El "Relato de
las dos Ciudades": Jerusalén y Constantinopla
I.- INTRODUCCIÓN
La Semana Santa tanto en la Tradición Romana como en la Bizantina es fruto de una mezcla de tradiciones; luego se podría afirmar con el Padre Robert Taft que las dos han tenido una capacidad grandísima de absorber y sintetizar nuevas tendencias e influjos externos y de adaptarse a nuevas exigencias.
De las dos, será Constantinopla la que adquiera, poco a poco, un poder dominante ya que era la capital del Imperio oriental, de ahí la rápida difusión de las costumbres y los ritos constantinopolitanos. Pero no sólo es importante esta capital sino que habríamos de añadir: Jerusalén y los monasterios de Palestina; los usos litúrgicos de Jerusalén se difundirán por todo el orbe gracias a los peregrinos, cómo no destacar a la Peregrina por excelencia: Egeria.
Este intercambio, dice el Padre
Taft, se intensifica tras el primer periodo del iconoclasmo (726-775),
durante la "restauración monástica" llevada a cabo por san Teodoro estudita (+826)
que trajo a la capital monjes del monasterio palestinense de San Sabas para
combatir contra los herejes, es decir, contra los iconoclastas. Fruto de esto
fue la: síntesis litúrgica constantinopolitana-sabaítica, que
más tarde dará como resultado el llamado "rito bizantino".
Sebastián Janeras ha expuesto
esta evolución mostrando la estructura, las lecturas y la himnografía que
contienen los libros de las dos tradiciones: 1.-Jerusalén: Leccionario
hagiopolita armenio (s. V) y georgiano (s. V-VIII) y Oficios de
la Semana Santa en el Codex Stavrou 43, transcrito en 1122; 2.-
Constantinopla: Typikon de la Gran Iglesia: manuscritos de los
s. IX-X, Evangeliario y Prophetologion (Leccionario con las
lecturas del AT).
Estas fuentes, prosigue el Padre
Taft, parecen demostrar un triple proceso de préstamo recíproco: 1.-
Importancia primaria de Jerusalén como centro de peregrinación,
sobretodo en Semana Santa; esto hace que se infiltren elementos hagiopolitas en
los ritos constantinopolitanos. Ej: Leccionario del s. IX; el Orthros (Laudes)
del Viernes Santo tiene una serie de 11 Lecturas del Evangelio fruto de la
unión de las Lecturas de la antigua Vigilia de Jerusalén de la noche del Jueves
Santo con las de las Horas del día del Viernes Santo
hagiopolita. 2.- Influencia constantinopolitana en la "Ciudad
Santa": esta serie de Lecturas según el Typicon de la
"Gran Iglesia" llegan hasta Jerusalén y son incorporadas al Oficio
hagiopolita al final del primer milenio; así se puede ver en el Stavrou
43 (ant. 1009). 3.- "Triodon" bizantino: todo lo
anterior será codificado definitivamente en este libro litúrgico: Matutino del
Viernes Santo de Jerusalén, 11 Lecturas hagiopolitas-constantinopolitanas del
Evangelio, Vísperas del Viernes Santo en Jerusalén y Matutino del
Sábado Santo con las Lecturas constantinopolitanas, más las Horas del
día del Viernes Santo de Jerusalén.
II.- LA SEMANA SANTA
EN LA "ANTIGUA CONSTANTINOPLA"
En la mayor parte del primer
milenio Constantinopla permanece inmune a la influencia de los nuevos Oficios
de la Semana Santa de Jerusalén, manteniendo así una Liturgia sobria hasta el
periodo del predominio monástico posterior a la lucha contra el iconoclasmo (726-775,
815-843) en la que se enriquece de elementos hagiopolitas.
Según el Typikon del
siglo X las celebraciones de la Semana Santa eran precedidas del "Sábado
de Lázaro", es decir, del Sábado anterior al Domingo de Ramos. Queda
claro, tanto en el Evangelio como en el Diario de la
Peregrina Egeria (384), que la Resurrección de Lázaro es el preludio
de las celebraciones pascuales, ya que Cristo muestra su poder sobre la vida y
sobre la muerte, haciendo así de la resurrección de su amigo una profecía de lo
que sucedería el "Octavo Dies". En Constantinopla este día el
Patriarca administraba los Sacramentos de iniciación, en el pequeño
Bautisterio, después del Orthros.
El Domingo de Ramos,
según nos dice Baumstark, tenían lugar los Oficios en la
Iglesia de los "Cuarenta Soldados Mártires" en el Tetrapylon de
bronce, al norte del Forum Tauri, cerca del Philadelphion.
El Patriarca era el encargado de distribuir las palmas al clero y a la
asamblea, tras lo cual tenía lugar la Procesión hasta
Santa Sofía, donde se celebraba la "Divina Liturgia". El primer testimonio
de la procesión bizantina de la palmas lo tenemos en la Vida de san
Andrés "el multitudinario" (ca. 650-950).
Del Lunes al
Miércoles: no hay diferencia entre estos días y las ferias
cuaresmales: no hay Eucaristía, sí la "Liturgia de los Dones Presantificados".
El Jueves Santo tenía
lugar, por la mañana en Santa Sofía, la Adoración de la preciosa
reliquia de la Pasión custodiada por la Gran Iglesia: la Sagrada
Lanza que traspasó el costado de Cristo, tal como podemos leer en Jn 19, 34.
Por la tarde tenían lugar las Vísperas y el Lavatorio
de los pies (pedilavium), durante el cual el Patriarca
lavaba los pies de 12 miembros del clero (3 subdiáconos, 3 diáconos, 3
presbíteros, 1 arzobispo y 2 metropolitanos); tras esto tenía lugar la
"Liturgia del Crisma" de san Basilio Magno. Por la tarde se leía una
serie de cinco Lecturas vigiliares: 3 del AT (Ex, Jb e Is) y 1 Epístola
(relato paulino de la "Institución") más un "centón evangélico"
o una concordancia estructurada cronológicamente de los eventos que van desde
el Jueves Santo por la noche hasta el alba del Viernes Santo.
Los Oficios del Viernes
Santo comprendían: Pannychis (Vigilia) la tarde del
Jueves Santo tras la Misa crismal, Orthos y Tritoekte (tercia-sexta)
y Vísperas con la "Liturgia de los Presantificados"
por la tarde. Los únicos elementos ceremoniales de este día eran: la Veneración
de la Sagrada Lanza antes del Orthros y la Catequesis
prebautismal junto a la renuncia a Satanás que el Patriarca hacía
en "Hagia Elena", parte integrante del proceso de iniciación
pascual.
Es curioso que no tenga lugar en
Constantinopla en este día ni la Lectura de la Pasión ni la Adoración de la
Cruz o de una reliquia de ésta. No obstante, en el Evangelio de las Vísperas del
Viernes Santo encontramos la anámnesis de la Pasión del Señor: desde la
condena de Jesús hasta su sepultura; también se lee el "siervo
sufriente" de Isaías.
El Orthros del Sábado
Santo en el Typikon no tiene nada de particular,
excepto los dos estribillos referidos a los soldados que hacen
guardia ante la tumba de Jesús, sepultado por nuestra salvación. El Evangelio
de este día narra la orden que da Pilatos para que hagan guardia los soldados y
así no puedan robar los discípulos el cuerpo de Jesús diciendo que ha resucitado.
La Profecía que se lee este día es la de los "huesos secos" del
profeta Ezequiel.
Salvador Aguilera López
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Bibliografía
1.- Taft, R. La Settimana Santa nella Tradizione Bizantina en
"A partire della liturgia. Perché è che la liturgia". Lipa edizioni,
Roma 2004: pag. 250-284.
2.- Id. A tale of two cities. The
Byzantine Holy Week Triduum as a paradigm of liturgical History en
"J.N. Alexander (cur.), Time and Community In Honor of Thomas Julian
Talley". Washington DC, 1990: pag. 21-41.
3.- Arranz, M. Les
grandes étapes de la liturgie byzantine: Palestine-Byzance-Ruse en
"Liturgie de l'Église particulière, liturgie de l'Église
universelle". Bibliotheca Ephemerides Liturgicae, Subsidia 7: Roma 1976, pag.
43-72.
4.- Janeras, S. I vangeli
domenicali della risurrezione nelle tradizioni liturgiche agiopolita e
bizantina en "Studia Anselmiana, 91. Analecta Liturgica 10".
Roma 1986, pag. 55-69.