IIIa. La
celebración de la eucaristía
Lugar de la
celebración
Las iglesias de
la liturgia hispano-mozárabe constaban de cinco partes: santuario o
presbiterio, nave, nartex, atrio y baptisterio.
Una cruz
presidía el lugar de la celebración, en cuyos brazos pendían las letras
apocalípticas Α (alfa) y Ω (omega), símbolos pascuales de
Cristo principio y fin. Ésta, probablemente, se traía encabezando la procesión
de entrada.
La plegaria
eucarística era proclamada orientem versus .
Santuario o
presbiterio
El santuario o
presbiterio estaba situado en la cabecera del templo y era el lugar del altar,
de la cátedra del obispo y de las sedes de los presbíteros. Construido de
ordinario en un plano superior, estaba separado del resto del espacio
celebrativo por una especie de iconostasio que lo ocultaba de la mirada de los
fieles en los momentos más sagrados de los divinos misterios. Además estaba
acotado por un cancel, que era traspasado por el presidente de la celebración
al inicio de la plegaria eucarística, mientras decía: Me acercaré al altar
de Dios .
El altar era
revestido sólo para las celebraciones y ante o sobre él ardían seis o siete
velas, que se suponen eran traídas en la procesión de entrada y colocadas en su
lugar al comienzo de la celebración.
Nave
La nave era el
lugar que ocupaban los fieles. En la parte inicial, como encabezando la
asamblea, se situaban los ministros menores: coro, lectores, acólitos e incluso
los diáconos. Esta parte inicial de la nave recibía el nombre de púlpito y
estaba enmarcada de algún modo, generalmente por cancelas.
Nartex
El nartex era
la sala anterior a la nave y estaba destinado a los penitentes públicos y
catecúmenos.
Atrio
El atrio era un
patio con columnas situado a los pies de la iglesia que daba acceso a ésta.
Baptisterio
El baptisterio
era el lugar donde se administraba el sacramento del bautismo y estaba situado
en un edificio contiguo o adosado al templo.
Ornamentos
litúrgicos
La vestidura
principal de la celebración eucarística es la casulla, generalmente bastante
amplia. Ésta la viste el presbítero y el obispo sobre una túnica,
que no tiene por que ser necesariamente blanca, y sobre una estola que pende
del cuello y se cruza en el pecho.
Los diáconos
visten túnica, que no tiene por que ser necesariamente blanca, y estola que
pende sobre el hombro izquierdo colgando por delante y por detrás, estando
sujeta en la parte derecha de la cintura. El rito hispano-mozárabe no conoció
el uso de dalmática por parte de los diáconos; parece que la llevaba el obispo
bajo la casulla.
Sobre el uso de diferentes colores en las celebraciones del rito
hispano-mozárabe no hay nada definido.
IIIb. La
celebración de la eucaristía
La celebración
de la eucaristía en el rito hispano-mozárabe se divide en estas cinco partes:
ritos iniciales, liturgia de la palabra, preparación de las ofrendas-intercesiones
solemnes-signo de la paz, plegaria eucarística, rito de la comunión.
Tras la
explicación de cada una de estas partes incluimos el ordinario de la misa que
le corresponde.
Ritos iniciales
La misa en rito
hispano-mozárabe comienza con un canto de entrada, denominado praelegendum ,
durante el cual, el sacerdote con los ministros se dirigen al altar.
Seguidamente se
canta el himno Gloria a Dios en el cielo, al que le sigue la oración después
del Gloria. Ésta, integrando lecciones extraídas del Gloria, reúne las
aspiraciones de los fieles presentes y constituye, en cierto modo, la asamblea
celebrante.
En las
solemnidades, entre el Gloria y la oración, se añade el Trisagio.
No obstante, a
diario, en las denominadas misas feriales, y en los domingos de Cuaresma todos
estos ritos iniciales se omiten.
Liturgia de la
palabra
Antes de
iniciar la liturgia de la palabra, el sacerdote saluda a la asamblea.
La liturgia de
la palabra comprende habitualmente tres lecturas: la primera está tomada de los
libros proféticos, la segunda de las cartas apostólicas y, finalmente, se lee
el evangelio. Sin embargo, durante el tiempo pascual la primera lectura está
tomada del Apocalipsis y la segunda de los Hechos de los apóstoles. Por otra
parte, durante el tiempo de Cuaresma las lecturas son cuatro: la lectura
profética es reemplazada por dos lecturas del antiguo Testamento: una de los
libros sapienciales y otra de los libros históricos.
Después de la
lectura profética, o en Cuaresma de la lectura histórica, se canta un salmo,
denominado psallendum , como meditación del texto escuchado. Los miércoles y
viernes de Cuaresma, para expresar el carácter penitencial de la Iglesia y los
sufrimientos de Cristo en su pasión, el texto de este canto está tomado de
diversos libros de la Escritura (Lamentaciones, Isaías, Job), recibiendo en
estas ocasiones el nombre de threni .
En las
principales fiestas de los mártires puede leerse, tras el psallendum , la
continuación de su «pasión», que está recogida en el Pasionario. A continuación,
tras esta lectura, puede decirse el cántico de Daniel, llamado bendiciones .
A la
proclamación del evangelio sigue, si procede, la homilía.
La liturgia de
la palabra se concluye con el canto del aleluya, conocido como laudes , que
durante el tiempo de Cuaresma se sustituye por una aclamación de alabanza.
Preparación de
las ofrendas – Intercesiones solemnes - Signo de la paz
La preparación
de las ofrendas, las intercesiones solemnes y el signo de la paz constituyen la
tercera parte de la misa hispano-mozárabe.
En primer lugar
se preparan y se disponen sobre el altar el pan y el vino para la celebración
eucarística. Mientras se entona el canto llamado sacrificium .
Seguidamente,
con una monición llamada oratio admonitionis , el sacerdote invita al pueblo a
la oración. Dan así inicio las intercesiones solemnes, más conocidas con el
nombre de dípticos. En éstas se pide a Dios por las necesidades de la Iglesia y
del mundo entero. Discurren en el siguiente orden: en primer lugar la asamblea
aclama con el canto Hagios ; después el diácono pronuncia una serie de
peticiones realizadas en forma litánica, que se interrumpen para que el
sacerdote recite una oración, denominada alia , para que Dios acepte la súplica
del pueblo; los dípticos concluyen con otra oración del sacerdote, llamada post
nomina , donde se implora a Dios tanto por los vivos como por los difuntos.
Con el rito de
la paz termina esta tercera parte de la misa hispano-mozárabe. En primer lugar
el sacerdote recita la oración por la paz, conocida como ad pacem .
Seguidamente el diácono invita a los fieles a intercambiar el signo de la paz.
Mientras tanto el coro entona el canto de la paz.
Plegaria
eucarística
Esta parte de
la misa hispano-mozárabe, la plegaria eucarística, está compuesta por un
diálogo introductorio, la illatio , el canto del Santo, la oración post Sanctus
, el relato de la institución, la oración post pridie y la doxología
conclusiva.
Tras el diálogo
introductorio entre el sacerdote y la asamblea, quien preside la celebración
comienza con una oración de alabanza y acción de gracias, conocida como illatio
, que unas veces está dirigida a Dios Padre y otras a Jesucristo.
A continuación,
todos cantan el Santo.
Después el
sacerdote recita la oración después del Santo, post Sanctus , que sirve de
conexión entre el Santo y el relato de la institución de la eucaristía.
El sacerdote
continúa repitiendo las mismas palabras que dijo Jesús en el cenáculo durante
la última cena para instituir la eucaristía. El texto está tomado casi
literalmente de 1Co 11, 23-26.
Seguidamente,
con la oración post pridie , se hace a veces memoria del acontecimiento central
de la historia de la salvación: la muerte y la resurrección de Jesucristo, se
invoca la fuerza del Espíritu Santo para completar la transformación del pan y
del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y, algunas veces , también se pide
la acción de este mismo Espíritu en los fieles reunidos en la celebración
eucarística.
La plegaria
eucarística termina con la doxología final, esto es, con una aclamación de
alabanza a Dios.
Rito de la
comunión
Concluida la
plegaria eucarística comienza el rito de la comunión.
Por una parte,
mediante la recitación del Credo, el rezo del Padre nuestro y la bendición del pueblo,
se pretende preparar a los fieles para recibir la eucaristía.
Por otra parte,
mediante la fracción del pan que se hace antes del Padre nuestro, acompañada
por un canto, el ad confraccionem , se preparan los dones eucarísticos para su
distribución.
La comunión se
distribuye bajo las dos especies, mientras se canta el canto de comunión,
denominado ad accedentes .
Una vez
terminada la distribución de la eucaristía, como prolongación de la misma, se
canta un canto de acción de gracias.
Sigue a continuación
una oración conclusiva, que recibe el nombre de completuria .
La celebración finaliza con el saludo del sacerdote y la despedida del
diácono.
José Antonio Goñi