La semana in albis.

Una entrada de Francisco Gabaldón Álvarez, Vicario Parroquial de Tarancón (Cuenca).


LA SEMANA “IN ALBIS” (1)

"¿Pero dónde está el trofeo de la victoria? 
¿Yo estoy en un trono y la cruz del Señor enterrada en el polvo?
¿Yo estoy rodeada de oro y el triunfo de Cristo entre las ruinas? (...).
Veo que has hecho todo lo posible, diablo, para que fuese sepultada la espada que te ha reducido a la nada". (2)
Santa Elena

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El tiempo pascual, en sus orígenes, era celebrado de manera conjunta como una solemnidad ininterrumpida de cincuenta días que abarcaba todo el misterio redentor. Toda la cincuentena pascual constituye "un solo y único día festivo": el gran domingo (3).
A partir del siglo IV d. C. esta celebración conjunta se fragmentó, cuando comenzaron a celebrarse de modo histórico las acciones salvíficas divinas. Se comenzó a celebrar la octava de pascua los ocho primeros días de la cincuentena. Esta semana -“in albis”, como se denomina en el rito romano- surgió en el siglo IV por el deseo de asegurar a los neófitos (4) una catequesis acerca de los divinos misterios que habían experimentado. El domingo con el que concluye esta semana, llamado domingo de la octava de Pascua, tiene una relevancia significativa ya que “concluye la Octava de Pascua, como un único día "hecho por el Señor", marcado con el distintivo de la Resurrección y por la alegría de los discípulos al ver a Jesús. Desde la antigüedad este domingo se llama in albis, del nombre latino alba, dado por la vestidura blanca que los neófitos llevaban en el Bautismo la noche de Pascua, y que se quitaban después de ocho días"(5). Estas vestiduras blancas eran depuestas el sábado anterior llamado también “in albis deponendis” en la misma basílica de Letrán donde los neófitos habían recibido el bautismo durante la noche pascual.
Prolongar una semana la fiesta de Pascua era además seguir el ejemplo de los judíos, para quienes la solemnidad pascual duraba por lo menos siete días(6). Nuestra fiesta de Pascua está actualmente dotada de una verdadera octava que termina con el domingo Quasimodo(7). Sin embargo, tenemos fuertes razones para creer que, desde el principio, la celebración de la fiesta no se prolongaba más de siete días, los dies baptismales, y que se terminaba no como hoy, en el domingo Quasimodo, sino el sábado precedente, el sábado in albis, cuya importancia litúrgica era superior a la del octavo día, como se advierte aún por diversas peculiaridades.
También este domingo se le llama de Quasimodo, debido a la primera palabra del canto de entrada propio de ese domingo tomado de la primera carta del apóstol Pedro (1 Pe 2, 2): Quasi modo geniti infantes, rationabile, sine dolo lac concupiscite, alleluia —«Como niños recién nacidos, razonables, sin engaño, apeteced la leche (del espíritu), aleluya...». El "Liber usualis. Missae et officii" recoge la sabia y preciosa melodía gregoriana con que se canta.(8)
No solo los neófitos que recibían el bautismo en la noche pascual celebraban con intensidad esta semana. También el resto de bautizados, renacidos a la vida de Cristo resucitado, renuevan la gracia del bautismo y expresan a Dios su agradecimiento más profundo. Era una semana totalmente festiva y de descanso de los trabajos temporales. Se cerraban los negocios, los tribunales y se prohibían los intercambios comerciales. (9) San Agustín comenta que los días de fiesta han terminado y que vuelven a reanudarse los contratos, los actos judiciales y los procesos.(10) Diferentes concilios exhortan que durante toda la semana los fieles se dediquen al culto divino(11). Será ya en el siglo XII cuando el descanso laboral se reducirá solo a los dos primeros días de la semana.
Afirmar la fe de los recién bautizados y aumentar el fervor de su gratitud hacia quien les había comunicado su propia vida divina, era la clave de la celebración de estos días santos centrales en el Año Litúrgico. En nuestros días, considerar la octava de Pascua ayudaría mucho más a ser conscientes de nuestra realidad de bautizados y sería de gran utilidad práctica, tanto espiritual como pastoral, reforzar su celebración.
Invito a todos los fieles, para que la semana in albis nos ayude a mantener el recuerdo de la noche luminosa de Pascua, el santo orgullo de haber sido bautizados, la frescura de la infancia espiritual. No todo ha terminado en la noche de Pascua, hemos sido introducidos en el Día eterno de la salvación que es CRISTO y que se prolonga hasta la eternidad. Celebremos con gozo estos días de “tránsito hacia lo eterno” (12) pidiendo al Señor que después de sentir la alegría de la solemnidad pascual, podamos gozar un día de la plenitud de la alegría eterna.

Notas:


1 Cf, FLICOTEAUX E., Espiritualidad del año litúrgico, Sígueme, Salamanca 1966.

2 SAN AMBROSIO, De obitu Theodosii, nn. 43-44.

3 SAN ATANASIO, Epist. Fest. n. 1.

4 Recién bautizados en la vigilia de la noche de Pascua.

5 BENEDICTO XVI , homilía II Domingo de Pascua, 11.IV.2010.

6 Lev 23, 4-5

7 Ya en el sacramentario gelasiano, el domingo Quasimodo se titula: Octava Paschae.


8 Enlace para escuchar la melodia: http://www.youtube.com/watch?v=ZDH4SYGN6Gg.

9Teodosio en el 389, prohíbe las sesiones judiciales durante la semana que precede a la fiesta de Pascua y

durante la siguiente.

10 Serm. 259: PL 38, 518.

11 Concilio de Maguncia el año 813, Meaux en 845, Ingelheim en 948.

12 Romano Guardini