Siguiendo el año litúrgico, se celebrará en este mes la solemnidad de Pentecostés. En la oración litúrgica medieval este día se denominaba igualmente PASCUA ROSATUM O PASCUA ROSEUM, es decir: “Pascua de las rosas, o Pascua rosada o granada –por el color rojo de la grana-“. A qué se debe dicha denominación, pues a una curiosa dramatización litúrgica que quería hacer plástico y visible en la sacramentalidad de la liturgia los signos del Misterio de Pentecostés. ¿Cómo representar en la liturgia el fuego del Espíritu y el rojo de la Pasión evangelizadora, fruto de la fortaleza del Espíritu?. Los liturgistas medievales (Siglo XII) idearon la forma de hacer llover desde lo alto en el interior de las iglesias, rosas rojas.
Otras veces era una lluvia de pétalos rojos e incluso pábilos encendidos con pequeñas llamas o confecciones de estopa en forma circular encendidos, que emulaban las lenguas de fuego de Pentecostés. Otra manera de expresar el don del Espíritu en el marco litúrgico era el soltar palomas que como sabemos es uno de los símbolos del Espíritu Santo.
Dichos gestos nacidos en Italia se extendieron por Francia adquiriendo matices peculiares. Así en algunos lugares se realizaba durante el canto de la hora litúrgica tercia (la hora del Espíritu en el contexto de la Liturgia de las horas). Lo más habitual era realizarlo en el contexto de la Eucaristía al canto del Gloria o durante la Secuencia . Pero el antecedente donde se inspiran los liturgistas medievales que lo extenderán a otras Iglesias lo encontramos en la Basílica Romana de “Santa María ad Martyres” conocida como el Panteón.
El Panteón quizá sea el edificio romano más interesante y el mejor conservado, edificado por Marco Agrippa, general y yerno de Augusto. En el año 608 el emperador bizantino Foca lo cedió al Papa Bonifacio IV. El día de Pentecostés del año 609, concretamente el 13 de mayo se celebraba por primera vez. Durante la Misa Pontifical y desde el óvalo de la cúpula se hacía caer pétalos de rosas rojas para recordar los prodigios de Pentecostés. Más tarde en Roma se anticipaba a la Dominica VI de Pascua, que era según la liturgia estacional romana, la estación del Panteón.
Otras veces era una lluvia de pétalos rojos e incluso pábilos encendidos con pequeñas llamas o confecciones de estopa en forma circular encendidos, que emulaban las lenguas de fuego de Pentecostés. Otra manera de expresar el don del Espíritu en el marco litúrgico era el soltar palomas que como sabemos es uno de los símbolos del Espíritu Santo.
Dichos gestos nacidos en Italia se extendieron por Francia adquiriendo matices peculiares. Así en algunos lugares se realizaba durante el canto de la hora litúrgica tercia (la hora del Espíritu en el contexto de la Liturgia de las horas). Lo más habitual era realizarlo en el contexto de la Eucaristía al canto del Gloria o durante la Secuencia . Pero el antecedente donde se inspiran los liturgistas medievales que lo extenderán a otras Iglesias lo encontramos en la Basílica Romana de “Santa María ad Martyres” conocida como el Panteón.
El Panteón quizá sea el edificio romano más interesante y el mejor conservado, edificado por Marco Agrippa, general y yerno de Augusto. En el año 608 el emperador bizantino Foca lo cedió al Papa Bonifacio IV. El día de Pentecostés del año 609, concretamente el 13 de mayo se celebraba por primera vez. Durante la Misa Pontifical y desde el óvalo de la cúpula se hacía caer pétalos de rosas rojas para recordar los prodigios de Pentecostés. Más tarde en Roma se anticipaba a la Dominica VI de Pascua, que era según la liturgia estacional romana, la estación del Panteón.
Manuel Flaker Labanda