Nos encontramos en un contexto bélico. Esta cuarta escena descriptiva es una extensa alegoría que concluye con esta perícopa. Si aceptamos la cronología que nos han ofrecido Vaillant y Ostrogorsky, nos hallamos ante la posible descripción de una guerra binzantina en la cual vence Leoncio, cuando cambia la política centralista y despótica de Justiniano II (que no se debe confundir con su predecesor Justiniano I). Así pues, de la experiencia dura y amarga de una guerra, unida a la alegría de ver por fin finalizado la situación política nefasta de exilio civil y religioso, saca Pseudo-Epifanio material para una descripción así de larga y vívida de la entrada gloriosa de Cristo, Basileus y Despotes. Aparece por fin Adán, el culmen –y el final– de este precioso sermón.
Prosigue el Sermón atribuido a San Epifanio sobre el Grande y Santo Sábado (sección XIV)
Esto decían las virtudes señoriales del Señor a las fuerzas enemigas, y las urgían [así].
Unos asolaban la cárcel desde sus mismos fundamentos, y empujaban a las fuerzas enemigas desde sus cubículos más externos haciéndolas huir hacia el interior.
Unos repasaban los depósitos de más abajo, los puntos de vigilancia y los escondites, y corrían [hacia allí], [mientras que] otros entregaban al Señor uno un prisionero y otro otro de otro lugar.
Unos ligaban al Tirano y otros desligaban a quienes eran prisioneros desde antiguo.
Unos ordenaban y otros ordenaban con muchísima rapidez.
Unos se anticipaban a la llegada del Señor a lo más interno y otros asistían al Portador de la victoria como Dios y Rey.
Estaban así las cosas –y aún más– en el hades con respecto a lo sucedido, al estruendo, a todo el desorden y el movimiento, iba a suceder la venida del Señor para apoderarse de lo más bajo de lo bajo, [entonces] aquel Adán, el primer creado y el primer moldeado de todos los hombres –y el primer mortal– estando el más interior a todos, estando encadenado con mucha seguridad, oyó los pasos del Señor entrando entre los prisioneros, y reconoció su voz mientras caminaba en la cárcel y volviéndose a todos los encarcelados con él desde antiguo, dice:
«Siento el rumor de los pasos de quien ha venido a nosotros, y si en verdad se ha dignado acercarse hasta aquí, [esto significa que] nosotros seremos liberados. Si es verdad que podemos verle entre nosotros, es que nosotros saldremos libres del hades».
Marcos Aceituno Donoso