Hablar de Liturgia Horarum
(1970) es hablar de dar un paso: de cómo la Iglesia de rito latino romano ha
procedido a readaptar y reformular los enunciados de la fe expresados en su lex
credendi para dar respuesta a los cometidos del beato Juan XXIII y las
disposiciones del Concilio ecuménico Vaticano II en la constitución sobre
sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium. Y este salto, cualificado como
pastoral por la vox populi, tiene también se encuentra con la laguna
importante de un estudio crítico –que no necesariamente negativo– del proceso
de la receptio por parte de los organismos vaticanos oportunos, creados ad
hoc para la ejecución deseada, así como de la executio y posterior collatio
a todas las diócesis católicas del mundo [1].
Para ello, pues, distribuiremos
el estudio en tres partes. La primera es propiamente analítico-descriptiva,
mientras que la segunda y tercera consisten en una doble valoración de orden
crítico sobre la materia: primero analizaremos los motivos que fundamentaron la
omisión de los salmos imprecatorios e históricos del curso ordinario del
Salterio, y después procederemos a una visión crítica de conjunto de todo el
Oficio divino.
En primer lugar describiremos el
proceso que tuvo lugar para proceder del Breviarium Romanum, aprobado
por el beato Juan XXIII conforme a su Carta apostólica en forma motu proprio
Rubricarum instructum de 1960, hasta la aprobación por parte del
venerable Pablo VI en 1970 del Oficio divino organizado conforme a las
directrices recogidas en SC 83-101, prestando especial atención a los
salmos imprecatorios.
En
efecto, hasta el Concilio ecuménico Vaticano II, no se distinguía entre géneros
literarios para la distributio del material bíblico en las celebraciones
litúrgicas. Concretamente para el Officium divinum se seguía más bien el
criterio numérico, con particularidades con respecto a la veritas horarum
de la oración eclesial. Así, los salmos 1–108 se reservaban en el primitivo cursus
Romanus para el oficio de oración vigiliar [2].
Y repetimos: ello se debía más bien a su dispositio bíblica, no tanto a
su genus litterarium [3].
Fundamentos para la exclusión de
los salmos imprecatorios
1. Aplicación de la psicología
a la vida eclesial
No fue fácil la transición del
esquema del Breviarium Romanum a la Liturgia Horarum. Hubo muchas
variables que conviene tener en cuenta a la hora de emitir un juicio crítico
–es decir, según criterios objetivos– de aquellos años de aplicación de
reformas externas de elementos de Iglesia. La liturgia fue uno de los ámbitos
que con mayor entusiasmo se recibieron, pero también más difícilmente permite
–incluso hoy en día– el realizar una reflexión de fondo y de formas, de cara a
recoger con mayor fruto espiritual y apostólico aquello que el Magisterio
eclesial nos ofrece a los fieles de inicios del siglo XXI. La toma de
conciencia sobre la dificultad acerca de los imprecatorios es un dato
constante. Gibert
Tarruel también recoge el dato:
«On peut noter encore un aspect qui heurte quelque
peu les mentalités modernes. La connaissance approfondie de l’Écriture et des
divers genres littéraires à notre époque fait qu’on épreuve une certaine
difficulté, absoluement inconnue des anciens, à la récitation suivie des
psaumes selon l’ordre numérique» [4].
También constata que no todos
están de acuerdo sobre todo porque el dato de la Tradición pesa mucho: es hasta
hace poco que no causaba ninguna angustia espiritual el recitar los salmos en
cuestión [5].
Además existe el recurso a la interpretación alegórico-espiritual de los
mismos, inserta dentro de la pedagogía que el Espíritu Santo ha tenido y sigue
sosteniendo en el tiempo que va desde la Ascensión de Jesús hasta la Parusía
definitiva [6].
Uno de los indicios de dicha
dificultad sociológica y práctica se refiere a la presencia, uso y función de
los salmos imprecatorios. La opción que se tomó, sobre todo mantenida por
Bugnini, fue la de revisar todos los elementos constitutivos de la Liturgia
Horarum, entre ellos el salterio bíblico. Uno de los criterios que imperó
fue el de la «exigencia psicológica» del fiel que ora:
«Inoltre fu
accettata un’esigenza psicologica, abastanza accentuata e sentita dall’uomo
d’oggi, di sopprimere alcune parti del salterio che, nonostante il loro valore
ispirato e il loro contesto nella storia Della salvezza, non mancano di creare
una certa reazione psicologica negativa al momento di un confronto materiale
tra la lettera del testo e lo spirito della rivelazione neotestamentaria. É il
caso dei salmo e dei versetti più aperamente imprecatori, omessi nel salterio
ordinario, e dei salmi più direttamente sotiric, limitati ai tempi maggiormente
connessi con la meditazione dei momenti forti della storia della salvezza. Ciò
realizza un’esigenza spirituale dell’uomo moderno, che non è né repulsa del
contesto della rivelazione, né rigetto dell’esigenza di pregare: è piuttosto il
desiderio di una preghiera più autentica, più sentita e più sincera, cha valuta
più l’intensità che la durata, più l’efficacia, anche psicologica, che il
semplice compimento di un precetto» [7].
R.V. Weakland, OSB,
precisamente percibe la problemática extendida no sólo al género imprecatorio,
sino a todo el salterio, debido a su lenguaje histórico-concreto, que no
responde a los postulados del «hombre de hoy» –es decir, de mediados del siglo
XX– que se tenía tanto en cuenta a la hora de realizar las adaptaciones. Con
todo menciona la problemática de este género de modo indirecto:
Je dirai quelques mots à ce sujet, en évitant
cependant d’aborder la question des psaumes de malédiction, qui engendre tant
de problèmes encore plus complexes pour le chrétien d’aujourd’hui. S’il n’y
avait que de tels psaumes à faire difficulté, le problème de base serait, à
vrai dire, bien simplifié [8].
2. Revolución sociocultural de
segunda mitad del siglo XX
A esto hay que añadir lo que
afirma Martimort, que recuerda la terrible dificultad que supuso omitir salmos
por su género literario y que indica que la celebración el lengua vulgar
comportaba tomar dicha decisión [9].
3. Lucha interna entre
estamentos eclesiásticos
La corriente liderada por el
Secretario del Consilium triunfó a la hora de la distribución de la
salmodia litúrgica. Los elementos que propone son los que ya hemos visto:
domina la imprecación; existe una dificultad psicológica que supone el
contraste con el Nuevo Testamento, aunque se debe reconocer que la piedad del
Nuevo Testamento también recoge la imprecación (cf. Ap 6,10), y dichas
expresiones no necesariamente han de inducir a maldecir a nadie por parte de
los cristianos.
Marcos Aceituno Donoso
[1] No estamos, pues, de acuerdo con la
afirmación de J. López Martín, que dijo sobre este aspecto de estudio
crítico: «No es necesario estudiar cómo ha sido concebida y realizada la
renovación del Oficio Divino a partir del Vaticano II, porque lo que propuesto
en ese libro no es otra cosa que el análisis y la profundización en la teología
y en la pastoral de la Liturgia de las Horas siguiendo esa renovación» (Id., La Oración de las Horas,
71).
[2] Cf. H.J. Becker, «Reform des Ferialspsalterium»,
41; J. Gibert Tarruel, «La
nouvelle distribution», 328.
[3] Al
conocerse poco sobre el cursus primitivo de la Iglesia romana, se dan
muchas lagunas a la hora de recomponer críticamente el recorrido del mismo
hasta nuestros días, siendo sin embargo bastante seguro el punto que nos
pertoca: la distribución sálmica íntegra y en orden numérico. El salmo 58 (57)
estuvo situado en el nocturno del jueves; el salmo 83 (82) en el del viernes, y
el salmo 109 (108) en sábado. Con el cursus de san Benito, vienen
algunas particularidades, pero en cuanto a nuestros salmos, concretamente
quedan en idéntico lugar litúrgico-celebrativo, si bien el 58 (57) pasa al
miércoles en vez del jueves. Con el cursus romano clásico (desde el
siglo VII hasta 1910), se modifican parcialmente nuestros salmos: el 58 se
queda en miércoles; el 83 pasa al viernes, mientras que el 109 permanece en
sábado, siempre en horas nocturnas. Con la reforma de san Pío X en 1911 se
modifica sensiblemente el cursus salmódico, quedando del siguiente modo
los imprecatorios: el salmo 58 pasa a Nona del miércoles; el 83 encuentra su
nuevo lugar en Sexta del viernes, mientras que el 109 se traspasa al espectro diurno
del Oficio divino, hallándolo en Nona de sábado. Cf. J. Gibert Tarruel, «La nouvelle
distribution», 327.331-340.
[4] J. Gibert Tarruel, «La nouvelle
distribution», 341-342.
[5] Cf. J. Gibert Tarruel, «La nouvelle
distribution», 342.
[6] Cf. J. Gibert Tarruel, «La nouvelle
distribution», 343;
[7] C. Braga,
«Dal “Breviarium” alla “Liturgia Horarum”», 197.
[8] R.V. Weakland, «L’homme d’aujourd’hui et
l’Office», 68.
[9] «Trois psaumes
imprécatoires ont été omis du cursus, et de même certains versets de divers autres psaumes.
L’omission est signalée en tête du psaume, par l’indication des versets. Cette
mesure, très discutée bien sûr, était cependant rendue nécessaire par la
célébration publique en langue vulgaire.» (A.G. Martimort, «La nouvelle “Liturgia Horarum”», 234).