Jueves IV de Cuaresma - Estación en los Santos Silvestre y Martín, "ai Monti".

Era éste el “Titulus Equitii”, una gran capilla doméstica de la primera mitad del siglo III que el sacerdote Equizio, según los estudios hechos sobre los materiales y las técnicas de construcción, que vivió en tiempos de los Severos, hizo aquí construir y que, por tanto, es uno de los más antiguos lugares de culto. San Silvestre, al inicio de la paz constantiniana, erigió sobre esta morada una iglesia; fue, más tarde, el Papa Símmaco (498-514), el que construyó, añadiéndolos, dos celebres oratorios dedicados uno a San Martín de Tours y el otro a San Silvestre papa. Sergio I comenzó una completa restauración que fue continuada por León IV que el restaurarla quiso añadir a la iglesia un cenobio de monjes. La actual iglesia es de 1650, restaurada en 1780. Bajando las escaleras es posible admirar los oscuros meandros de la Domus Aequitia del título del sacerdote Equizio. Aquí se conservan recuerdos de antiguos Mártires, traídos en el siglo IX, de los cementerios suburbanos. Retornando a la basílica se admira el baldaquino del altar mayor de Pietro da Cortona que había ideado las escaleras laterales convergentes. Las naves están pintados con frescos de Gaspare Poussin con paisajes de la campagna romana. En la nave izquierda están los frescos de Filippo Gagliardi que representan el interior de la basílica de San Juan de Letrán antes de la renovación borrominiana, así como la antigua basílica de San Pedro. Importante, además, es el fresco que representa la reunión del concilio de Nicea en el 325 después de Cristo, en el cual fue condenada la herejía de Arrio, con la inscripción celebrativa de Baronio. En este templo de Martín y Silvestre la peregrinación estacional de hoy habla al fiel de su resurrección en Cristo. (Traducción del original italiano: Salvador Aguilera López)