
En un primer momento, la cincuentena pascual era un periodo de prolongación de la fiesta de la resurrección. Poco después, en el siglo IV, se desmarcaba la preparación de esta fiesta, tomando conciencia de que la Tercera Persona de la Trinidad era un Don para la Iglesia y una fuerza que debía ser implorada y preparada; es la fuerza de los sacramentos y principio de todo discernimiento, así como la transmisión de la tradición apostólico-jerárquica de la Iglesia. Durante esta fiesta se comienzan a leer los momentos narrados en los Hechos de los Apóstoles. Es la peregrina Egeria, en Jerusalén, la que nos cuenta que en el último domingo de esta cincuentena se celebra el envío del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y la Ascensión de nuestro Señor. En otras comunidades era celebrada la Ascensión y, después de una semana, Pentecostés. Del mismo modo, poco a poco, se van elaborando las imágenes para ambas fiestas.
La iconografía para la fiesta de Pentecostés es muy parecida en el Oriente y el Occidente cristianos, porque constata un mismo momento del Nuevo Testamento. Su fuente es bíblica, aunque se le incluyen algunos detalles que no se nos relatan en el pasaje de los Hechos. La variante más importante que podemos encontrar es la presencia de la Madre de Dios en el centro de la escena. Hallamos a la Madre de Dios en la iconografía de los primeros siglos, una de las referencias más antiguas la encontramos en el Evangeliario sirio de Rábula del año 587.
Su presencia, o su ausencia, se justifica de diversas maneras. En la narración del texto de los Hechos no vemos que cite explícitamente a María, aunque sabemos que se reunían todos juntos a rezar en torno a la Mad

En la parte superior del icono están pintadas lateralmente dos casas, con torres simétricas y similares. Se quiere dar a entender que la escena se desarrolla en el "piso alto" del Cenáculo, donde tuvo lugar la Última Cena; de modo que la escena del Don de las lenguas de fuego es don del Sacramento de la Unidad (la Iglesia nace de la Eucaristía), que es Sacramento de la Caridad (la Caridad de Cristo se hace Carne y nosotros cristianos vamos del Sacramento del Cuerpo al Sacramento del Hermano). Este lugar se convirtió después de la Resurrección, en el lugar de reunión de los Apóstoles. ¿Dónde se debe reunir hoy la Iglesia? En la unidad, en la caridad concreta, en el servicio…, y, sobre todo, en la Eucaristía, única fuente de estos Dones.
A partir de este momento, los Apóstoles comenzaron a anunciar la Palabra, y su oración daba frutos de unidad. Si observamos este icono nos vienen a la memoria las imágenes de los Concilios ecuménicos. Si acudimos a las miniaturas de los códices, vemos cómo ambas imágenes se influyen mutuamente. Es la potencia que se expresa en la Iglesia en el ministerio de la transmisión apostólica.
En el centro, en la oscuridad, aparece un hombre anciano con regios ropajes. Sostiene entre las manos una cartela en blanco. En algunas representaciones, sobre él aparecen doce rollos que simbolizan la predicación apostólica. El significado de esta figura no es unívoco. Parece haber tomado forma a partir del siglo X, anteriormente se representaba una muchedumbre de gentes, que son los pueblos de distintas lenguas y nacionalidades. Su Nomina Sacra se traduce: Cosmos (el Mundo). El Viejo Rey es una imagen simbólica que evoca el conjunto de pueblos y naciones subordinados al emperador bizantino.
Este significado puede ser más directo si consideramos el lugar donde se encuentra, llamado Bema. En la tradición arquitec

Pero también el rey tenía su modelo; no podía proclamar las lecturas de cualquier forma. Al rey se le representa como al rey David, con la necesidad de reconocer que estamos necesitados de la misericordia. Además resuena en la conciencia del creyente el deseo de muchos de haber conocido aquellos tiempos: “Muchos profetas y justos han deseado ver lo que vosotros veis y no lo vieron, y escuchar lo que vosotros escucháis, y no lo escucharon”.
En algunos casos, el rey es identificado con el profeta Joel. Para explicar esto volvemos a la liturgia. En efecto, en la gran víspera de Pentecostés, la segunda lectura del Antiguo Testamento recoge al profeta Joel cuando nos dice: "Yo infundiré mi espíritu sobre vuestra persona, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros ancianos tendrán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones". Profecía ésta que fue expresamente mencionada por Pedro para justificar el comportamiento de los Apóstoles frente a los "hombres de Judea" y a todos aquellos que se encontraban en Jerusalén.
Los Doce se disponen en las dos alas del hemiciclo y entre los dos grupos queda un sitio vacio. El trono vacío simboliza el trono preparado para la Segunda Venida (etimasia). La etimasia es un motivo iconográfico de origen oriental, que básicamente se reduce a la de un trono sobre el que hay una cruz, la Escritura y un ángel que lo custodia. En algunas iglesias orientales bajo esta repres

Cuando aparece la Paloma, símbolo del Espíritu Santo, es la señal tangible de la realización de la economía de la salvación. Pentecostés no es la encarnación del Espíritu, sino la efusión de los dones, que comunican la gracia a los hombres, a cada miembro del Cuerpo de Cristo. De nuevo, la unidad que se realiza en la Eucaristía es "por excelencia un don del Espíritu".
Daniel Rodríguez Diego