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Debe haber sonreído el Señor cuando, a Pedro que le pedía qué habría tenido en recompensa por haber dejado todo, le respondiese que habría tenido el céntuplo también aquí abajo: bastará admirar la tumba.
La Estación se inicia con las cinco lecturas de la Escritura, al término de las cuales se añade un trozo de su más eficaz carta, la carta a los Tesalonicenses; continúa la liturgia de la Misa.
En esta magnífica basílica, corazón de la cristiandad, hay abundante arte y fulgores de vida que Miguelángel y Bramante han sabido espléndidamente representar aquí sobre la tumba del príncipe de los Apóstolos.
El eco de la Liturgia, las enseñanzas de Pablo, el ejemplo de Pedro, son repetidos por los Pontífices que aquí reposan, por los Santos Fundadores, que hablan desde sus hornacinas, por los mártires y por las reliquias de la Pasión, custodiadas en el tabernáculo superior, como en el monte Tabor.
(Traducción del original italiano: Salvador Aguilera López)