Hoy, en este Jueves, San Gregorio Magno indicaba la "mezza quaresima" invitando a los peregrinos a venerar a los famosos mártires anárgiros (sin dinero), es decir, los Santos bizantinos que curaban gratuitamente a los pobres.
Fue el Papa Feliz IV (526-530) el que quiso dedicar a los dos santos hermanos el sagrado templo de Roma y que se integra en el "templum Romuli".
Por los foros imperiales subiendo la escondida scaletta, en el verde césped, se llega a uno de los más antiguos templos de Roma, dominado por el escudo del Cardenal Diácono, que, con un trozo de corredor pintado en frescos por Francesco Allegrini se abre a la magnificencia de esta primitiva basílica, que rápidamente se presenta llena de fascinación. Un místico sentido de poesía se percibe en esta iglesia junto al mosaico que se encuentra en el ábside en el cual Cosme y Damián, Pedro y Pablo, Feliz IV y San Teodoro rodean a Cristo, que el capuchino Fray Miguel y el Arrigucci supieron delinear en una forma característica que todavía conserva este templo.
Fue Urbano VIII Barberini (1623-1644) el que levantó el pavimento unos seis metros para salvar al templo de la humedad.
Prosiguiendo, la procesión estacional se adentra en la iglesia subterránea donde se veneran las reliquias de los Santos Cosme y Damián y de otros mártires que brillan con Cristo en el luminosos mosaico, que parece difundir por todos lados particulares reflejos de aurea luz.
(Traducción del original italiano: Salvador Aguilera López)
Fue el Papa Feliz IV (526-530) el que quiso dedicar a los dos santos hermanos el sagrado templo de Roma y que se integra en el "templum Romuli".
Por los foros imperiales subiendo la escondida scaletta, en el verde césped, se llega a uno de los más antiguos templos de Roma, dominado por el escudo del Cardenal Diácono, que, con un trozo de corredor pintado en frescos por Francesco Allegrini se abre a la magnificencia de esta primitiva basílica, que rápidamente se presenta llena de fascinación. Un místico sentido de poesía se percibe en esta iglesia junto al mosaico que se encuentra en el ábside en el cual Cosme y Damián, Pedro y Pablo, Feliz IV y San Teodoro rodean a Cristo, que el capuchino Fray Miguel y el Arrigucci supieron delinear en una forma característica que todavía conserva este templo.
Fue Urbano VIII Barberini (1623-1644) el que levantó el pavimento unos seis metros para salvar al templo de la humedad.
Prosiguiendo, la procesión estacional se adentra en la iglesia subterránea donde se veneran las reliquias de los Santos Cosme y Damián y de otros mártires que brillan con Cristo en el luminosos mosaico, que parece difundir por todos lados particulares reflejos de aurea luz.
(Traducción del original italiano: Salvador Aguilera López)