Homilía de la Sepultura del Divino Cuerpo del Señor (XIII)

Introducción
 
Sigue la «política» descriptiva de Pseudo-Epifanio, poniendo dramaticidad a la sobriedad bíblica sobre este momento de la vida de Cristo. Totalmente se centra ahora en la destrucción del poder nefasto de Satanás que tenia subyugados a los fieles.
 
Prosigue el Sermón atribuido a San Epifanio sobre el Grande y Santo Sábado (sección X)
 
No nos apresuremos pues, mas mentalmente deambulemos por el hades de modo que veamos cómo allí en aquel entonces [Cristo] con poder domina, según su [propio] poder al poderoso Tirano, y conquista con su resplandor (cf. Mt 24,27; Lc 17,24) y con todo el ejército que es su Pueblo, sin tocarlas, a aquellas huestes inmortales de soldados; abriendo por en medio las puertas sin puertas, y rompiendo Cristo las puertas lígneas con la Cruz, destruyendo y rompiendo con [los] clavos los cerrojos eternos (cf. Ps 106,16), y deshaciendo como cera con [sus] ligazones de las manos las cadenas irrompibles; y con [la] lanza del costado divino atravesando el corazón no carnal del Tirano.
 
Allí golpeó los poderes de arcos, cuando con la Cruz, como un arco, tensó sus divinas cuerdas (cf. Ps 75,4).
 
Por ello, si con tranquilidad sigues a Cristo, verás
dónde encadenó al Tirano;
dónde clavó su cabeza;
cómo removió la cárcel;
de dónde sacó a los presos;
cómo pisoteó a la serpiente
y cómo colgó la impureza;
cómo liberó a Adán,
y cómo levantó a Eva,
y cómo deshizo la pared que mediaba (cf. Ef 2,14),
y dónde condenó al Dragón cruel,
y cómo irguió los trofeos invencibles;
dónde dio muerte a la muerte
y cómo arruinó la corrupción
y al hombre lo restauró a la gloria primitiva.
MarcosAceituno Donoso