Es preocupante observar una tendencia decadente que viene reflejada en los horarios de Semana Santa y, en concreto, de los días del Triduo Sacro. Consiste en adelantar el inicio de la Vigilia Pascual, "madre de todas las santas Vigilias" (San Agustín dixit), a un horario prácticamente de misa vespertina. El argumento, claro, está lleno de buenas intenciones pastorales -de las que no dudamos ni un ápice- pero que no son convincentes ni se ajustan a la realidad litúrgica en cuestión.
Una vigilia es una Vigilia. Sin ir más lejos el diccionario de la Real Academia Española define, en su entrada "Vigilia Pascual", lo que sigue: "Oficio litúrgico solemne en la noche en que se conmemora la resurrección de Cristo".
Pero más definitivo que un diccionario son las disposiciones de los libros litúrgicos. En la rúbrica 3 del Domingo de Pascua de nuestro Misal, podemos leer: "Toda la celebración de la Vigilia Pascual debe hacerse durante la noche. Por ello no debe escogerse ni una hora tan temprana que la Vigilia empiece antes del inicio de la noche, ni tan tardía que concluya después del alba del domingo". Y la Carta circular de la Congregación para el Culto divino sobre las fiestas pascuales, de enero del 1988, después de reproducir el texto del Misal ya citado, precisa incluso más: "Esta regla [la de celebrar de noche toda la Vigilia] ha de ser interpretada estrictamente. Cualquier abuso o costumbre contrario que poco a poco se haya introducido, y que suponga la celebración de la Vigilia Pascual a la hora en que habitualmente se celebran las misas vespertinas antes de los domingos, han de ser reprobados" (núm. 78).
O sea que ya sabemos. Nada de rebajas. Aquí, nocturnidad total. No cuela eso de que, pasito a pasito, vayamos adelantando; si no frenamos volveremos a celebrar la Vigilia Pascual como antes de la reforma de Pío XII, el sábado por la mañana. ¡Y no es plan!
Tengamos en cuenta que para fijar la hora de la gran celebración pascual no decide el reloj sino el sol. A su puesta, podemos empezar. No antes.
Jaume González Padrós