Vocabulario litúrgico: Aspersión.

La aspersión con el agua es un gesto que nos recuerda el Bautismo. Se realiza al comienzo de la misa en los domingos de Pascua omitiéndose el acto penitencial. También puede realizarse cualquier domingo del año, teniendo en cuenta que en Cuaresma no sería lo recomendado ya que este tiempo prepara los bautismos. (El Ceremonial de los Obispos aconseja que se comience las misas dominicales en este tiempo con las letanías de los santos: n. 261). 

La aspersión es un gesto muy antiguo. Consiste en esparcir o derramar o rociar, normalmente agua, sobre una persona, cosa o lugar, para purificarlo, protegerlo, bendecirlo, exorcizarlo, incluso, en ciertos casos, bautizarlo. En el Antiguo Testamento, Moisés asperjó con sangre el altar y al pueblo para rubricar la Alianza de Dios con Israel (cf Ex 24,7-8); también se asperjaba con ceniza, echándola sobre la cabeza de la gente (cf Lam 2,10). En la liturgia cristiana, además de los domingos que se asperja a las personas, y en la Unción de Enfermos, como rito opcional (Ritual, n. 128), hay momentos significativos para la aspersión: los muros y el altar en el día de la Dedicación de una iglesia, el féretro y la sepultura del difunto (Ritual, nn. 72.91.97), las palmas el Domingo de Ramos, las casas, los objetivos de devoción, los anillos, las campanas, las cenizas, las imágenes, etc.

Principalmente, en las misas dominicales, el gesto hay que realizarlo con toda expresividad ya que renueva en nosotros la gracia recibida el día que nos incorporamos a Cristo y a su Iglesia. Por eso, el sacerdote se asperja así mismo, mientras se canta un canto bautismal, luego a los otros ministros, y después a la asamblea. Pero tendría que hacerlo derramando el agua para que llegue a unos cuantos, y no trazar con el hisopo tres movimientos desde la sede no alcanzando a nadie. De ahí que pueda recorrer los pasillos de la Iglesia asperjando.

La celebración principal, fuente de toda aspersión, es la Vigilia Pascual, celebración de la Resurrección de Cristo, recuerdo de la primera Pascua, recuerdo de las maravillas divinas como el diluvio y el paso del Mar Rojo, actualizados hoy para nuestra salvación.



Adolfo Lucas Maqueda

Publicado en Liturgia y Espiritualidad (2016).