Hoy es llevada a la vida la que es Madre de la Vida
La Tradición bizantina tiene como primera gran Fiesta del ciclo litúrgico el Nacimiento de la Madre de Dios el día 8 de septiembre, y lo concluye con su Dormición y Tránsito al cielo el 15 de agosto, queriendo subrayar que, para cada cristiano y para toda la Iglesia la Madre de Dios, representa el camino que introduce al misterio salvífico de Cristo. En Oriente la fiesta de la Dormición de la Madre de Dios es fijada este día a finales del finales del siglo IV por el emperador Mauricio (592-602), mientras que en Occidente es introducida por el Papa Sergio I a finales del siglo VII. La fiesta del 15 de Agosto, en los libros litúrgicos bizantinos lleva el título de “Dormición” de la Madre de Dios, y celebra su tránsito y su plena glorificación como primer fruto del misterio pascual de Cristo. La celebración litúrgica está precedida el 14 por un día de prefiesta, y seguida de una octava que concluye el día 23. El día prefestivo introduce ya en los diversos aspectos que después serán desarrollados en el oficio festivo: invitación al gozo (dirigido a toda la creación), convocación e invocación para que los apóstoles se reúnan en torno a la Madre de Dios, el anuncio del tránsito de María, hecho a partir de la lectura de los diversos versículos de los salmos 44 y 131 que serán retomados en el oficio de la fiesta.
Los textos litúrgicos de la Dormición de María son un entrelazado de muchos títulos dados a la Madre, títulos fundamentalmente cristológicos, que subrayan los aspectos más destacados, como pueden ser: su divina maternidad, su papel de intercesora presso el Hijo, su muerte/dormición y su tránsito al cielo. Títulos cristológicos que llevan a la Iglesia a meditar sobre el papel de María en vista a la salvación querida por Dios. Las vísperas preveen tres lecturas del Antiguo Testamento: Gn 28 con la visión nocturna de la escala de Jacob; Ez 43-44 con la profecía de la puerta cerrada varcata soltanto por el Señor y, por último, Prov 9 con el anuncio de la casa construida por la sabiduría de Dios. La liturgia esucarística propone dos textos neotestamentarios. El primero (Fil 2, 5-11) es el canto de la humillación de Dios: para glorificar y llevar al hombre, su criatura, a la primitiva gloria y belleza el Verbo de Dios se abaja y se hace hombre. La liturgia aplica la perícopa evangélica Lc 10, 38-42 y 11, 27-28 a María, a toda la Iglesia, llamada a ser fiel a la escucha de la Palabra de Dios.
La liturgia del 15 de Agosto subraya en primer lugar la maternidad divina de María con títulos que evidencian el papel que Ella ha tenido en el cumplimiento del querer salvífico de Dios. Es invocada como “fuente de la vida”, “trono del Altísimo”, “Madre del Rey”. Su virginidad corporal es evocada como “cuerpo inmaculado, origen de vida”, “cuerpo purísimo que ha acogido a Dios”; y su seno se convierte en “receptáculo de la esencia eterna”, “lámpara de la luz inaccesible”. Además, el título “arca de Dios para su descanso” nos permite, a lo largo de todo el oficio vespertino, hacer una lectura cristológica y mariológica del salmo 131. Además, el canon del oficio matutino, obra de san Juan Damasceno (+749), la invoca como “aquella que ha parido al autor de la vida”, “Madre del Creador de todos”, “cocchio de la divinidad”, “cuerpo que es el origen de vida y morada de Dios”, “Madre del beneplácito del Padre”.
La fiesta de la Dormición resalta el papel que la Madre de Dios ha tomado presso a su Hijo per la salvación de los hombres. Muchos de los troparios, de hecho, concluyen con la afirmación “por tu mediación Él derrama al mundo su gran misericordia”, o comienzan con el “Aquella que intercede...”. La Madre de Dios se convierte en instrumento único, vaso de elección, “gracias a la cual hemos sido deificados”.
El tránsito de María a la verdadera vida es además un motivo de gozo para toda la creación, ángeles y hombres. La liturgia bizantina canta el misterio de la plena glorificación de la Madre de Dios con vivas imágenes ulteriormente exaltadas por medio del contraste: “Hoy el cielo abre su seno para recibir a Aquella que ha parido a Aquél que el universo no puede contener”; “es llevada a la vida Aquella que es Madre de la Vida”; “la hija de David, gracias a la cual hemos sido deificados, pasa gloriosamente e inefablemente en las manos del propio Hijo y Soberano”. María, por medio de su muerte y su tránsito al cielo, es acogida por su Hijo: “Tú que has sido sagrario de la vida, has raggiunto la eterna vida. A través de la muerte, de hecho, has pasado a la vida, tú que has parido a la vida”
(Publicado por Manuel Nin; traducción del original italiano: Salvador Aguilera López)
La Tradición bizantina tiene como primera gran Fiesta del ciclo litúrgico el Nacimiento de la Madre de Dios el día 8 de septiembre, y lo concluye con su Dormición y Tránsito al cielo el 15 de agosto, queriendo subrayar que, para cada cristiano y para toda la Iglesia la Madre de Dios, representa el camino que introduce al misterio salvífico de Cristo. En Oriente la fiesta de la Dormición de la Madre de Dios es fijada este día a finales del finales del siglo IV por el emperador Mauricio (592-602), mientras que en Occidente es introducida por el Papa Sergio I a finales del siglo VII. La fiesta del 15 de Agosto, en los libros litúrgicos bizantinos lleva el título de “Dormición” de la Madre de Dios, y celebra su tránsito y su plena glorificación como primer fruto del misterio pascual de Cristo. La celebración litúrgica está precedida el 14 por un día de prefiesta, y seguida de una octava que concluye el día 23. El día prefestivo introduce ya en los diversos aspectos que después serán desarrollados en el oficio festivo: invitación al gozo (dirigido a toda la creación), convocación e invocación para que los apóstoles se reúnan en torno a la Madre de Dios, el anuncio del tránsito de María, hecho a partir de la lectura de los diversos versículos de los salmos 44 y 131 que serán retomados en el oficio de la fiesta.
Los textos litúrgicos de la Dormición de María son un entrelazado de muchos títulos dados a la Madre, títulos fundamentalmente cristológicos, que subrayan los aspectos más destacados, como pueden ser: su divina maternidad, su papel de intercesora presso el Hijo, su muerte/dormición y su tránsito al cielo. Títulos cristológicos que llevan a la Iglesia a meditar sobre el papel de María en vista a la salvación querida por Dios. Las vísperas preveen tres lecturas del Antiguo Testamento: Gn 28 con la visión nocturna de la escala de Jacob; Ez 43-44 con la profecía de la puerta cerrada varcata soltanto por el Señor y, por último, Prov 9 con el anuncio de la casa construida por la sabiduría de Dios. La liturgia esucarística propone dos textos neotestamentarios. El primero (Fil 2, 5-11) es el canto de la humillación de Dios: para glorificar y llevar al hombre, su criatura, a la primitiva gloria y belleza el Verbo de Dios se abaja y se hace hombre. La liturgia aplica la perícopa evangélica Lc 10, 38-42 y 11, 27-28 a María, a toda la Iglesia, llamada a ser fiel a la escucha de la Palabra de Dios.
La liturgia del 15 de Agosto subraya en primer lugar la maternidad divina de María con títulos que evidencian el papel que Ella ha tenido en el cumplimiento del querer salvífico de Dios. Es invocada como “fuente de la vida”, “trono del Altísimo”, “Madre del Rey”. Su virginidad corporal es evocada como “cuerpo inmaculado, origen de vida”, “cuerpo purísimo que ha acogido a Dios”; y su seno se convierte en “receptáculo de la esencia eterna”, “lámpara de la luz inaccesible”. Además, el título “arca de Dios para su descanso” nos permite, a lo largo de todo el oficio vespertino, hacer una lectura cristológica y mariológica del salmo 131. Además, el canon del oficio matutino, obra de san Juan Damasceno (+749), la invoca como “aquella que ha parido al autor de la vida”, “Madre del Creador de todos”, “cocchio de la divinidad”, “cuerpo que es el origen de vida y morada de Dios”, “Madre del beneplácito del Padre”.
La fiesta de la Dormición resalta el papel que la Madre de Dios ha tomado presso a su Hijo per la salvación de los hombres. Muchos de los troparios, de hecho, concluyen con la afirmación “por tu mediación Él derrama al mundo su gran misericordia”, o comienzan con el “Aquella que intercede...”. La Madre de Dios se convierte en instrumento único, vaso de elección, “gracias a la cual hemos sido deificados”.
El tránsito de María a la verdadera vida es además un motivo de gozo para toda la creación, ángeles y hombres. La liturgia bizantina canta el misterio de la plena glorificación de la Madre de Dios con vivas imágenes ulteriormente exaltadas por medio del contraste: “Hoy el cielo abre su seno para recibir a Aquella que ha parido a Aquél que el universo no puede contener”; “es llevada a la vida Aquella que es Madre de la Vida”; “la hija de David, gracias a la cual hemos sido deificados, pasa gloriosamente e inefablemente en las manos del propio Hijo y Soberano”. María, por medio de su muerte y su tránsito al cielo, es acogida por su Hijo: “Tú que has sido sagrario de la vida, has raggiunto la eterna vida. A través de la muerte, de hecho, has pasado a la vida, tú que has parido a la vida”
(Publicado por Manuel Nin; traducción del original italiano: Salvador Aguilera López)