan sólo se señala
expresamente en la Vigilia pascual[12].
En las otras siete misas de vigilia que encontramos en el Misal, se indica bajo
el título que el formulario de esa misa se utiliza en la tarde del día previo a
la solemnidad, bien antes o bien después de las I Vísperas. Por tanto existe una
contradicción entre el título (misa de vigilia) y la rúbrica (misa para usarse
por la tarde). Contradicción que podría haberse evitado bien denominándolas
“misa vespertina” en lugar de “misa de vigilia”, como ocurre el jueves santo en
la Misa in Cena Domini[13],
o bien marcando en su rúbrica el carácter nocturno, como ocurre con la Vigilia
pascual[14].
Uso pastoral de la misa de vigilia
El
uso pastoral de la misa de vigilia lo aporta la rúbrica que se encuentra bajo el
título de la misma. En todas ellas, excepto en la Vigilia pascual, se indica que
deben emplearse como misa vespertina del día previo a la solemnidad.
No
obstante, no podemos perder de vista que quienes participan en la eucaristía el
día previo a la solemnidad que se celebra, lo habitual es que no vuelvan a ir a
misa el propio día de la solemnidad. Estos escuchan, por tanto, un formulario
eucológico y unas lecturas bíblicas que no son las principales de la solemnidad
que se celebra. Y debemos tener presente que, salvo en la Vigilia pascual, son
más importantes la eucología y las lecturas bíblicas de la misa del día que las
de la misa de vigilia.
Esto
se podría subsanar si la misa de vigilia hiciera honor a su nombre y a sus
orígenes, esto es, tuviera carácter nocturno y sirviese para preparar la
solemnidad correspondiente. Así, los fieles que lo desearan podrían intensificar
la celebración de las grandes solemnidades del año litúrgico con una vigilia. De
este modo la misa del día no sería suplantada por la misa de vigilia, sino que
algunos cristianos añadirían, a la misa del día, la misa de vigilia. En este
caso la misa de vigilia tendría un uso pastoral que podríamos denominar selecto,
pues no estaría destinada a la totalidad de bautizados, sino a aquellos que
tuvieran más finura celebrativa y espiritual.
José Antonio Goñi
Artículo publicado en Phase 2003, 465-470.
Artículo publicado en Phase 2003, 465-470.
[1] Missale Romanum ex decreto Sacrosancti Oecumenici Vaticani II
instauratum auctoritate Pauli pp. VI promulgatum, Ioannis Pauli pp.
II cura recognitum, editio typica tertia, Typis Vaticanis, Vaticano 2002, pp. 173-174.
[2]
Ibid. pp. 423-424.
[3]
Natividad del Señor, Epifanía del Señor, Domingo de Pascua de la Resurrección
del Señor, Ascensión del Señor, Domingo de Pentecostés, Natividad de san Juan
Bautista (24 de junio), San Pedro y san Pablo (29 de junio), Asunción de la
Virgen María (15 de agosto).
[4]
Domingo de Pascua y Natividad del Señor; aunque ambas octavas no son de igual
importancia: la octava del día de Pascua podríamos decir que es una octava mayor
y la de Navidad una octava menor.
[5]
Epifanía del Señor, Ascensión del Señor, Domingo de Pentecostés, Asunción de la
Virgen María (15 de agosto), Natividad de san Juan Bautista (24 de junio), San
Pedro y san Pablo (29 de junio); la solemnidad de la Asunción de la Virgen María
tiene un “eco” el día de su octava: la memoria de Santa María Virgen Reina (22
de agosto).
[6]
La Santísima Trinidad, la Anunciación del Señor (25 de marzo), el Santísimo
Cuerpo y Sangre de Cristo, el Sagrado Corazón de Jesús, Jesucristo rey del
universo, Santa María Madre de Dios (1 de enero), la Inmaculada Concepción de
santa María Virgen (8 de diciembre), San José (19 de marzo), Todos los santos (1
de noviembre).
[7]
Notitiae 37 (2001) 417-418.
[8]
Debemos señalar que, en una entrevista sobre la tercera edición del Misal romano
que le hizo Manlio Sodi
algunos meses antes para Rivista Liturgica, sí
que indica que ha sido incorporado un nuevo formulario para la misa de vigilia
de la Epifanía, además del de la Ascensión (cf. Rivista Liturgica 88 (2001) 24).
[9]
Cf. Mt 25, 1-13.
[10]
Cf. IGLH 73.
[11]
Cf. edición del 2002, pp. 153. 173. 337. 423. 443. 771. 779. 807.
[12]
Cf. Vigilia paschalis in nocte sancta, n. 3.
[13]
Cf. edición del 2002, pp. 299.
[14] Cf. ibid. pp. 337, n. 3.