La Secuencia "Dies Irae, Dies illa"

"Dies Irae, Dies illa" es la Secuencia que compuso en el siglo XIII el Franciscano Tomás de Celano (1200-1260), amigo y biógrafo de San Francisco de Asís, para el día 2 de Noviembre: Commemoración de Todos los Fieles Difuntos.


Antiguamente se cantaba esta Secuencia el Primer Domingo de Adviento dando así a este Domingo un matiz escatológico: fin del mundo y juicio final. Más tarde se le añadirán los dos últimos versículos en sufragio de los difuntos, razón por la cual se adoptará para las Misas de Requiem.

Este himno es incorporado, a partir del siglo XIV, como "Secuencia" de la Misa de Requiem, más adelante el Concilio de Trento (1545–1563) lo confirmará como parte fija de esta Misa; actualmente sigue en uso como "Secuencia" en la Forma Extraordinaria del Rito Romano, no así en la Forma Ordinaria, ya que fue abolida en la revisión del Misal Romano de 1970, aunque sí ha quedado como "Himno" en la actual Liturgia de las Horas para las Ferias de la semana XXXIV del Tiempo Ordinario (Apéndice: Himnos latinos).

Junto al Dies Irae encontramos otra gran composixión poética: el himno Fos Hilarón. Se puede señalar que el Fos Hilarón (Luz gozosa) marca el inicio y el Dies Irae (Día de la ira) el término de la himnografía cristiana, en opinión del Card. Schuster, ya que suele considerarse el mejor poema en latín medieval, y difiere del latín clásico tanto por su acentuación (no cuantitativa) como por sus líneas en rima; siendo trocaico su metro .

El himno vespertino "luz gozosa", es un himno del gozo, de la vida de intimidad con Dios, propia de los primeros siglos cristianos, siglos de sacrificio y de martirio. En cambio, el himno "día de la ira" es fruto de una época de abandono y olvido del Señor, es un canto que espanta y hace temblar, porque la generación que lo ha dictado siente en su conciencia los gritos de su culpabilidad.

La inspiración para este himno parece venir de la Vulgata: Sofonías 1, 15-16: "Día de ira será aquel día; día de angustia y aflicción, día de ruina y desolación, día de tinieblas y oscuridad, día de nubes y de brumas, día de trompetas y de estruendo sobre las plazas fuertes, sobre las torres angulares" o Joel 2, 2: "Día de tinieblas y oscuridad, día de nubes y niebla".

Es interesante la mención de la Sibila en la primera estrofa, que adquiere un carácter profético, ya que anuncia el fin del mundo junto con el profeta David; el prestigio de las sibilas en el mundo católico parece deberse a su aparición (concretamente de la Sibila de Cumas) en la Egloga IV de Virgilio, tan apreciada por autores católicos de los primeros siglos.
El poema describe el día del juicio, con la última trompeta llamando a los muertos ante el trono divino, donde los elegidos se salvarán y los condenados serán arrojados a las llamas eternas.

El texto más antiguo se encuentra en un manuscrito del siglo XIII conservado en la Biblioteca Nacional de Nápoles. Se trata de un Misal franciscano que se puede datar entre 1253–1255, puesto que no contiene el nombre de Santa Clara de Asís, canonizada en 1255 y que sin duda figuraría si el manuscrito fuera posterior a esa fecha.

(Haciendo clik en la primera imagen se podrá oir la versión gregoriana de la Secuencia y haciendo click en la segunda se podrá oir la versión de Mozart)