Reproducimos la respuesta de Cesare Alzati al cardenal Biffi, que podemos encontrar en internet traducido.
Por qué el nuevo leccionario ambrosiano está bien como está
por Cesare Alzati
Por qué el nuevo leccionario ambrosiano está bien como está
por Cesare Alzati
SOBRE EL ADVIENTO LLAMADO "CUARESMA DE SAN MARTÍN"
No es exacto afirmar que al tiempo de Adviento se le da "un segundo nombre: Cuaresma de san Martín". En los títulos litúrgicos del nuevo leccionario figura rigurosamente el término "Adviento".
Pero en las didascalias explicativas se ha recordado que, análogamente al ámbito bizantino, donde en el corriente léxico eclesial el periodo de preparación para la Navidad es llamado "Cuaresma de san Felipe", en el ámbito ambrosiano se solía definir el Adviento como la "Cuaresma de san Martín", con referencia en ambos casos al momento de inicio y a la duración, igual en las dos tradiciones, del tiempo en cuestión: 6 semanas.
Se trata, creo yo, de una contribución para conocimiento, que puede ayudar al pueblo ambrosiano a asumir pleno conocimiento de la solidez histórica del propio patrimonio litúrgico, que no es fruto de un particularismo provinciano, sino que es un patrimonio eclesial que se coloca en el más vasto contexto de la ecumene cristiana.
SOBRE EL "DOMINGO PRE-NAVIDEÑO", CUANDO EL ADVIENTO NO TIENE SEIS SINO SIETE DOMINGOS
Desde los más remotos testimonios el Adviento ambrosiano prevé una duración de 6 semanas [...] y comenzaba con el domingo después de la fiesta de san Martín, 11 de noviembre, de donde el antiguo nombre popular arriba recordado.
El cómputo de las 6 semanas, desde siempre y obviamente, ha comportado que la vigilia de Navidad, toda vez que cayese domingo, perdiese el propio carácter de vigilia y fuese celebrada en forma de domingo. ¡Desde siempre! El leccionario reformado continúa, según la tradición, celebrando con rito dominical la liturgia del 24 de diciembre, toda vez que el 24 caiga domingo. ¡Pues entonces no hay ninguna "innovación"!
En cuanto a la denominación, para evitar malentendidos de léxico litúrgico el leccionario ha considerado oportuno no recurrir al término "vigilia" y ha llamado al eventual domingo en fecha 24 de diciembre con el término "domingo" pre-navideño, como en efecto es, y como sugiere el hecho de que esté colocado al final de los días de feria previos a la navidad.
SOBRE LA TRIPLE PARTICIÓN DEL TIEMPO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Los títulos del tiempo “per annum” son perfectamente congruentes con el año litúrgico romano, […] tradicionalmente caracterizado por un cierto número de domingos "vagos" que podían indiferentemente colocarse después de la Epifanía o después de Pentecostés.
Así no era en el ámbito ambrosiano, donde, desde la primera parte de la edad carolingia […] el año litúrgico estaba pensado como un todo unitario, orgánicamente estructurado en cada una de sus partes individuales.
Desde la antigüedad tardía, el gran periodo de tiempo que desde Pentecostés se prolonga hasta el I domingo de Adviento, está partido por dos momentos marcantes: el 29 de agosto, fiesta del martirio de san Juan Bautista, y, en octubre, el domingo de la Dedicación de la catedral de Milán.
El 29 de agosto marcaba el inicio del cómputo del año según el calendario en uso también en Milán en los tiempos de san Ambrosio, calendario que todavía es seguido por las Iglesias de tradición alejandrina: la Iglesia copta y la Iglesia etíope.
El domingo de la Dedicación como domingo que marca la parte conclusiva del año litúrgico liga la Iglesia ambrosiana a todo el Oriente de tradición antioqueña, de la Iglesia siria a la maronita, a los caldeo-asirios, a las lejanas Iglesias de Kerala en la India. En conjunto se trata de un horizonte eclesial y ecuménico no banal
Esa articulación, que está profundamente radicada en la historia cultural ambrosiana, ha permitido al nuevo leccionario desarrollar itinerarios precisos de aproximación a las Sagradas Escrituras.
"La ley y los profetas hasta Juan", se lee en el Evangelio de Lucas (Lc 16, 16a): por lo tanto en las semanas hasta el martirio de Juan se desarrolla la lectura de los libros históricos relativos a la alianza con Israel, previendo también una internacional entre las lecturas feriales y la primera lectura de las celebraciones dominicales.
"Desde ahora en adelante es anunciado el Reino de Dios" (Lc 16,16b): de modo tal que del I domingo después del martirio de san Juan a la Dedicación se desarrolla la lectura de los escritos apostólicos.
"El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven!" (Ap 22,17): después de haber celebrado en el domingo de la Dedicación el misterio de la Iglesia, en las semanas siguientes esta misma Iglesia dirigida a vivir con particular intensidad la propia proyección hacia el final de los tiempos, volviendo a recorrer el libro de la Apocalipsis.
Como se ve, se trata de una articulación unitaria y fuertemente orgánica, así que me parece que de "sistema farragoso" se puede hablar solamente trastornando la realidad o el sentido de las palabras.
SOBRE LA LECTURA DE DOS EVANGELIOS LOS SÁBADOS EN LA TARDE
La tradición ambrosiana siempre ha sido muy rigurosa en el cómputo de los días litúrgicos a partir de la víspera; siguiendo la tradición judía y del dato evangélico: "Era el día de la parasceve y ya brillaban las luces del sábado" (Lc 23, 54).
Además, desde tiempo inmemorable las fiestas ambrosianas más grandes prevén la apertura vespertina con la "gran vigilia", que en modo análogo a cuando ocurre en el ámbito bizantino mete la celebración eucarística de la vigilia en el canto de las vísperas, enriquecido para la ocasión de específicas lecturas.
En un contexto así la celebración "cuando ya brillan las luces" del "primer día de la semana" no puede concebirse como una simple anticipación del cumplimiento del precepto festivo, […] sino que representa el solemne ingreso en el día del Señor, o sea en la Pascua semanal.
Según el esquema tradicional de las "grandes vigilias", tales celebraciones ha sido configurada como celebración vigilar vespertina, en la que en la misa se inserta en la lectura de las vísperas, enriquecida para la ocasión por una específica lectura de vigilia, que es el Evangelio de la resurrección.
Definir todo ello "la más aventurada" de las novedades significa intencionalmente ignorar todo el telón de fondo que se ha expuesto ahora.
Definir la lectura de un pasaje evangélico del la resurrección en el contexto de la celebración dominical como una "invención original" significa ignorar intencionalmente el uso constante del Oriente griego desde el testimonio de Egeria, además de – en nuestros días – los usos de la comunidad latina jerosolimitana del Santo Sepulcro, la anglicana Community of the Resurrection, de la comunidad de Taizé.
Declarar que la cosa no tenga ningún valor pedagógico parece poco conciliable con la centralidad de la resurrección para la experiencia cristiana.
SOBRE LA ASCENSIÓN Y EL CORPUS CHRISTI CELBRADOS EL JUEVES
“Jesús se mostró a ellos vivos, apareciéndoseles por cuarenta días" (Hch 1, 3). Sobre este dato escriturístico se han construido los calendarios de las Iglesias y de las sociedades cristianas, en Oriente como en Occidente, entre católicos como entre los protestantes. Para esto, también en todos los países del Norte de Europa que se han adherido a la Reforma, el día 40 después de la Pascua resulta se festividad civil.
Lo es también en Suiza, donde subsisten numerosas parroquias insertadas en la diócesis de Lugano. Resulta pues cuanto más plausible que el calendario ambrosiano conserve – en principio – el ordenamiento litúrgico universal, previendo adaptabilidades pastorales a la concreta situación italiana [donde la festividad ha sido eliminada]. Y esto no por "irracional apego a arcaísmos", sino por respeto de la realidad en su amplia y articulada configuración.
Por lo demás, componentes de la conferencia episcopal italiana son también los ordinarios de rito bizantino (los obispos de Piana y de Lugano, y el exarca de Grottaferrata), cuyas Iglesias celebran la Ascensión rigurosamente en el día 40.
En cuanto al Corpus Christi, no está fuera de lugar señalar que en muchas diócesis, por razones de oportunidad pastoral, la celebración de la fiesta con solemne procesión se cumple, en conformidad al calendario universal, en la noche del jueves siguiente al I domingo después de Pentecostés.
SOBRE LA FÓRMULA "EN AQUEL TIEMPO." CERRADA POR UN PUNTO SEGUIDO
“En aquel tiempo” no es como “Había una vez...” que introduce los relatos de los cuentos y de las fábulas.
"En aquel tiempo" designa lo específico del momento de la historia en la que, por la intervención de Dios, el plan de salvación ha venido manifestándose: un momento preciso, colocado entre coordinadas espacio-temporales concretas. […]
En el caso de la encarnación, aquel tiempo que es testigo de tal evento viene a constituir "la plenitud del tiempo" (Gal 4,4).
Este es un aspecto para nada secundario del anuncio cristiano.
[Respecto al punto que cierra la fórmula,] si abrimos el "Missale Ambrosianum" en la "editio typica" encontramos precisamente así: "In illo tempore. Dicebat…"
Habrá sido esta una puntuación funcional para la proclamación en canto de los textos, pero se trata de todos modos de una indicación que inequívocamente configura "un complemento de tiempo cerrado en sí mismo", considerado un enunciado fuerte en grado de regirse autónomamente.
En el contexto cultural contemporáneo, precisamente la singularidad de tal elemento, llamando la atención, puede volverse un estímulo para reflexionar sobre la dimensión histórica del evento cristiano – "aquel tiempo" – y para vivir con más profunda conciencia el misterio que se vuelve a proponer una vez más.
Fuente: http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1342120?sp=y
Nota: Algunas palabras de la traducción original presentaban errores de trascripción o de escritura del castellano, y por ello han sido cambiadas.
No es exacto afirmar que al tiempo de Adviento se le da "un segundo nombre: Cuaresma de san Martín". En los títulos litúrgicos del nuevo leccionario figura rigurosamente el término "Adviento".
Pero en las didascalias explicativas se ha recordado que, análogamente al ámbito bizantino, donde en el corriente léxico eclesial el periodo de preparación para la Navidad es llamado "Cuaresma de san Felipe", en el ámbito ambrosiano se solía definir el Adviento como la "Cuaresma de san Martín", con referencia en ambos casos al momento de inicio y a la duración, igual en las dos tradiciones, del tiempo en cuestión: 6 semanas.
Se trata, creo yo, de una contribución para conocimiento, que puede ayudar al pueblo ambrosiano a asumir pleno conocimiento de la solidez histórica del propio patrimonio litúrgico, que no es fruto de un particularismo provinciano, sino que es un patrimonio eclesial que se coloca en el más vasto contexto de la ecumene cristiana.
SOBRE EL "DOMINGO PRE-NAVIDEÑO", CUANDO EL ADVIENTO NO TIENE SEIS SINO SIETE DOMINGOS
Desde los más remotos testimonios el Adviento ambrosiano prevé una duración de 6 semanas [...] y comenzaba con el domingo después de la fiesta de san Martín, 11 de noviembre, de donde el antiguo nombre popular arriba recordado.
El cómputo de las 6 semanas, desde siempre y obviamente, ha comportado que la vigilia de Navidad, toda vez que cayese domingo, perdiese el propio carácter de vigilia y fuese celebrada en forma de domingo. ¡Desde siempre! El leccionario reformado continúa, según la tradición, celebrando con rito dominical la liturgia del 24 de diciembre, toda vez que el 24 caiga domingo. ¡Pues entonces no hay ninguna "innovación"!
En cuanto a la denominación, para evitar malentendidos de léxico litúrgico el leccionario ha considerado oportuno no recurrir al término "vigilia" y ha llamado al eventual domingo en fecha 24 de diciembre con el término "domingo" pre-navideño, como en efecto es, y como sugiere el hecho de que esté colocado al final de los días de feria previos a la navidad.
SOBRE LA TRIPLE PARTICIÓN DEL TIEMPO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Los títulos del tiempo “per annum” son perfectamente congruentes con el año litúrgico romano, […] tradicionalmente caracterizado por un cierto número de domingos "vagos" que podían indiferentemente colocarse después de la Epifanía o después de Pentecostés.
Así no era en el ámbito ambrosiano, donde, desde la primera parte de la edad carolingia […] el año litúrgico estaba pensado como un todo unitario, orgánicamente estructurado en cada una de sus partes individuales.
Desde la antigüedad tardía, el gran periodo de tiempo que desde Pentecostés se prolonga hasta el I domingo de Adviento, está partido por dos momentos marcantes: el 29 de agosto, fiesta del martirio de san Juan Bautista, y, en octubre, el domingo de la Dedicación de la catedral de Milán.
El 29 de agosto marcaba el inicio del cómputo del año según el calendario en uso también en Milán en los tiempos de san Ambrosio, calendario que todavía es seguido por las Iglesias de tradición alejandrina: la Iglesia copta y la Iglesia etíope.
El domingo de la Dedicación como domingo que marca la parte conclusiva del año litúrgico liga la Iglesia ambrosiana a todo el Oriente de tradición antioqueña, de la Iglesia siria a la maronita, a los caldeo-asirios, a las lejanas Iglesias de Kerala en la India. En conjunto se trata de un horizonte eclesial y ecuménico no banal
Esa articulación, que está profundamente radicada en la historia cultural ambrosiana, ha permitido al nuevo leccionario desarrollar itinerarios precisos de aproximación a las Sagradas Escrituras.
"La ley y los profetas hasta Juan", se lee en el Evangelio de Lucas (Lc 16, 16a): por lo tanto en las semanas hasta el martirio de Juan se desarrolla la lectura de los libros históricos relativos a la alianza con Israel, previendo también una internacional entre las lecturas feriales y la primera lectura de las celebraciones dominicales.
"Desde ahora en adelante es anunciado el Reino de Dios" (Lc 16,16b): de modo tal que del I domingo después del martirio de san Juan a la Dedicación se desarrolla la lectura de los escritos apostólicos.
"El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven!" (Ap 22,17): después de haber celebrado en el domingo de la Dedicación el misterio de la Iglesia, en las semanas siguientes esta misma Iglesia dirigida a vivir con particular intensidad la propia proyección hacia el final de los tiempos, volviendo a recorrer el libro de la Apocalipsis.
Como se ve, se trata de una articulación unitaria y fuertemente orgánica, así que me parece que de "sistema farragoso" se puede hablar solamente trastornando la realidad o el sentido de las palabras.
SOBRE LA LECTURA DE DOS EVANGELIOS LOS SÁBADOS EN LA TARDE
La tradición ambrosiana siempre ha sido muy rigurosa en el cómputo de los días litúrgicos a partir de la víspera; siguiendo la tradición judía y del dato evangélico: "Era el día de la parasceve y ya brillaban las luces del sábado" (Lc 23, 54).
Además, desde tiempo inmemorable las fiestas ambrosianas más grandes prevén la apertura vespertina con la "gran vigilia", que en modo análogo a cuando ocurre en el ámbito bizantino mete la celebración eucarística de la vigilia en el canto de las vísperas, enriquecido para la ocasión de específicas lecturas.
En un contexto así la celebración "cuando ya brillan las luces" del "primer día de la semana" no puede concebirse como una simple anticipación del cumplimiento del precepto festivo, […] sino que representa el solemne ingreso en el día del Señor, o sea en la Pascua semanal.
Según el esquema tradicional de las "grandes vigilias", tales celebraciones ha sido configurada como celebración vigilar vespertina, en la que en la misa se inserta en la lectura de las vísperas, enriquecida para la ocasión por una específica lectura de vigilia, que es el Evangelio de la resurrección.
Definir todo ello "la más aventurada" de las novedades significa intencionalmente ignorar todo el telón de fondo que se ha expuesto ahora.
Definir la lectura de un pasaje evangélico del la resurrección en el contexto de la celebración dominical como una "invención original" significa ignorar intencionalmente el uso constante del Oriente griego desde el testimonio de Egeria, además de – en nuestros días – los usos de la comunidad latina jerosolimitana del Santo Sepulcro, la anglicana Community of the Resurrection, de la comunidad de Taizé.
Declarar que la cosa no tenga ningún valor pedagógico parece poco conciliable con la centralidad de la resurrección para la experiencia cristiana.
SOBRE LA ASCENSIÓN Y EL CORPUS CHRISTI CELBRADOS EL JUEVES
“Jesús se mostró a ellos vivos, apareciéndoseles por cuarenta días" (Hch 1, 3). Sobre este dato escriturístico se han construido los calendarios de las Iglesias y de las sociedades cristianas, en Oriente como en Occidente, entre católicos como entre los protestantes. Para esto, también en todos los países del Norte de Europa que se han adherido a la Reforma, el día 40 después de la Pascua resulta se festividad civil.
Lo es también en Suiza, donde subsisten numerosas parroquias insertadas en la diócesis de Lugano. Resulta pues cuanto más plausible que el calendario ambrosiano conserve – en principio – el ordenamiento litúrgico universal, previendo adaptabilidades pastorales a la concreta situación italiana [donde la festividad ha sido eliminada]. Y esto no por "irracional apego a arcaísmos", sino por respeto de la realidad en su amplia y articulada configuración.
Por lo demás, componentes de la conferencia episcopal italiana son también los ordinarios de rito bizantino (los obispos de Piana y de Lugano, y el exarca de Grottaferrata), cuyas Iglesias celebran la Ascensión rigurosamente en el día 40.
En cuanto al Corpus Christi, no está fuera de lugar señalar que en muchas diócesis, por razones de oportunidad pastoral, la celebración de la fiesta con solemne procesión se cumple, en conformidad al calendario universal, en la noche del jueves siguiente al I domingo después de Pentecostés.
SOBRE LA FÓRMULA "EN AQUEL TIEMPO." CERRADA POR UN PUNTO SEGUIDO
“En aquel tiempo” no es como “Había una vez...” que introduce los relatos de los cuentos y de las fábulas.
"En aquel tiempo" designa lo específico del momento de la historia en la que, por la intervención de Dios, el plan de salvación ha venido manifestándose: un momento preciso, colocado entre coordinadas espacio-temporales concretas. […]
En el caso de la encarnación, aquel tiempo que es testigo de tal evento viene a constituir "la plenitud del tiempo" (Gal 4,4).
Este es un aspecto para nada secundario del anuncio cristiano.
[Respecto al punto que cierra la fórmula,] si abrimos el "Missale Ambrosianum" en la "editio typica" encontramos precisamente así: "In illo tempore. Dicebat…"
Habrá sido esta una puntuación funcional para la proclamación en canto de los textos, pero se trata de todos modos de una indicación que inequívocamente configura "un complemento de tiempo cerrado en sí mismo", considerado un enunciado fuerte en grado de regirse autónomamente.
En el contexto cultural contemporáneo, precisamente la singularidad de tal elemento, llamando la atención, puede volverse un estímulo para reflexionar sobre la dimensión histórica del evento cristiano – "aquel tiempo" – y para vivir con más profunda conciencia el misterio que se vuelve a proponer una vez más.
Fuente: http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1342120?sp=y
Nota: Algunas palabras de la traducción original presentaban errores de trascripción o de escritura del castellano, y por ello han sido cambiadas.