Este domingo, en la mitad de la cuaresma con este título de “Laetare”, imperativo latino de “laetor” que significa alegrarse, viene a dar una nota con referencia a la Pascua en medio de la austeridad cuaresmal. Se le llama así por la primera palabra del “introito” de la Misa de este domingo “laetare Jerusalem” (Is. 66). También venía llamado “de las rosas” pues anunciaba la Pascua florida. En este domingo se sitúa una curiosa tradición que tiene su origen en el oriente bizantino, el tercer domingo de la cuaresma se celebraba una fiesta en honor del santo leño de la cruz al cual se le tributaba un homenaje floral, por otro lado las flores eran signo de Cristo resucitado, y en especial las rosas. Esta celebración se introdujo en Roma , no se sabe exactamente el siglo pero el primer documento que recoge esta curiosa tradición se remonta al Papa León IX (año 1.049) y dice explícitamente que la rosa se ofrece a la cruz, clara alusión al rito que se realizaba en oriente. El Papa en el palacio lateranense y concretamente en la cámara de los “paramenti” bendecía la rosa de oro que luego a caballo llevaba acompañado por el sacro colegio y los fieles de Roma, desde su palacio lateranense hasta la Basílica estacional de Santa Cruz de Jerusalén donde se encuentran las reliquias de la Cruz. Al principio no era exactamente una rosa sino un esenciero con aromas de rosa, después los orfebres pontificios realizaron un pequeño rosal con rosas, hojas y botones al que se perfumaba con aroma de rosas y era consagrado con el crisma. La rosa luego era regalada a los príncipes católicos como reconocimiento pontificio, luego se amplió a personalidades, en algún periodo fue exclusivamente regalo para las reinas cristianas, últimamente los Papas han regalado la rosa de oro a los santuarios marianos. Fátima 1965 (Pablo VI); Aparecida. Brasil 1967 (Pablo VI); Luján .Argentina. 1982 (Juan Pablo II); Guadalupe y Loreto. 1988 (Juan Pablo II); Jasnagora Czestokowa.Polonia.2006 (Benedicto XVI); Santa Mª en Pompeya .2008 (Benedicto XVI). El hecho de reglar la rosa de oro seguramente sustituyó al antiguo rito de regalar las llaves de oro y plata con limaduras de las cadenas de San Pedro que los pontífices regalaban a los reyes. Igualmente el color rosado de los ornamentos litúrgicos de este día deben su color a la rosa de oro. Antiguamente se perfumaba el altar, claro recuerdo del perfume de la rosa de oro. Alguna alegoría medieval identificaba la rosa de oro con el homenaje que Maria Magdalena tributó a los pies del Señor en Betania.
Manuel Flaker Labanda
Manuel Flaker Labanda