La misa en rito hispano-mozárabe. Una sencilla explicación (II)



IIIa. La celebración de la eucaristía
Lugar de la celebración
Las iglesias de la liturgia hispano-mozárabe constaban de cinco partes: santuario o presbiterio, nave, nartex, atrio y baptisterio.
Una cruz presidía el lugar de la celebración, en cuyos brazos pendían las letras apocalípticas Α (alfa) y Ω (omega), símbolos pascuales de Cristo principio y fin. Ésta, probablemente, se traía encabezando la procesión de entrada.
La plegaria eucarística era proclamada orientem versus .

Santuario o presbiterio
El santuario o presbiterio estaba situado en la cabecera del templo y era el lugar del altar, de la cátedra del obispo y de las sedes de los presbíteros. Construido de ordinario en un plano superior, estaba separado del resto del espacio celebrativo por una especie de iconostasio que lo ocultaba de la mirada de los fieles en los momentos más sagrados de los divinos misterios. Además estaba acotado por un cancel, que era traspasado por el presidente de la celebración al inicio de la plegaria eucarística, mientras decía: Me acercaré al altar de Dios .
El altar era revestido sólo para las celebraciones y ante o sobre él ardían seis o siete velas, que se suponen eran traídas en la procesión de entrada y colocadas en su lugar al comienzo de la celebración.

Nave
La nave era el lugar que ocupaban los fieles. En la parte inicial, como encabezando la asamblea, se situaban los ministros menores: coro, lectores, acólitos e incluso los diáconos. Esta parte inicial de la nave recibía el nombre de púlpito y estaba enmarcada de algún modo, generalmente por cancelas.

Nartex
El nartex era la sala anterior a la nave y estaba destinado a los penitentes públicos y catecúmenos.

Atrio
El atrio era un patio con columnas situado a los pies de la iglesia que daba acceso a ésta.

Baptisterio
El baptisterio era el lugar donde se administraba el sacramento del bautismo y estaba situado en un edificio contiguo o adosado al templo. 

Ornamentos litúrgicos
La vestidura principal de la celebración eucarística es la casulla, generalmente bastante amplia. Ésta la viste el presbítero y el obispo sobre una túnica, que no tiene por que ser necesariamente blanca, y sobre una estola que pende del cuello y se cruza en el pecho.
Los diáconos visten túnica, que no tiene por que ser necesariamente blanca, y estola que pende sobre el hombro izquierdo colgando por delante y por detrás, estando sujeta en la parte derecha de la cintura. El rito hispano-mozárabe no conoció el uso de dalmática por parte de los diáconos; parece que la llevaba el obispo bajo la casulla.
Sobre el uso de diferentes colores en las celebraciones del rito hispano-mozárabe no hay nada definido. 

IIIb. La celebración de la eucaristía
La celebración de la eucaristía en el rito hispano-mozárabe se divide en estas cinco partes: ritos iniciales, liturgia de la palabra, preparación de las ofrendas-intercesiones solemnes-signo de la paz, plegaria eucarística, rito de la comunión.
Tras la explicación de cada una de estas partes incluimos el ordinario de la misa que le corresponde. 

Ritos iniciales
La misa en rito hispano-mozárabe comienza con un canto de entrada, denominado praelegendum , durante el cual, el sacerdote con los ministros se dirigen al altar.
Seguidamente se canta el himno Gloria a Dios en el cielo, al que le sigue la oración después del Gloria. Ésta, integrando lecciones extraídas del Gloria, reúne las aspiraciones de los fieles presentes y constituye, en cierto modo, la asamblea celebrante.
En las solemnidades, entre el Gloria y la oración, se añade el Trisagio.
No obstante, a diario, en las denominadas misas feriales, y en los domingos de Cuaresma todos estos ritos iniciales se omiten. 

Liturgia de la palabra
Antes de iniciar la liturgia de la palabra, el sacerdote saluda a la asamblea.
La liturgia de la palabra comprende habitualmente tres lecturas: la primera está tomada de los libros proféticos, la segunda de las cartas apostólicas y, finalmente, se lee el evangelio. Sin embargo, durante el tiempo pascual la primera lectura está tomada del Apocalipsis y la segunda de los Hechos de los apóstoles. Por otra parte, durante el tiempo de Cuaresma las lecturas son cuatro: la lectura profética es reemplazada por dos lecturas del antiguo Testamento: una de los libros sapienciales y otra de los libros históricos.
Después de la lectura profética, o en Cuaresma de la lectura histórica, se canta un salmo, denominado psallendum , como meditación del texto escuchado. Los miércoles y viernes de Cuaresma, para expresar el carácter penitencial de la Iglesia y los sufrimientos de Cristo en su pasión, el texto de este canto está tomado de diversos libros de la Escritura (Lamentaciones, Isaías, Job), recibiendo en estas ocasiones el nombre de threni .
En las principales fiestas de los mártires puede leerse, tras el psallendum , la continuación de su «pasión», que está recogida en el Pasionario. A continuación, tras esta lectura, puede decirse el cántico de Daniel, llamado bendiciones .
A la proclamación del evangelio sigue, si procede, la homilía.
La liturgia de la palabra se concluye con el canto del aleluya, conocido como laudes , que durante el tiempo de Cuaresma se sustituye por una aclamación de alabanza. 

Preparación de las ofrendas – Intercesiones solemnes - Signo de la paz
La preparación de las ofrendas, las intercesiones solemnes y el signo de la paz constituyen la tercera parte de la misa hispano-mozárabe.
En primer lugar se preparan y se disponen sobre el altar el pan y el vino para la celebración eucarística. Mientras se entona el canto llamado sacrificium .
Seguidamente, con una monición llamada oratio admonitionis , el sacerdote invita al pueblo a la oración. Dan así inicio las intercesiones solemnes, más conocidas con el nombre de dípticos. En éstas se pide a Dios por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero. Discurren en el siguiente orden: en primer lugar la asamblea aclama con el canto Hagios ; después el diácono pronuncia una serie de peticiones realizadas en forma litánica, que se interrumpen para que el sacerdote recite una oración, denominada alia , para que Dios acepte la súplica del pueblo; los dípticos concluyen con otra oración del sacerdote, llamada post nomina , donde se implora a Dios tanto por los vivos como por los difuntos.
Con el rito de la paz termina esta tercera parte de la misa hispano-mozárabe. En primer lugar el sacerdote recita la oración por la paz, conocida como ad pacem . Seguidamente el diácono invita a los fieles a intercambiar el signo de la paz. Mientras tanto el coro entona el canto de la paz. 

Plegaria eucarística
Esta parte de la misa hispano-mozárabe, la plegaria eucarística, está compuesta por un diálogo introductorio, la illatio , el canto del Santo, la oración post Sanctus , el relato de la institución, la oración post pridie y la doxología conclusiva.
Tras el diálogo introductorio entre el sacerdote y la asamblea, quien preside la celebración comienza con una oración de alabanza y acción de gracias, conocida como illatio , que unas veces está dirigida a Dios Padre y otras a Jesucristo.
A continuación, todos cantan el Santo.
Después el sacerdote recita la oración después del Santo, post Sanctus , que sirve de conexión entre el Santo y el relato de la institución de la eucaristía.
El sacerdote continúa repitiendo las mismas palabras que dijo Jesús en el cenáculo durante la última cena para instituir la eucaristía. El texto está tomado casi literalmente de 1Co 11, 23-26.
Seguidamente, con la oración post pridie , se hace a veces memoria del acontecimiento central de la historia de la salvación: la muerte y la resurrección de Jesucristo, se invoca la fuerza del Espíritu Santo para completar la transformación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y, algunas veces , también se pide la acción de este mismo Espíritu en los fieles reunidos en la celebración eucarística.
La plegaria eucarística termina con la doxología final, esto es, con una aclamación de alabanza a Dios. 

Rito de la comunión
Concluida la plegaria eucarística comienza el rito de la comunión.
Por una parte, mediante la recitación del Credo, el rezo del Padre nuestro y la bendición del pueblo, se pretende preparar a los fieles para recibir la eucaristía.
Por otra parte, mediante la fracción del pan que se hace antes del Padre nuestro, acompañada por un canto, el ad confraccionem , se preparan los dones eucarísticos para su distribución.
La comunión se distribuye bajo las dos especies, mientras se canta el canto de comunión, denominado ad accedentes .
Una vez terminada la distribución de la eucaristía, como prolongación de la misma, se canta un canto de acción de gracias.
Sigue a continuación una oración conclusiva, que recibe el nombre de completuria .
La celebración finaliza con el saludo del sacerdote y la despedida del diácono. 


José Antonio Goñi