Vocabulario litúrgico: Addai y Mari.

Es una plegaria eucarística (anáfora) muy primitiva (siglo III), quizá uno de los documentos más venerables y antiguos de la liturgia cristiana. Surgió entre los cristianos de rito siro-oriental (Siria) aunque se extendió más tarde entre los siro-malabares (India). La plegaria tiene un tinte semítico (judío) que nos recuerda la liturgia de las oraciones judías; además, contiene muchas alusiones bíblicas.

La tradición atribuye esta plegaria a los Apóstoles Santos Addai y Mari. Según esta tradición, llena de leyendas, ellos habrían sido los evangelizadores de la Siria Oriental. Addai o Adeo, equivalente de Tadeo pero no el apóstol del evangelio sino uno de los setenta discípulos, fue enviado por el apóstol Tomás a evangelizar Siria. Mari o Maris sería discípulo de Addai. Ambos, serían los fundadores de la Iglesia de Mesopotamia y los artífices de la liturgia que lleva sus nombres.

Lo más curioso de esta plegaria, lo que la hace única y digna de estudio y admiración, es que no tiene palabras de consagración (Tomad y comed...tomad y bebed...), y sin embargo, es reconocida oficialmente como válida, es decir, que al ser rezada en la celebración quedan consagrados el pan y el vino, aun sin estas palabras.

Esto es una prueba más de que toda la plegaria eucarística tiene un sentido epiclético y consecratorio, es decir, que en su conjunto está marcada por la transformación y santificación del Espíritu Santo; y que las palabras tomad y comed... no son las que consagran, como se ha creído en la tradición Occidental. Todo esto puede pensarse para nuestras plegarias romanas, que aun conteniendo dichas palabras, sería también todo el marco anafórico como cuerpo unívoco el que hace presente al Espíritu Santo; por tanto, toda la plegaria sería consecratoria.

Esta anáfora Addai y Mari es común hoy entre los nestorianos. En ella es digno de notarse la teología del Nombre de Dios y las referencias a la salvación y a la Resurrección de Cristo, en definitiva para dejar claro que la obra de Cristo (muerte y resurrección) está vinculada a la salvación.

Adolfo Lucas Maqueda

Publicado en Liturgia y Espiritualidad (2016).