Jaume González Padrós
Pues no, querido lector. De la misma forma que no hay boda sin novios ni entierro sin difunto, pues no hay credo bautismal (el de preguntas y respuestas) sin liturgia bautismal. Del sentido común más común. Quizás por ello es tan difícil de comprender, por lo que parece.
Porque, vamos a ver, existen dos maneras de profesión de fe en nuestro rito romano. La primera en la historia, la más original, es la que surge cuando a los catecúmenos les llegaba la hora del bautismo, y, con su triple inmersión en la piscina, profesaban la fe trinitaria en respuesta a las preguntas del ministro. Y la segunda, que llegó un pelín más tarde, la que consiste en recitar todos juntos o alternando con la schola o a dos coros, «la regla de la fe con la fórmula aprobada para el uso litúrgico», es decir, el credo que llamamos «apostólico», más breve, y el que conocemos con este palabrón impronunciable «ni-ce-no-cons-tan-ti-no-po-li-ta-no». ¡Qué dolor!
Bueno... bueno... ¡no te impacientes amigo! Ya va... ya va... ¿Quieres números, eh? Pues, hala, aquí los tienes. Léete, de nuestra amiga inseparable, la Institutio Generalis Missalis Romani (¡toma latín!) los párrafos 67 y 68. Ahí te lo cuenta con la autoridad más autorizada. Ah, el número 137 también te gustará. Podrás observar, en estos números, que no hay la más mínima referencia al credo bautismal, ya que ello sólo está previsto en la liturgia ídem. ¡Normal!
Concretando: ¿Es suficiente que la misa tenga alguna referencia bautismal para que propongamos a toda la asamblea el credo bautismal? Pues no. O sea que, aunque sea la fiesta del Bautismo del Señor, o el mismísssssimo día de Pascua, si no hay liturgia bautismal (que traducido significa: la liturgia de la Vigilia pascual o que se vaya a bautizar a alguien o a confirmar -por su relación con el bautismo, como nos cuenta la rúbrica de ese ritual, núms. 27 y 48), pues eso, se recita el credo como siempre, uno u otro, y tan felices.
Si es que ya de pequeñito se nos enseñaba (antes) eso de «cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa». ¡Ay... qué tiempos!
Flash litúrgico publicado en la revista Liturgia y Espiritualidad (Febrero 2013)